Los cuatro indígenas mapuches presos en la cárcel
de Angol (sur de Chile), por enfrentar a la Policía en defensa de sus
territorios, cumplen este lunes 36 días en huelga de hambre en protesta
por juicios viciados y los métodos judiciales que consideran
discriminatorios hacia ese pueblo indígena.
Se trata de los comuneros Daniel Leminao, Eric Montoya, Rodrigo
Montoya y Paulino Levipán, quienes afirmaron que esta drástica medida
está generando estragos en su salud. Sin embargo, continúan decididos a
mantenerla hasta ser escuchados por las autoridades.
Los cuatro pertenecen a la comunidad Wente Wilkun Mapu, una zona
castigada por el mencionado conflicto, que enfrenta a la etnia mapuche
con empresas forestales por la propiedad de tierras que consideran
ancestrales.
Los huelguistas solicitan que la Corte Suprema revise y anule sus
condenas, la desmilitarización del territorio mapuche y que no se
empleen testigos protegidos en sus juicios, entre otras demandas.
Levipán y Leminao fueron condenados a 10 años y un día de prisión por
homicidio contra Carabineros en actos de servicio y además a 541 días
de presidio por porte ilegal de arma de fuego. Entre tanto, los otros
dos mapuches están a la espera de juicio.
En la víspera, el vocero de la Corporación de Promoción y Defensa de
los Derechos del Pueblo (Codepu), Félix Madariaga, afirmó que los
comuneros “se están muriendo y nadie hace nada”, en medio de la
invisibilidad de esta protesta por la mayoría de los medios de
comunicación y sin que el Gobierno de Sebastián Piñera fije posición
para resolver el problema.
El pasado sábado, observadores de derechos humanos en Chile
corroboraron el delicado estado de salud de los originarios e informaron
que han bajado más de 11 kilos de peso, presentan mareos y malestar
general.
Mapuches llaman a recuperar tierras
Este lunes los cuatro presos mapuche
emitieron un comunidado desde la cárcel de Angol, a través del cual
hicieron un llamado a esa comunidad indígena a recuperar sus territorios
ancestrales, en manos de empresas transnacionales y latifundistas.
En el texto prometen que seguirán luchando a pesar de las cadenas y de que sus cuerpos comienzan a debilitarse.
“Hemos aprendido que vale la pena perder la vida en una lucha estando
dignamente de pie que resignarnos a una muerte de rodillas por miedo a
luchar por lo que creemos y amamos: la tierra”, agregaron.