Detrás de la Fórmula 1 en Bahrein
	
	
	
	
	
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	El 21 de abril tuvo 
lugar la carrera de Fórmula 1 en el Circuito Internacional de Bahrein 
(BIC, por sus siglas en inglés), construido en pleno desierto. Sebastian
 Vettel se impuso a Kimi Raikkonen por 9,11 segundos y hubo entusiasmo 
por el emocionante espectáculo. Otros ni pudieron verlo por televisión. 
Siguen presos muchos de quienes en febrero del 2011 encabezaron una 
manifestación en demanda de autodeterminación, defensa de los derechos 
humanos y respeto a su dignidad. Fue violentamente reprimida 
(www.bahrainrights.org, 14-2-13). A algunos de ellos se les ha negado 
durante semanas la posibilidad de que los visitaran su familia y sus 
abogados. 
Un informe de Centro de Derechos Humanos de Bahrein 
(BCHR, por sus siglas en inglés) señala que la represión ha continuado 
desde entonces: el número de prisioneros políticos asciende a varios 
centenares, persiste la tortura y los hospitales siguen militarizados 
(www.bahrainrights.org, 8-4-13). La impunidad es regla dominante bajo el
 régimen bareiní, que ha instalado en la práctica un sistema de 
apartheid en el que los pobladores originarios, chiítas en su mayoría, 
son ciudadanos de segunda.
 
El lector tal vez se pregunte qué 
relación podría existir entre las carreras de Fórmula 1 y los hechos 
mencionados. Existe y no es de poca monta: los arrestos recrudecen. La 
semana anterior a la carrera, la policía detuvo a 60 personas de las 
zonas residenciales alrededor del BIC tras allanar sus viviendas 
previamente gaseadas. “Las fuerzas de seguridad atacaron a cuatro 
colegios secundarios, lanzaron bombas de gas lacrimógeno y detuvieron a 
varios. No obstante la presencia de las cámaras de televisión, uno de 
los estudiantes fue severamente golpeado” (www.independent.co.uk, 
21-4-13).
 
El BIC fue erigido para atraer extranjeros, conseguir 
una derrama de 500 millones de dólares y conferirle al régimen una 
máscara de liberalidad tranquilizadora: todo está bien, todos trabajan 
como siempre, el país progresa, hay carreras de automóviles de Fórmula 1
 cada año. Pero el rostro que esta máscara oculta es siniestro, está 
marcado por la constante violación de los derechos humanos y no hay 
Fórmula 1 que lo pueda lavar.
 
No sólo se tortura a los opositores
 políticos en locales de las fuerzas de seguridad: desde hace más de un 
año funcionan también centros clandestinos de detención. Se trata de 
atajar las protestas durante el período de la carrera y el Gran Premio 
pueda otorgarse sin inconvenientes reveladores (www.bahrainrights.org, 
16-3-12). Un equipo de la ITN, importante empresa informativa británica,
 fue expulsado antes de la carrera por filmar manifestaciones 
callejeras. El periodista Justin Gengler indicó en Foreign Office: “La 
carrera, que se realiza no lejos del Palacio Shakir, fue sobre todo 
concebida para diversión de la élite de la sociedad y muestra con 
claridad las prioridades sociales y económicas fuera de lugar de la 
familia gobernante”.
 
Y para tapar lo otro. Cuando la carrera del 
2012, Salah Abbas Habib, padre de cuatro hijos y hombre muy respetado de
 la oposición, fue detenido por la policía, golpeado y baleado. Su 
cuerpo se encontró al día siguiente (//bahrainrights.hopto.org, 
21-4-12). Ese mismo año fue arrestado un grupo de menores. Algunos 
fueron arrojados a la calle desde el techo de la casa donde se 
encontraban. El 18 de abril de 2011, las fuerzas de seguridad arrestaron
 a cuatro niños. Uno de ellos era Mahdi Salah Al-Khawaja, de 13 años: a 
punta de pistola lo obligaron a presenciar la golpiza propinada a su 
padre, cómo lo arrojaban desde el techo de la casa y cómo violaban a su 
madre. Es de imaginar el trauma que lo afecta.
 
Algo preocupa a 
EE.UU. y Gran Bretaña la inestabilidad política en Bahrein, pero nada 
hacen para que las persecuciones cesen. Londres, en cambio, vende armas 
al régimen, pese a que la agencia Standard & Poor’s emitió a 
comienzos del año pasado un documento sin vueltas sobre la economía de 
Bahrein: señala que “la dinámica del conflicto político interno no ha 
cambiado, con una polarización afianzada que indica tensiones 
prolongadas” (www.guardian.co.uk, 30-1-12). La situación no se modificó 
en el 2012 ni en lo que va del 2013.
 
Bernie Ecclestone, el 
magnate británico cuyas empresas gestionan y administran las carreras de
 Fórmula 1, no complació demasiado a sus anfitriones bareiníes: calificó
 al gobierno de “realmente estúpido” por seguir con la competencia 
porque su rechazo se ha convertido en plataforma de los grupos de 
oposición (//middleeastvoices.voanews.com, 24-4-13). Al parecer ignora 
con qué métodos el régimen se ocupa de ellos.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-218905-2013-04-28.html