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General: GARCIA MARQUEZ,,,Y SUS REFLEXIONES,,,
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| De: carlos305 (Missatge original) |
Enviat: 10/03/2013 11:44 |
García Márquez sobre la mala costumbre de embalsamar cadáveres
- Detalles
- Publicado el Viernes, 08 Marzo 2013 13:38
- Por Café Fuerte
Cuerpo embalsamado de Vladimir Ilich Lenin, fallecido en 1924. Hace más de 30 años, en una de sus ejemplares columnas para el diario español El País, Gabriel García Márquez advertía sobre la mala costumbre de conservar cadáveres para la adoración de las multitudes.
En la crónica, el Premio Nobel de Literatura repasa las memorias de su visita a la momia de Lenin en el mausoleo de la Plaza Roja en Moscú y recuerda otros antecedentes del escabroso proceso de embalsamamiento en la historia latinoamericana.
García Márquez es hoy un señor octogenario y alejado de la vida pública. Chávez era entonces un joven oficial de 28 años que ni siquiera soñaba aún con entrar en las turbulencias políticas de Venezuela. Pero la historia nos tiene reservados estos insólitos hallazgos de la premonición, que se adelantan incluso a la imaginación y a las apuestas más febriles.
No podía ser de mayor actualidad esta crónica de García Márquez, cuando Venezuela ha anunciado la insólita momificación de Chávez para ser adorado eternamente por sus fieles seguidores. CaféFuerte la rescata en beneficio de sus lectores, también en tributo al escritor colombiano, que este jueves celebró sus 86 años.
EL DESTINO DE LOS EMBALSAMADOS
Por Gabriel García Márquez
Como uno de los chismes periódicos que divulgan las agencias de Prensa, ha surgido ahora la versión de que el cuerpo de Lenin que se exhibe en la plaza Roja de Moscú es, en realidad, una estatua de cera. Se dice que un sobrino de Stalin llamado Budu Svakadze reveló el secreto en un libro que el KGB no pernlitió publicar en 1952, pero que una copia del manuscrito logró llegar a Israel por correos clandestinos, y desde allí ha sido difundida al mundo por el Jerusalem Post. Todo esto es tan difícil de comprobar, que tal vez el método más útil sea tomarse el trabajo de viajar a Moscú, hacer la cola de tres horas bajo las nieves de enero y entrar en el glacial y denso edificio de mármoles incandescentes para tratar de averiguar con ojos propios qué puede haber de cierto en este folletín trasnochado. Yo lo hice en las dos únicas ocasiones en que he estado en la Unión Soviética -en 1957 y en 1979-, y en ambas tuve la impresión de que el cuerpo de Lenin estaba hecho de su materia natural, aunque es fácil entender que un visitante distraído, o demasiado incrédulo, se sienta inclinado a pensar que es una estatua de cera. La primera vez, el cuerpo de Lenin yacía en su urna de cristal, a la derecha del cuerpo de Stalin, que todavía entonces se consideraba digno de aquella gloria de formaldehído. Lenin había muerto 33 años antes, y Stalin, apenas cuatro, y la diferencia se notaba. Este último parecía irradiar un aura de vida, y su bigote histórico de tigre montuno apenas si ocultaba una sonrisa indescifrable. Lo que más me llamó la atención -como ya lo dije en los reportajes que publiqué en aquella ocasión- fueron sus manos delgadas y sensibles, que parecían de mujer. De ningún modo se parecía al personaje sin corazón que Nikita Jruschov había denunciado con una diatriba implacable en el vigésimo congreso de su partido. Poco después, el cuerpo sería sacado de su templo glorioso y mandado a dormir un sueño sin testigos, y tal vez más justo, entre los muertos numerosos de los patios del Kremlin. Muy cerca de la tumba de John Reed, el único norteamericano que alimenta las rosas de aquel jardín quimérico.
El cuerpo de Lenin era menos impresionante, porque estaba menos conservado. En efecto, 33 años son muchos, aun para los muertos, y también en ellos se notan, a través del tiempo, los artificios del embalsamamiento. Al lado de la cabeza de Stalin, enorme y maciza, la de Lenin parecía tan frágil como si fuera de vidrio, y su semblante oriental parecía llegarnos de muy lejos. Tal vez buena parte de esa degradación había sido heredada de sus dos últimos años de vida, que para Lenin habían sido de sufrimientos. En 1922 había sido operado para sacarle una bala que le quedó en el cuello del atentado de agosto de 1918, y el brazo izquierdo le quedó sin vida. El año siguiente sufrió varias recaídas, perdió el habla, se redujo a la nada su fabulosa capacidad de trabajo, y el 21 de enero de 1922 murió devastado por la arterioesclerosis cerebral. Su cerebro, extraído para embalsamar el cuerpo, tenía la consistencia árida de una piedra. La inutilidad del brazo izquierdo se notaba aun después de embalsamado, y la erosión general del cadáver, que ya era evidente la primera vez que yo lo vi, lo era mucho más la segunda, cuando ya habían transcurrido 55 años de la muerte. Pero en ningún caso me pareció una estatua de cera, entre otras cosas, porque la cera no tiene la buena virtud de envejecer.
En realidad, lo que mas me estremeció en las dos ocasiones en que vi la momia de Lenin fue la impresión ineludible de que el cuerpo no se conservaba completo bajo las sábanas de la urna, sino que lo habían cortado por la cintura para facilitar la conservación.
Hasta el pecho, en efecto, el relieve del cuerpo era convincente, pero luego se confundía con la superficie del mesón donde estaba acostado, y se dejaba la puerta abierta a cualquier aventura de la imaginación. No era fácil soportar la idea de que la muchedumbre que desfilaba por el mausoleo le estaba rindiendo tributo a un héroe Partido por la mitad, cuya parte inferior se había podrido y convertido en polvo en algún basurero distinto.
En todo caso, estas suposiciones son posibles por la mala costumbre de conservar cadáveres para ser adorados por la muchedumbre. Nada se parece menos a la imagen que se tiene de un hombre o una mujer memorables que sus desperdicios mortales arreglados como para una fiesta funeraria. Los motivos de los egipcios eran perdonables, porque creían que mientras se conservara el cuerpo se conservaría también el espíritu, y en ningún caso embalsamaban a sus faraones para la exhibición pública. Los católicos, al revés, piensan que la conservación casual del cuerpo es un indicio de santidad, y lo exponen en sus templos para deleite de sus fieles. Pero es difícil encontrar una justificación doctrinaria para la costumbre creciente de los regímenes comunistas, que parecen confundir el culto de los héroes con el culto de sus momias. Es el caso en Bulgaria, donde se conserva el cuerpo de Dimitrov, y el caso de China, donde se conserva el cuerpo de Mao, y el caso de Vietnam, donde se conserva el cuerpo de Ho Chi Min. No se necesita ser un visionario para suponer que Kim II Sum, el presidente de Corea del Norte, que desconoce por completo el dulce encanto de la modestia, debe estar ya ansioso por someter su cuerpo glorioso a los buenos oficios de sus embalsamadores.
Por fortuna, Cuba sentó un precedente ejemplar para este lado del mundo con las manos del Che Guevara, que fueron cortadas por la CIA para una identificación a fondo por las huellas digitales. Un antiguo funcionario del Gobierno boliviano que desertó de su cargo las llevó después a La Habana, y no faltó quien sugiriera la idea de conservarlas para el culto público. Fidel Castro, que tiene la buena costumbre de llevar estos problemas hasta la última instancia, lo consultó con las muchedumbres al final de un discurso en un acto de masas. La respuesta, que era la que Fidel Castro esperaba, fue unánime y rotunda: nones.
Hay en América Latina otros antecedentes que no son tan consoladores. El general Antonio López de Santa Ana, que gobernó a México varias veces desde 1833, perdió la pierna derecha en la guerra contra los invasores franceses y la hizo enterrar en la catedral, bajo palio de obispo y con todos los honores militares y religiosos, en unos funerales babilónicos presididos por él mismo. Más tarde, el general Alvaro Obregón perdió el brazo izquierdo por una bala de cañón que le disparó Pancho Villa en la batalla de Celaya, y su mano se conserva todavía en la ciudad de México, achicharrada por el formol, en un monumento público, que por razones inescrutables se ha convertido en un sitio de peregrinación de los jóvenes enamorados. El caso más extraño de nuestro tiempo es el del cadáver de Evita Perón, que desapareció de Buenos Aires después de embalsamado y reapareció muchos años después en Italia, bajo la responsabilidad del Vaticano. El hombre que la embalsamó era un catalán grandilocuente que montó guardia en la antesala de la enferma durante las largas semanas de su agonía, pues debía proceder al embalsamamiento en el instante mismo de la muerte para una conservación más convincente y duradera. Mientras esperaba, les hacía ver a los visitantes ilustres el álbum de fotos de sus trabajos más notables. Y entre ellos, su obra maestra: un niño de Montevideo que había muerto a los siete años, y cuyos padres lo hicieron embalsamar sentado en una sillita y vestido de marinero. Todos los años, durante muchos, sus hermanos le celebraron el cumpleaños con los que fueron sus amigos, hasta que todos crecieron, y se casaron y tuvieron otros hijos para embalsamar, y el pobre niño embalsamado, en su sillita de madera y con su vestido de marinero, quedó a merced de las polillas y el olvido en un ropero del dormitorio.
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Gabo siendo el mejor escritor de habla hispana aún vivo , y el segundo mejor escritor colombiano de todos los tiempos después de José María Vargas Vila , no siempre ha tenido la razón en cuestiones políticas nacionales e internacionales ... bástenos con recordar que lo recibido en dólares por el premio nobel de literatura se lo dió casi en su totalidad a teodoro petkoff cuando éste presunía de revolucionario como jefe del mas en Venezuela ... y en otras oportunidades que ha dado su respaldo a personajes non santos de la vida nacional en nuestro pais .- El embalsamamiento es sin lugar a dudas una forma de eternizar la gratitud de los pueblos a quienes dedican su vida al servicio de su patria y de su pueblo .- Quien de los que hacemos parte de las naciones bolivarianas quisiera que Bolívar no estuviera con su cuerpo conservado ...para regocijo de su nación y de los que lo amamos ... ( y no hablemos de momias ... sino de Lenin o Stalin ... o Ho ...o Mao ... porque allí hay una partecita amada de lo que ellos fueron .- |
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Chávez será embalsamado como Lenin o Mao Zedong
Una técnica para lograr la eternidad
La viuda del dictador Ferdinand Marcos, Imelda, observa el cadáver embalsamado de su esposo. | Ap
Desde que supo que se había tomado la decisión de embalsamar a Hugo Chávez, Frank Malabed
pensó en ofrecerse para hacer eterno al líder bolivariano. Práctica le
sobra a este filipino, que se hizo famoso por embalsamar al dictador Ferdinand Marcos, cuyos restos reposan en el mausoleo de Batac, en la provincia de Ilocos.
Formado en Manila, en una base del ejército estadounidense del aire,
aprendió de su padre el oficio y junto a él preparó los cuerpos de miles
de soldados norteamericanos fallecidos en Vietnam durante los años 60.
Aunque su cliente más conocido fue Marcos, muerto en el exilio en Hawai
en 1989, Malabed también dotó de un halo de eternidad a los padres del
ex presidente filipino Fidel Ramos, a la actriz porno Claudi Zobel y a Benigno 'Ninoy' Aquino, el líder de la oposición y ferviente enemigo de Marcos.
Y ahora parece que le gustaría ser el elegido para inmortalizar
a Chávez. "No se han puesto en contacto conmigo (las autoridades
venezolanas), pero siempre estoy dispuesto. Puedo ocuparme de quien sea,
donde sea", explicó el sexagenario embalsamador a la agencia France
Presse, que precisó que "cuanto más esperen, más difícil será".
Proceso de embalsamado
Pero, ¿en qué consiste el proceso de embalsamado? En primer lugar,
conviene decir que este procedimiento puede ser ligero o complejo, pero
en cualquier caso se trata de impedir la descomposición del cuerpo del fallecido.
En su forma más simple sirve para conservar el cuerpo hasta su entierro
o incineración para que presente un aspecto más saludable para sus
familiares. En el proceso más complejo, se intenta que el cuerpo se conserve eternamente.
¿Cómo? La técnica ha cambiado mucho con el paso de los años. Actualmente, y una vez que se ha lavado el cuerpo con germicidas y
se han limpiado los orificios de la nariz y la boca, colocado algodones
en las cavidades para evitar la salida de fluidos y saturado la boca
para evitar la entrada de gérmenes, se procede a masajear el cuerpo para
eliminar cualquier tipo de rigidez.
Después se procede al vaciado y se abren los vasos sanguíneos
más importantes y las arterias principales para extraer la sangre e
impedir así la aparición de bacterias que acelerarían el proceso de
descomposición.
A continuación, se limpia el sistema vascular con una solución especial, formada por grandes cantidades de alcohol, glicerol y formol.
Normalmente, esta solución se inyecta a través de la arteria femoral.
Se sabe que el formol se ha distribuido correctamente cuando la piel del
cadáver comienza a ponerse dura. Para que el cuerpo adopte un color más
natural, se emplea un tinte rosado que se añade al formol. De esta
manera, se eliminan los síntomas de cianosis, el color azulado y negruzco que adquiere la piel tras el fallecimiento.
Cuando los órganos están dañados, por haber padecido enfermedades o
diabetes, se inyecta líquido directamente en la cavidad del órgano
afectado. Si el cuerpo está hinchado por la quimioterapia u otro tipo de
medicamentos, se emplearán sustancias que faciliten la eliminación de líquidos y la hinchazón,
según informa Efe. Además, mediante distintas técnicas se perfora el
intestino grueso, la vejiga, el estómago y los pulmones, que una vez
vacíos se rellenan también con la solución especial.
Por último, y para que el cadáver presente un aspecto más saludable,
se le maquilla e incluso se pueden utilizar pelucas porque el pelo se
cae. En el caso de Chávez, la familia o el protocolo decidirá la ropa
que vestirá y si le pondrán una peluca o una boina militar.
Mantenimiento
Para evitar que el cuerpo embalsamado se deteriore con el paso del tiempo es necesario que el cuerpo se mantenga en unas condiciones óptimas,
es decir, en un lugar frío y poco húmedo. Además, cada 10, 20 o 30
años, en función del lugar que se haya elegido para exhibir el cuerpo,
se deberán realizar labores de mantenimiento para
evitar su proceso de descomposición. En un ambiente, por ejemplo,
demasiado cálido, el alcohol se podría evaporar; y en un lugar, por el
contrario, demasiado húmedo podrían aparecer hongos y moho.
En cualquier caso, sea cual sea el embalsamador elegido, Chávez pervivirá para siempre como ha sucedido con otros líderes como Lenin, Ho Chi Minh, Mao Zedong, Evita Peron o el norcoreano Kim Jong-il,
pese a que él, en vida, nunca fue partidario de este tipo de prácticas.
En 2009 llegó incluso a clausurar la exposición 'Bodies Revealed', que
mostraba 13 cuerpos disecados y 219 órganos, al considerarlo "una
barbarie". Ahora será él al que expongan tras una urna de cristal.
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