“Llegan días feroces. Ahora vivimos una telenovela muy grande que es  todo el país. El melodrama está en la calle”, dice en vísperas de las  elecciones del domingo, Leonardo Padrón, poeta, guionista de cine y uno  de los escritores de telenovelas de mayor éxito en Venezuela, donde el  género es más que un arte. Un artículo suyo, publicado recientemente por el diario El Nacional con el título “Se busca un país” ha tenido una gran repercusión en una sociedad extenuada por la  polarización política de los últimos años. “Aquí todos estamos agotados  de tanto desencuentro, tanta agresión mutua, tanto reventarnos la madre  en el idioma. La calle es un desafinado coro de rencor (…) solo  aspiramos a la pluralidad, el bienestar, la conciliación”, escribió  Padrón, un hombre de izquierdas, para quien esa Venezuela con la que  sueña solo es posible si gana Henrique Capriles, el candidato opositor,  ahora que Hugo Chávez, “el gran showman” se ha ido.
El escritor acaba de denunciar ante la fiscalía que durante los  últimos cuatro días ha recibido “más de 80 llamadas diarias” al móvil y  al teléfono de su casa con amenazas de muerte. “Me decían: Te vamos a  quebrar escuálido de mierda, vete de este país. Tuve que desconectar los  aparatos para poder dormir”. No es la primera vez que sufre esta clase  de intimidación. Hace dos años hackearon su correo electrónico y días después el presentador del programa oficialista La Hojilla, un martillo de disidentes, leyó a cámara varios de su e-mails.  “Durante 14 años Chávez construyó un discurso de amor con una gramática  del odio”, afirma Padrón, que jamás ha pensado abandonar su país.
Un millón de venezolanos se han exiliado en estos años, entre ellos  muchos autores de telenovelas. “Ha sido una diáspora comparable a la de  los técnicos de la petrolera PDVSA”, dice el escritor Ibsen Martínez, que vuelve al género después de 20 años con Nora, la emprendedora, un culebrón, que producido por Televén, el Canal 13 mexicano y  Telemundo, se estrenará a finales de año, y publica una nueva novela, Simpatía por King Kong.  “La telenovela no es una historieta rosa. En América Latina es una  metáfora del populismo y tiene un discurso retributivo. Casi siempre el  protagonista busca salir de la pobreza sin crear riqueza, recuperando el  patrimonio que le han arrebatado. He vuelto a los guiones porque quiero  probar como funciona en este contexto de neopopulismo. Ahora tenemos a  un heredero torpón (el presidente encargado, Nicolás Maduro) que va a  despilfarrar la herencia de su padre (Chávez) y se enfrenta a un galán  (Capriles) que corteja a la heroína (Venezuela)”.
La época dorada de las telenovelas venezolanas fue entre mediados  entre los años 70 y mediados los 90, su éxito superaba a las de Colombia  y México y se vendían con fruición en el mundo islámico. Después el  negocio se empezó a venir abajo. Un punto de inflexión, recuerda Padrón,  fue en 2007 cuando el chavismo cerró Radio Caracas Televisión y otras  33 emisoras. “Quedó un solo canal y comenzó la pandemia de la  autocensura con la entrada en vigor de la llamada ley Resorte (Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión)”.
El nuevo orden dio lugar a situaciones cómicas. Cuenta Padrón, por ejemplo, que en La vida entera hizo decir a unos personajes que volvían temprano a casa por temor a la  inseguridad ciudadana. El régimen le obligó a quitar esa frase y la  sustituyó por otra en la que los personajes celebraban lo agradable que  era pasear de noche por Caracas “donde no te atracan como en  ¡Estocolmo!”. En Cosita Rica la experiencia fue contradictoria.  “Cree un personaje que era el alter ego de Chávez. Era presidente de  una fábrica de perfumes y era dicharachero, prosaico, autoritario. Quise  hacer una caricatura y acabó siendo el personaje más popular”. Sin  embargo, los intentos del oficialismo en el género como la telenovela Amores de barrio adentro fueron un fracaso.
La comparación de Chávez con su heredero es inevitable. “Maduro ha  resultado ser más mediocre de lo que pensábamos. Es desangelado,  inseguro y no tiene gracia ni ascendencia dentro del partido del  Gobierno porque ninguno de los que ahora mandan la tiene”, afirma César Miguel Rondón,  director del programa matinal de radio de mayor audiencia actualmente  en Venezuela y también antiguo escritor de telenovelas. Esa  circunstancia, apunta, podría tener consecuencias si parte del  electorado chavista se abstiene al faltar el comandante.
“En los 100 días de Maduro el deterioro del Gobierno se ha acelerado  al tiempo que la desmoralización general del país”, asegura. “Capriles  ha sabido frenar la desbandada y la depresión que cundió entre las filas  de la oposición tras la derrota del pasado 7 de octubre y ahora corre con el viento a favor, mientras que Maduro ha fallado  todos los golpes Va perdiendo en intención de voto uno o dos puntos  diarios de la ventaja que tenía.”. Algunos sondeos de opinión  telefónicos indican que esa diferencia es ahora de tan solo un 6%.
Los tres autores pronostican un resultado final estrecho, no  descartan que se produzcan incidentes -”estamos en un tris de la  violencia”, dice Rondón- y esperan que las fuerzas armadas sean  imparciales y garanticen el orden constitucional, pero sobre todo  confían en que los comicios abran una nueva etapa política. Sin odio,  sin amenazas de muerte ni secuestros exprés, donde la violencia del  hampa no se confunda con la del poder y donde las discusiones más  fuertes vuelvan a ser de béisbol. Quieren recuperar su país.