Nicolás Maduro, de 50 años, el heredero designado por Hugo Chávez antes de morir el 5 de marzo, ha recurrido a las viejas artimañas de atacar a su adversario Henrique Capriles Radonski por su soltería, la homofobia y el machismo dominante en Venezuela.  Pero en lugar de restarle votos, lo que ha hecho es subirle puntos,  logrando que el volátil segmento gay del electorado se incline a favor  del candidato que es victimizado, «elemental Watson» diría el  investigador inglés Sherlock Holmes.
Desde el primer día de la inscripción de su candidatura, el  pasado 15 de marzo, el delfín chavista marcó territorio en la sede del  Consejo Nacional Electoral, besando en público a su mujer Cilia Flores y diciendo que a él sí le gustaban las mujeres, en alusiones a su rival de la oposición.
Atajando la pelota Capriles dijo : «quiero desde aquí enviar una  palabra de respeto y consideración, de rechazo, a las declaraciones  homofóbicas de Nicolás, no es la primera vez. Yo creo en una sociedad  sin exclusión y así se lo digo al país, una sociedad sin que nadie se  sienta excluido por su forma de pensar, por su raza, por su credo, por  su 
orientación sexual».
 
Meses atrás durante la pasada campaña presidencial de  octubre cuando era el segundón de Chávez como vicepresidente, Maduro  calificó de «mariconzones» al abanderado de la oposición y su equipo de la Mesa de la Unidad Democrática, lo que no produjo arañazos a ese 45 % que votó por el joven gobernador de Miranda.
El joven abogado de 40 años se ha visto obligado a  responder sobre las incómodas insinuaciones de su adversario. En la  cadena Globovisión dijo: «no voy a caer en el terreno en que quiere caer  Nicolás», pero «sí le voy a salir al frente a declaraciones homofóbicas  que pretendan hacer sentir mal a los venezolanos que tengan una  orientación sexual distinta. Creo en una sociedad que se respeta a todo  el mundo, tengo una visión progresista de la vida», comentó para después aclarar: «la vida no me la ha dado (una novia). La estoy buscando».
En su mitin de 
cierre de campaña en la avenida Bolívar de Caracas del domingo pasado apareció su novia actual, una bella presentadora de televisión llamada 
Caterina Valentino, que animó el escenario de la multitudinaria concentración mientras Capriles recorría la abarrotada avenida.
 
Pero Maduro ha continuado con sus ataques sexistas. Hace  tres días dijo en San Juan de los Morros, Guárico, que él no es  homófobo: «si yo fuera homosexual, lo asumiría con orgullo a los cuatro  vientos, y amaría a quien me tocara amar con el corazón, sin problemas».
Ayer, un día antes del cierre de campaña, dijo en  Barquisimeto, estado Lara, que en «la noche la pasaría mal porque no  saludó a su mujer durante el día», siguiendo los pasos de Chávez que un  14 de febrero del 2000, Día de San Valentín, dijo por la radio a su  mujer Marisabel «espérame esta noche que te voy a dar lo tuyo».
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