PINAR DEL RÍO.— Elaborado a partir de una planta que hasta ahora se consideraba una especie indeseable, un prometedor insecticida de origen natural, desarrollado por especialistas de la Universidad Hermanos Saíz de esta provincia, registra buenos resultados en diferentes cultivos.
Patentado con el nombre de FAPIL, el producto ha sido efectivo en el control de plagas en áreas de tabaco, frijoles, tomate y pimiento, según el máster en ciencias Manuel Cáceres, uno de sus creadores.
Obtenido a partir del procesamiento de la Parthenium hysterophorus, planta silvestre conocida comúnmente como escoba amarga, y que está catalogada por los campesinos como una mala hierba, el insecticida se obtiene con un mínimo de gastos y sin necesidad de importar ninguno de sus componentes, asegura Cáceres.
"Hemos creado los disolventes en el laboratorio, con el propósito de que todos los ingredientes sean de producción nacional, y por tanto, favorecer su generalización", añade.
Hasta ahora, el FAPIL ha sido empleado en áreas de los polígonos docentes de la Universidad y en el organopónico de la institución. "En ambos casos ha arrojado magníficos resultados en el control de lepidópteros, principalmente la mosca blanca, uno de los insectos que afectan al tomate y a otro grupo de hortalizas", señala el doctor en ciencias agrícolas Bárbaro Zulueta, quien ha estado a cargo del polígono del centro de altos estudios de Vueltabajo.
"Por ser un producto inodoro, cuyas pruebas de toxicología arrojan que no es dañino para el hombre ni para el medio ambiente, consideramos que incluso podría emplearse con fines domésticos en unidades de la gastronomía, por ejemplo, para eliminar insectos".
Además, se afirma que la sustancia ha sido efectiva en el combate del cogollero del tabaco —una plaga que devora las hojas de ese cultivo—así como del crisomélido, en frijoles.
Aunque hasta el momento se ha obtenido a nivel de laboratorio, en cantidades relativamente pequeñas que oscilan alrededor de los cien litros mensuales (para su aplicación, un litro de FAPIL se mezcla con 15 de agua), los especialistas señalan que no es preciso una gran inversión para emprender la producción a gran escala.
"Desde hace tiempo nuestra universidad viene potenciando las investigaciones enfocadas hacia lo que se denomina química de los productos naturales, a fin de ayudar a reducir la dependencia de los insecticidas fabricados por los grandes monopolios, cada vez más costosos y dañinos al medio ambiente", afirma Cáceres.
"Todos los años, a nivel internacional, las plagas acaban con una parte importante de los cultivos, y por otro lado, un número considerable de campesinos muere a causa del uso de químicos, algunos de los cuales mantienen su efecto durante largos periodos en los terrenos donde se aplican".