Pocas plazas hay en el mundo que tengan la trascendencia política para un país como la Plaza de Mayo en Argentina. Fue ahí donde el 17 de octubre de 1945 decenas de miles de trabajadores se concentraron para pedir la liberación del general Juan Domingo Perón,
detenido por los militares. Fue ahí donde empezaron a manifestarse las
madres y las abuelas de los desaparecidos bajo la última dictadura
(1976-1983). Y ha sido ahí donde, por tercera vez en seis meses,
se concentraron el miércoles miles de trabajadores, muchos de ellos
peronistas, para exigir mejoras salariales al Gobierno peronista de
Cristina Fernández. Y no solo mejoras salariales.
“Es increíble que en esta plaza que tiene historia tengamos que venir
a reclamar por nuestros viejos y por nuestros niños”, se quejó Hugo Moyano,
líder del poderoso sindicato de los camioneros y de la opositora
Confederación General del Trabajo (CGT). En la plaza se habían
concentrado tres ramas gremiales que hasta hace pocas semanas andaban
enfrentadas. Pero fue Moyano el último orador y el que más daño infligió
al Gobierno. Era Moyano el que podía disputar a Fernández la bandera de
su lucha contra el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y decir, como dijo ayer: “El Gobierno aplica las recetas más
ortodoxas del Fondo Monetario Internacional. Ella no necesita que le den
órdenes, lo hace por propias convicciones. En nuestro propio país está
pasando un ajuste encubierto que, como todos los ajustes, lo pagan los
trabajadores”.
Los opositores repiten la palabra que la presidenta Fernández siempre trata de evitar: "Inseguridad"
Es Moyano quien más impacto tiene en el electorado peronista cuando
declara, como hizo ayer: “Si el general (Perón) se levantara, no sé qué
haría con estos que ahora hablan de peronismo". Moyano llegó a la misma
Plaza de Mayo donde Fernández había festejado días atrás el día de los
derechos humanos y se quejó de que el Gobierno está quedándose con el
dinero de la salud de los trabajadores y de que no acata los fallos de
la Justicia que ordenan pagar las deudas a los jubilados: "Pareciera que
están esperando que se mueran para no pagarles. Después nos hablan de
los derechos humanos".
Moyano terminó su discurso dirigiéndose a Cristina Fernández
con estas palabras: “Señora presidenta, ocúpese de la inflación que
carcome a los argentinos. Y ocúpese de la inseguridad. Tiene todos los
instrumentos a su alcance para ocuparse de la inseguridad, la
inseguridad que preocupa a todos los argentinos”. Inseguridad,
inseguridad, inseguridad… El líder sindical empleaba la misma palabra
que Fernández había tratado de evitar en los más 200 discursos que
pronunció este año, hasta que la semana pasada encontró la forma de
culpar de ella a los jueces.
Por supuesto, antes de mencionar la inflación y la inseguridad, los
oradores reclamaron mejoras en las pensiones y la eliminación de
impuestos para los trabajadores. Pero aprovecharon para golpear al
Gobierno donde más le duele: en las elecciones legislativas de 2013, las
que pueden abrir o cerrar la puerta a una mayoría de dos tercios en el
Congreso, la necesaria para reformar la Constitución y permitir que
Fernández opte a un tercer mandato. Moyano avisó ayer: "Vamos a votar a
quien garantice los derechos, no podemos equivocarnos más".