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| General: La manipulación mediatica en manos del poder Choisir un autre rubrique de messages
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| De: Quico º  (message original) | Envoyé: 14/05/2013 22:05 | 
 | Por Aurora LabioNúmero 43
  IntroducciónA mitad de los años 
              setenta, Herbert Schiller escribía The Mind Managers1, 
              una obra que se adelantaba a su tiempo al analizar los mecanismos 
              utilizados por los medios de comunicación para manipular 
              a la opinión pública. El análisis del escritor 
              estadounidense no puede estar más de actualidad. Treinta 
              años después, los procesos de concentración 
              y transnacionalización han convertido a la comunicación 
              y la información en negocios seguros, por sus beneficios 
              y por su capacidad de influir sobre la población mundial.
 Una sociedad globalizada en términos 
              económicos, es una sociedad uniformada en términos 
              culturales e informativos. No es nuevo esto que decimos. De hecho, 
              cuando en los ochenta se produzca el intento de establecer un Nuevo 
              Orden Económico Internacional, vendrá ineludiblemente 
              asociado a la creación también de un Nuevo Orden Mundial 
              de la Información y la Comunicación. Se ponía 
              así de manifiesto que la hegemonía de una elite de 
              naciones sobre el resto no era sólo una cuestión económica, 
              sino que estaba produciendo al mismo tiempo desigualdades en el 
              acceso y distribución de contenidos.  Desde entonces, estas condiciones 
              no han mejorado, sino que se han agudizado con la complacencia de 
              un sistema que se autolegitima a través de los medios de 
              comunicación. No es el único mecanismo utilizado. 
              En realidad, las propias reglas de la dinámica capitalista 
              ayudan a que los medios sean, en ocasiones, el refugio en el que 
              descansar. En otras, facilitan la comprensión de un solo 
              modo de ver el mundo, el único posible, que convierte en 
              extraño al pensamiento alternativo. En ambos casos, la definición 
              de los mensajes se encuentra perfectamente estructurada para plantear 
              pocas dudas al sistema, fomentar su supervivencia a través 
              del consumo y relajar las mentes sobre el cómodo diván 
              del entretenimiento. En esta tarea, resulta especialmente 
              interesante el análisis de la capa superficial de los contenidos, 
              empeñados en demostrar valores como libertad, pluralismo 
              e independencia. Ya hemos advertido en otros estudios que los propios 
              medios alaban las bondades del sistema. Hablan así de la 
              prensa como el cuarto poder, rechazan que exista cualquier posibilidad 
              de censura en las democracias actuales y venden el espejismo de 
              unas sociedades en libertad.  Analizando esto que decimos en el 
              caso de Estados Unidos, Schiller advertía en la citada obra 
              sobre la existencia de hasta cinco mitos en la estructura de los 
              contenidos. Aunque coincidimos con el autor norteamericano, echamos 
              en falta en su análisis el establecimiento de relaciones 
              entre dichos mitos, cuya última intención se entiende 
              sólo a partir de su interdependencia.   Una reinterpretación 
              de los mitos de SchillerSchiller comienza 
              haciendo referencia a la exaltación del individualismo, bajo 
              cuyos preceptos se fomenta la propiedad privada como culminación 
              del bienestar humano. Ello, sin embargo, requerirá de un 
              contexto adecuado, imperturbable, que permita asumir esta realidad 
              sin que aparezcan dudas. Es así como aparece el segundo mito, 
              la neutralidad, a la que nos hemos referido más arriba cuando 
              hablábamos de la apariencia de un sistema ideal que niega 
              la manipulación como forma de control social. Es decir, el 
              individuo puede vivir tranquilo acumulando bienes como el resto 
              de sus semejantes y con la seguridad de estar protegido por un modelo 
              de estado neutral en todas sus ramificaciones. Precisamente, en 
              este contexto cobra sentido otro de los mitos, el del pluralismo 
              de los medios, garantes de la conformación de una opinión 
              pública bien formada. La creencia de que la cantidad de canales 
              y la abundancia de información aseguran la diversidad y el 
              pensamiento alternativo se configura como uno de los ejes más 
              determinantes de la manipulación. Los ciudadanos confían 
              en los medios, a los que tradicional y teóricamente, se les 
              han otorgado los valores sobre los que se asientan las democracias 
              actuales. La discrepancia otorga además el valor definitivo 
              de pluralidad, aunque se trate sólo del disfraz de un verdadero 
              elemento herético. Si este último apareciera, el sistema 
              realmente terminaría por expulsarlo o engullirlo.
 A estos mitos se le unen dos más, 
              opuestos y complementarios a la vez: el que se refiere a la ausencia 
              de análisis sobre los conflictos sociales y el que apela 
              a las emociones humanas que justifican la demanda de un tipo concreto 
              de mensajes. De esta forma, se evitará poner el acento en 
              profundizar sobre las desigualdades existentes. A cambio, se procederá 
              a sustituir estos contenidos por caudales informativos banales que, 
              al fin y al cabo responden a las exigencias y peticiones del público. 
               La interrelación de estos 
              mecanismos en la estructura del mensaje asegura el orden y la incapacidad 
              de reacción. Es el triunfo del sistema sobre el individuo, 
              relegado a su papel de productor y consumidor de bienes, plegado 
              a los intereses del deber y tener antes que a los del querer y ser. 
              Sobre esta cuestión ha escrito Armand Mattelart:   
              
En nombre de los imperativos categóricos 
                del planeta tecno-financiero, arquetipo de las redes emancipadas 
                de las fronteras históricas y de las culturas diferentes, 
                la utopía neoliberal le ha fijado al devenir del globo 
                un horizonte insuperable, de que ha sido proscrito el ideal de 
                igualdad y justicia, donde la matriz utopiaza se ha inspirado 
                durante mucho tiempo. Nada de grandes tema, grandes conflictos, 
                sino soluciones técnicas, una ‘gestión gerencial 
                desembarazada de preocupaciones de hegemonía política’, 
                según el vocabulario puesto en circulación por las 
                grandes agencias mundiales de intermediarios. Nada de grandes 
                relatos de liberación, sino fragmentos tecnoutópicos 
                de mirada miope. Con la desaparición de la guerra fría 
                y del equilibrio del terror, las sociedades humanas habrían 
                alcanzado el `punto final de la evolución ideológica 
                del hombre’. Por consiguiente, ninguna necesidad para los 
                ciudadanos ascendidos a consumidores/públicos soberanos 
                de resistir al orden establecido, sino la obligación neodarwiniana 
                de adaptarse al nuevo entorno competencial del librecambismo mundial. 
                No ya sólo la survival of the fittest, la supervivencia 
                de los más aptos, sino la survival of the fastest, 
                la de los más veloces. (...) Sólo está legitimada 
                la ‘república mercantil universal’ en su versión 
                remozada: la global democratic marketplace2.No resulta así inocente la 
              emanación de unos mensajes informativos por parte de unos 
              medios de comunicación que han perdido (si es que alguna 
              vez lo tuvieron) su carácter independiente, para pasar a 
              formar parte de corporaciones conectadas directamente con intereses 
              económicos y políticos. De esta forma, la globalización, 
              en términos informativos, nos hace que hablemos del poder 
              mediático, entendido éste como una ramificación 
              más del poder político-económico en el mundo. Siguiendo a Ramón Reig, “toda 
              estructura de Poder precisa de un discurso, de unos mensajes que 
              la consoliden”3. Evidentemente, 
              estos contenidos fomentarán la legitimidad del Sistema, no 
              sólo a través de la publicidad que incita al consumo, 
              sino también a través de informaciones homogéneas 
              donde es imposible la réplica. No ha de confundir el receptor, 
              en este sentido, las diferencias líneas ideológicas 
              de los medios –marcadas en muchas ocasiones por la necesidad 
              de cubrir cuotas de mercado- con el mensaje unánime que alaba 
              las bondades de la Economía de Mercado. La mercantilización de los 
              medios es tal que los contenidos se intoxican para lograr la venta 
              del producto informativo. La espectacularidad como característica 
              indispensable está presente en la mayoría de las parrillas 
              televisivas de todos los países. Tampoco la prensa denominada 
              más seria ha podido huir de la tabloidización de sus 
              contenidos, que paulatinamente van dando prioridad a temas más 
              ligeros y que cumplan de forma fundamental la función de 
              entretener.  Además, incluso algunas informaciones 
              encierran una publicidad encubierta basada en los intereses empresariales 
              de la compañía a la que pertenece el medio. Es el 
              caso de la promoción de ciertos escritores, que publican 
              en la editora del Grupo, o de ciertos cineastas que reciben el respaldo 
              de su filial audiovisual. Es la muerte definitiva del Cuarto Poder 
              y el descubrimiento de una nueva forma de hacer periodismo, sometido 
              a las leyes del mercado y a sus formas de manipulación. Grupos, poder y manipulaciónEn la actualidad, 
              el panorama mediático nos muestra una maraña de empresas 
              de la comunicación al servicio de un mismo interés: 
              el sistema de economía de mercado. Por eso, aunque podamos 
              descubrir tendencias políticas en muchos medios de comunicación, 
              mantenemos la tesis de que la verdadera ideología dominante 
              en dichos medios se alinea con las bases sobre las que se asienta 
              el capitalismo.
 Si queremos entender todo esto en 
              sentido práctico, sólo tendremos que detenernos en 
              el estudio que la propia realidad periodística nos muestra 
              a diario. Nos referimos, de manera concreta, a la cantidad de noticias 
              de las que se hacen eco los propios medios de comunicación 
              y que constituyen la mejor prueba de las complejas relaciones que 
              se establecen en la estructura informativa. Descubrimos así 
              la imposibilidad de entender los medios como empresas aisladas que 
              asumen su función pública como tarea prioritaria. 
              Más allá de esto, los intereses y las relaciones entre 
              las grandes corporaciones del sector, y de otras industrias, se 
              nos revelan como elementos claves para comprender el sometimiento 
              informativo a la ideología neoliberal. Podemos comprobar esto a través 
              de un ejemplo en el que aplicaremos consideraciones de metodología 
              estructuralista. En junio de este 2002, saltaba la noticia de que 
              Rupert Murdoch, magnate de la comunicación tras el que se 
              encuentra el grupo News Corporation, compraba la plataforma digital 
              italiana Stream al grupo Vivendi. Meses antes, atendiendo a otra 
              noticia, nos enterábamos de que Fox News, también 
              de News Corporation, superaba en audiencia a la cadena norteamericana 
              CNN, del conglomerado America On Line-Time Warner.  El análisis de esta información 
              nos lleva a establecer una serie de vínculos a partir de 
              los cuales podemos llegar hasta otros sectores, corporaciones, medios 
              y países. Por ejemplo, Vivendi es, además de un grupo 
              comunicativo, una empresa dedicada al suministro de agua. Además, 
              dentro de la información, llega hasta España gracias 
              a Canal Plus, donde curiosamente existe el canal CNN Plus, derivación 
              española del canal estadounidense que, como hemos visto, 
              está en manos de AOL-Time Warner. Y desde CNN Plus llegamos 
              hasta el grupo Prisa, grupo español que, por ejemplo, también 
              tiene intereses en México, donde llega con Santillana, El 
              País Internacional y Radiópolis. La lectura de estos datos abre el 
              camino a la comprensión de cómo son sólo unas 
              pocas las corporaciones las que dominan el mercado de los medios 
              globales Esto tiene unas consecuencias directas, desde el momento 
              que son estas compañías las catalizadoras de unos 
              mensajes predeterminados y configurados con fines propagandísticos 
              para el mantenimiento de esa estructura de poder, de la que emanan 
              y a la que se deben para su supervivencia. Sobre esta cuestión, Chomsky 
              y Herman han escrito:  
              
Los medios de comunicación 
                de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes 
                y símbolos para el ciudadano medio. Su función es 
                la de divertir, entretener e informar, así como inculcar 
                a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento 
                que les harán integrarse en las estructuras institucionales 
                de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada 
                y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, 
                el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática4.Son también estos autores 
              los que nos hablan de una serie de filtros aplicados a la información 
              por parte de los medios de comunicación que funcionan como 
              censuras implícitas en los mensajes para el mantenimiento 
              de un estado de cosas. Desde la dirección de la información 
              por la estructura de poder, al sometimiento publicitario y la configuración 
              empresarial que domina a los medios de comunicación. El poder mediático en el 
              mundo se encuentra así en manos de unas corporaciones con 
              intereses dentro y fuera de la comunicación que, además, 
              es entendida no como servicio público, sino como negocio 
              generador de beneficios. Esta realidad social contemporánea 
              es fruto de un avance capitalista precipitado tras la Segunda Guerra 
              mundial, que ha supuesto un reparto informativo del mundo que se 
              corresponde con el político y económico. Se trata 
              de una segunda ola en el proceso de globalización, donde 
              se ha impuesto una única forma de pensamiento:  
              
Grupos más potentes que 
                los Estados llevan a cabo una razia sobre el bien más precioso 
                de las democracias: la información. ¿Tratan de imponer 
                su ley al mundo entero o, por el contrario, desean abrir un nuevo 
                espacio de libertad para el ciudadano? Ni Ted Turner, de la CNN; 
                ni Rupert Murdoch, de News Corporation Limited; ni Bill Gates, 
                de Microsoft; ni otras tantas decenas de nuevos amos del mundo, 
                han sometido jamás sus proyectos al sufragio universal. 
                La democracia no se ha hecho para ellos. (...) No tienen tiempo 
                que perder, sus productos y sus ideas atraviesan sin obstáculos 
                las fronteras de un mercado globalizado. (...) Procedentes (una 
                vez más) de Estados Unidos, pero alegremente retomadas 
                por los europeos, estas nuevas prédicas sirven a los intereses 
                del capitalismo mundial5.De esta manera, en el terreno informativo, 
              también hay unas empresas que dominan el mundo y que se sitúan 
              en la zona desarrollada del planeta. Es así como comprobamos 
              que los seis grandes grupos de comunicación en el mundo son 
              norteamericanos y europeos, y que extienden su área de influencia 
              más allá de sus fronteras contribuyendo a difundir 
              un flujo informativo que conecta con sus intereses occidentales. 
               Asentados como una parte más 
              del poder económico, estos grupos cuentan además con 
              el beneplácito y la manga ancha de una elite política 
              que los protege y los ampara. En apariencia se hablará de 
              pluralismo, pero en la práctica se desregulará el 
              mercado para proseguir con las concentraciones y el ritmo cada vez 
              más salvaje en el sector. El buen entendimiento entre los 
              elementos políticos, económicos y mediáticos 
              permitirá, además, el intercambios de favores. El 
              ejecutivo apoyará el crecimiento y la ampliación en 
              los límites de la propiedad, mientras las corporaciones mantendrán 
              la unidireccionalidad del mensaje para evitar el “desorden 
              social”. Esta práctica puede alcanzar cotas de propaganda 
              en momento de crisis, como quedó puesto de manifiesto en 
              la Guerra de Irak a través de los medios americanos. Se trataba 
              de mantener favorable a la opinión pública, por lo 
              que los medios de este país se tornaron unánimes a 
              la hora de realizar un periodismo patriótico. La maquinaria 
              ha de seguir funcionando, aunque en el camino pueda quedar más 
              que herida la verdad.Sigue 
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 | El mensaje manipulado: un 
              ejemplo a través de la Guerra de IrakComo acabamos de 
              ver, la información sufre hoy en día las consecuencias 
              de un sistema mercantilizado que antepone el resultado económico 
              a la función pública. No es extraño así 
              que, en la consecución de este interés, el mensaje 
              sufra un proceso de manipulación que puede resultar más 
              que evidente, pero que también puede diluirse a través 
              de mecanismos no reconocibles por el receptor.
 Si esto ocurre con la información 
              diaria, la que se produce en momentos de crisis resulta todavía 
              más contaminada por la confluencia de intereses mercantilistas 
              con fines propagandísticos. Entre estas circunstancias, vamos 
              a destacar especialmente, las técnicas utilizadas durante 
              las distintas fases de la Guerra del Golfo, desde la primera incursión 
              norteamericana a comienzos de los noventa hasta la última 
              invasión en toda regla ocurrida durante 2003. En efecto, la primera Guerra del 
              Golfo, en 1991, puso de manifiesto las diferentes tácticas 
              empleadas para manipular la información por parte de los 
              medios occidentales, especialmente los norteamericanos. De hecho, 
              cuando se produce el bombardeo sobre Bagdad, la única televisión 
              que retransmite las imágenes es la CNN, de la que tomarán 
              la señal el resto de las cadenas de todo el mundo. Podemos 
              así afirmar que se trató de un conflicto donde se 
              censuró, se manipuló e incluso se inventó información. 
              En este sentido, la complicidad entre los grandes medios y la cúpula 
              político-militar hizo posible la retransmisión de 
              unos contenidos desvirtuados:  
              
Indeed, to understand how television 
                became ‘Pentavision’, it is necessary to consider 
                not just how negative dimensions of the management system prevented 
                news media from reporting certain aspects of the war but how readily 
                reporters succumbed to the positive side of news management, relaying 
                event through the eyes, and in the terminology, of the military. 
                (...) Euphemisms were the order of the day. Emitting a stream 
                of ‘bovine scatology’ (one of Schwarzkopf´s 
                more colourful coinages, though applied by him to journalists’ 
                stupid questions rather than to the briefings) the briefer used 
                opaque jargon to obscure reality, so that civilian casualties 
                became ‘collateral damage’ while ‘degrading 
                capabilities’ was the preferred substitution for bombing7.Así, durante los meses que 
              duró la guerra se puso de manifiesto que los periodistas 
              acataban las órdenes de sus empresas, las cuales tampoco 
              dudaron en hacer suyas las consignas dictadas por el gobierno. Se 
              trataba de hacer un periodismo patriótico, en el que la distinción 
              entre quiénes eran los buenos y quiénes los malos 
              quedara completamente clara. No sólo se censuró información, 
              sino que en ocasiones se mintió y se inventaron falsas noticias 
              con una más que sobrada intención propagandística:  
              
En 1990, la organización 
                Ciudadanos por un Kuwait Libre, consiguió convencer a una 
                América reticente de la necesidad de que estallara la guerra 
                en el Golfo. Sostenido por George Bush padre, este grupo hizo 
                creer a la prensa mundial que los soldados iraquíes habían 
                matado a niños kuwaitíes, retirándolos de 
                las incubadoras; una cínica operación de intoxicación, 
                brillantemente realizada gracias al savoir faire de un miembro 
                competidor del Rendon Group8, 
                Hill y Knowlton, cuyo antiguo responsable de la Oficina de Washington, 
                ‘Torie’ Clark, es hoy portavoz del Pentágono9.Cuando siete años después, 
              la administración Clinton bombardeó de nuevo la ciudad 
              iraquí, la historia se repitió. Fue también 
              la CNN, sorprendentemente instalada allí como única 
              emisora internacional, la que volvió a emitir para el resto 
              del planeta. Desde miles de hogares, los espectadores contemplaron 
              una lluvia de bombas, al tiempo que escuchaban el mensaje del presidente 
              estadounidense para justificar la acción. Alzándose 
              como salvador de su país y del mundo entero, Clinton arremetió 
              contra Sadam Hussein acusándole de no colaborar con los inspectores 
              de la ONU que se encontraban en Irak para comprobar si poseía 
              o no armas de destrucción masiva. Y el mundo entero creyó 
              el mensaje, aunque se produjera en medio de un proceso que cuestionaba 
              la permanencia en el cargo de Clinton debido al asunto Lewinsky. 
               Entre uno y otro acontecimiento 
              se pudo percibir, sin embargo, cierta variación a la hora 
              de informar por parte de los medios occidentales, a excepción 
              de los norteamericanos. Tras la contienda de 1991, fueron muchas 
              las voces que se alzaron en contra de la manipulación informativa 
              que se había llevado a cabo con un absoluto desprecio a la 
              verdad. La crítica dio paso a la toma de conciencia por parte 
              de la profesión periodística, especialmente en Europa. 
              Por este motivo, cuando se producen los bombardeos de 1998, podemos 
              observar una variación en la manera de informar de muchos 
              profesionales que, a pesar de las recomendaciones norteamericanas, 
              intentaron mostrar una versión alternativa. Insistimos en que estos planteamientos 
              no van a afectar a los medios norteamericanos que en 2003 vuelven 
              a alinearse con las directrices propagandísticas del gobierno 
              norteamericano. En febrero de ese año, Colin Powell muestra 
              en la ONU unas fotografías como pruebas irrefutables de que 
              Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva en 
              su territorio. Algo más que cuestionables, las imágenes 
              se convierten en la justificación necesaria para iniciar 
              la segunda Guerra del Golfo que significará finalmente el 
              desmantelamiento del régimen iraquí. Durante la invasión, los 
              medios del país se tornan unánimes en el apoyo a la 
              administración Bush. Los mecanismos utilizados demuestran 
              que la manipulación puede ser ejercida de múltiples 
              maneras. Entre las más burdas, encontramos la censura explícita 
              llevada a cabo por el gobierno norteamericano sobre el informe remitido 
              por el Gobierno de Irak a la ONU en relación a las armas 
              de destrucción masiva.  Tal y como publicó el periódico 
              alemán Die Tageszeitung en diciembre de 2002, y 
              puso de manifiesto Project Censored 2004, el ejecutivo 
              norteamericano quitó literalmente 8.000 de las 11.800 páginas 
              del informe original. En ellas se hacía referencia, según 
              un artículo publicado por Michael I. Niman en The Humanist 
              y en ArtVoice en la primavera de 2003, a las implicaciones 
              que los diferentes gobiernos norteamericanos tenían en la 
              provisión de armamento prohibido a Irak:  
              
The missing pages implicated 24 
                U.S.-based corporations ante the successive Ronald Reagan and 
                George Bush Sr. Administrations in connection with the illegal 
                supplying of Saddam Hussein’s government with myriad weapons 
                of mass destruction and the training to use them10.Pero no sólo se ocultó 
              información, también se intentó censurarla 
              afectando a la propia labor informativa. Ya hemos contado en otro 
              artículo que, poco antes de que las tropas norteamericanas 
              entraran en Bagdad, el Pentágono había pedido a los 
              periodistas que abandonaran la capital iraquí. Conscientes 
              del poder sobre la opinión pública, las tropas norteamericanas 
              preferían no contar con testigos directos en su entrada a 
              la ciudad, símbolo definitivo de la caída del régimen 
              de Sadam. Además, Colin Powell advirtió a los periodistas 
              del peligro que corrían “no sólo por la amenaza 
              de una potencial acción militar, sino por el peligro de que 
              Sadam Husein tome rehenes”11. 
              Un día antes de la toma de Bagdad, la amenaza se cumplió 
              cuando un tanque estadounidense disparó contra el Hotel Palestina, 
              donde se alojaba la prensa internacional. Dos profesionales de la 
              información, entre ellos el cámara español 
              José Couso, murieron en el ataque, justificado ante la opinión 
              pública como una acción en una zona de intensos combates. 
              Aunque la versión ofrecida fue más que puesta en duda 
              por otros periodistas presentes en Bagdad, el entonces presidente 
              del Gobierno declaró públicamente que los informadores 
              “conocían el alto riesgo que podía suponer su 
              presencia allí, riesgo que desgraciadamente se había 
              materializado”12. La afirmación 
              fue hecha por José María Aznar en un encuentro con 
              George Bush, cuya política en la guerra fue perfectamente 
              asimilada por el ejecutivo español, también en materia 
              informativa:  
              
No fue Powell el único 
                que públicamente pidió a los periodistas que huyeran 
                y dejaran de hacer su trabajo. El propio gobierno español 
                se dedicó a llamar a los responsables de los medios de 
                comunicación que tenían reporteros en la zona para 
                que los sacaran de allí. Desde Moncloa, desde vicepresidencia 
                de Gobierno, desde el Ministerio de Defensa, desde la sede del 
                Partido Popular en la calle Génova, se instaba a directores 
                y responsables de televisiones, radios y periódicos a que 
                levantaran a su gente de Bagdad. Las llamadas las efectuaban directamente 
                ministros y secretarios de Estado. Hubo una auténtica psicosis 
                de evacuación forzosa entre los reporteros que estábamos 
                en Bagdad porque el gobierno español asumía la política 
                comunicativa estadounidense. Se trataba de librar una guerra ilegal, 
                no avalada por las Naciones Unidas, y contra la que se posicionaba 
                la mayor parte de la opinión pública, por eso, cuanto 
                menos testigos hubiera mejor13.Esta estrategia de control tuvo 
              también otra ramificación a través de los “periodistas 
              empotrados”. Es decir, no sólo se mandaron consignas 
              a los medios de manera general, sino que el Pentágono se 
              encargó de incluir a informadores dentro de las unidades 
              militares. La iniciativa fue calificada como un “rotundo éxito” 
              por parte del Pentágono, pero cabe preguntarse por qué 
              fue tan celebrada a la vista de los requisitos impuestos. Por ejemplo, 
              entre las reglas a cumplir por este tipo de periodistas se encontraba 
              el que no emitieran informaciones sobre operaciones en curso a menos 
              que fueran autorizadas por el comandante al mando. En el mismo sentido, 
              sólo se podrían publicar datos relevantes a la fecha, 
              hora o localización de las misiones y acciones militares 
              si eran descritos en términos generales. Se producía, 
              de esta forma, una rendición de la labor informativa al mando 
              militar, quedando los periodistas “cautivos, prisioneros”14 
              de las unidades a las que acompañaban. Si esta tarea de control se produce 
              de manera efectiva, existe otra forma de manipulación informativa, 
              en este caso por omisión. Nos referimos a la ocultación 
              de elementos que pueden provocar una actitud negativa de la opinión 
              pública respecto a la Guerra de Irak. Famosas fueron las 
              fotos de los ataúdes con banderas norteamericanas que transportaban 
              los cuerpos sin vida de soldados caídos en Irak, pero tampoco 
              cuentan nada los medios de aquellos heridos en la guerra. La consigna 
              es que no se vean las secuelas que el conflicto está dejando 
              también sobre el ejército norteamericano, en la mayor 
              parte de las ocasiones jóvenes menores de treinta años 
              que quedan mutilados de por vida ante el desconocimiento de la población 
              en general. Según información publicada en El 
              Mundo en enero de 2004:  
              
Al menos 10 soldados americanos 
                resultan heridos cada día en Irak. La proporción 
                es ya de siete por cada uno de los 496 muertos, pero el Pentágono 
                es cada vez más impreciso. El último parte oficial 
                habla de 2.89 heridos, aunque hace tres semanas trascendió 
                la noticia de que se han producido otras 8.581 ‘evacuaciones 
                médicas’ desde que empezó la guerra, muchas 
                de ellas causada por la misteriosa neumonía que unos atribuyen 
                a las vacunas del ántrax y otros al uranio empobrecido15.Todas estas técnicas intentarán 
              además la exaltación patriótica, con oscuros 
              ejemplos, como el del rescate de la soldado Lynch, más cerca 
              de un guión de Hollywood que de la auténtica realidad. 
              Se trataba de una forma de apelar a las emociones de la población, 
              que recibe con entusiasmo las actitudes heroicas que rescatan además 
              el mito de la patria como sentimiento colectivo16. Así pues, la combinación 
              de elementos simplificadores, la censura y el control de la información 
              fueron determinantes a la hora de lanzar un mensaje manipulado y 
              al servicio de la elite dominante en Estados Unidos. Un año 
              después de la invasión a Irak, el ejecutivo estadounidense 
              reconoció que no había encontrado armas de destrucción 
              masiva en Irak y que era también improbable encontrar nexos 
              de unión entre Al Quaeda y el régimen de Sadam Hussein. 
              Poco importaba. Los estadounidenses habían asumido el mensaje 
              manipulado: la Guerra de Irak formaba parte ya de la política 
              internacional de su país.  
 Notas: 1 
              Vid. en español: SCHILLER, Herbert I. : Los manipuladores 
              de cerebros, Ed. Gedisa, 2ª Edición, Barcelona, 
              1987. La primera edición es de 1974, Buenos Aires.2 MATTELART, Armand: Historia 
              de la utopía planetaria. De la ciudad profética a 
              la sociedad global, Ediciones Paidós Ibérica, 
              Barcelona, 2000, pp. 431-432. Título original: Histoire de 
              l’utopie planétarie: de la cité prophétique 
              à la société globale. Publicado en Éditions 
              La Découverte s& Syros, París, 1999.
 3 Vid. REIG, Ramón: Dioses 
              y Diablos mediáticos, Urano Tendencias, Barcelona, 2004, 
              p. 125.
 4 CHOMSKY, Noam y HERMAN, Edward: 
              Los guardianes de la libertad, Traducción de Carme Castells, 
              Grijalbo, Mondadori, Barcelona, 1990. Vid. PINEDA CACHERO, Antonio: 
              “El modelo de propaganda de Noam Chomsky; medios mainstream 
              y control del pensamiento”, en Ámbitos, número 
              6, Universidad de Sevilla, 2001.
 5 RAMONET, Ignacio: La tiranía 
              de la comunicación, Editorial Debate, Barcelona, 2002, 
              pp. 165-166.
 6 Vid. SIERRA, Francisco: “Guerra 
              informativa y sociedad televigilada”, en Voces y Culturas, 
              nº 15, I Semestre 2000, pp. 89-105.
 7 CARRUTHERS, Susan L.: The 
              Media at War, Ed. Macmillan Press Ltd., London, 2000, pp. 142-143.
 8El autor se refiere a la empresa 
              Rendon Group, dedicada a la ejecución de campañas 
              de propaganda clandestina por encargo del Pentágono.
 9 “Los dos frentes de la 
              noticia”, Suplemento El Semanal, 30 de marzo de 2003, 
              p. 20.
 10 Véase Censored 
              2004, Media Democracy in Action, Seven Stories Press, New York, 
              USA, 2003, p. 42. Extraido del artículo “What Bush 
              Didn’t Want You to Know about Iraq”, firmado por Michael 
              I. Niman en The Humanist and ArtVoice, March/April 2003.
 11 SISTIAGA, Jon: Ninguna 
              guerra se parece a otra, Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 
              2004, p. 133.
 12 Vid. “Aznar dice que 
              los periodistas muertos ‘asumieron el riesgo’”, 
              en El Mundo, jueves 10 de abril de 2003, p. 14.
 13 SISTIAGA, Jon: Op. Cit. 
              pp. 133-134.
 14 Vid. FERREIRA, Leonardo y 
              SARMIENTO, Miguel: “Prensa en Estados Unidos ¿un siglo 
              de ética perdida?, en Chasqui, nº 85, Marzo 
              2004, pp. 63-64.
 15 Vid. “Los lisiados 
              ocultos de Bush”, en Crónica, El Mundo, domingo 
              11 de enero de 2004, pp. 6-7.
 16 Vid. LABIO BERNAL, Aurora: 
              “Medios de comunicación y propaganda. El caso de Elián 
              González”, en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 
              número 9, 2003, pp. 189-202.
 
 Referencias: AA.VV.: Censored 2004, Media 
              Democracy in Action, Seven Stories Press, New Cork, USA, 2003.CARRUTHERS, Susan L.: The Media at War, Ed. Macmillan Press 
              Ltd., London, 2000.
 CHOMSKY, Noam y HERMAN, Edward: Los guardianes de la libertad, 
              Traducción de Carme Castells, Grijalbo, Mondadori, Barcelona, 
              1990.
 FERREIRA, Leonardo y SARMIENTO, Miguel: “Prensa en Estados 
              Unidos ¿un siglo de ética perdida?, en Chasqui, 
              nº 85, Marzo 2004, pp. 63-64.
 LABIO BERNAL, Aurora: “Medios de comunicación y propaganda. 
              El caso de Elián González”, en Estudios 
              sobre el Mensaje Periodístico, número 9, 2003, 
              pp. 189-202.
 MATTELART, Armand: Historia de la utopía planetaria. 
              De la ciudad profética a la sociedad global, Ediciones 
              Paidós Ibérica, Barcelona, 2000.
 PINEDA CACHERO, Antonio: “El modelo de propaganda de Noam 
              Chomsky; medios mainstream y control del pensamiento”, en 
               Ámbitos, número 6, Universidad de Sevilla, 
              2001, pp. 191-210.
 RAMONET, Ignacio: La tiranía de la comunicación, 
              Editorial Debate, Barcelona, 2002.
 REIG, Ramón: Dioses y Diablos mediáticos, 
              Urano Tendencias, Barcelona, 2004.
 SCHILLER, Herbert I. : Los manipuladores de cerebros, Ed. 
              Gedisa, 2ª Edición, Barcelona, 1987.
 SIERRA, Francisco: “Guerra informativa y sociedad televigilada”, 
              en Voces y Culturas, nº 15, I Semestre 2000, pp. 89-105.
 SISTIAGA, Jon: Ninguna guerra se parece a otra, Ed. Plaza 
              y Janés, Barcelona, 2004.
 “Aznar dice que los periodistas muertos ‘asumieron el 
              riesgo’”, en El Mundo, jueves 10 de abril de 
              2003, p. 14.
 “Los dos frentes de la noticia”, Suplemento El Semanal, 
              30 de marzo de 2003, p. 20.
 “Los lisiados ocultos de Bush”, en Crónica, El 
              Mundo, domingo 11 de enero de 2004, pp. 6-7.
 Dra. 
            Aurora Labio Bernal
 Universidad de Sevilla, España
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