Mientras tanto, 25% lo habría hecho por Romney. Hubo votación récord en esta población.
Si Barack Obama logró otros cuatros años en la Casa Blanca se los debe en gran medida a los votantes latinos, que este martes batieron récord de participación y fueron definitivos en los estados que terminaron inclinando la balanza en favor del actual presidente.
Más aún, los resultados de la contienda confirman que este segmento del electorado se ha convertido en todo un bastión imposible de ignorar si se quiere hacer política en el país.
De acuerdo como los primeros exit polls y totales que se han conocido, más del 70 por ciento de ellos se inclinó por el candidato demócrata mientras que solo un 25 lo habría hecho por su rival, el republicano, Mitt Romney. El número no sería tan importante de no ser por que los hispanos representaron cerca del 10 por ciento del parte electoral.
Un incremento neto del 1 por ciento comparado con las elecciones del 2008 y casi el doble de su participación hace apenas 10 años.
Números que seguirán creciendo a futuro pues la población hispana, que ya de por si es la minoría más grande del país, se encuentra en franca expansión.
Ese peso se sintió particularmente en estados como Nevada, Colorado, Virginia, Florida y Nuevo México donde existe una gran población de latinos y que aportaron votos al Colegio Electoral que fueron decisivos en la victoria del presidente. Estados, hay que añadir, que hasta hace poco eran considerados seguros para el partido republicano pero que desde las elecciones pasadas se vienen inclinado por los demócratas gracias al empujón que aportan los hispanos. (Vea lo que le espera a Colombia con la reelección de Obama)
Y no solo eso. Otros estados como Arizona o Texas, que llevan varias décadas siendo confiables para las toldas rojas, se han comenzado a apretar gracias al crecimiento de los hispanos y podrían pasar a la columna de los azules en elecciones venideras.
Si bien la preferencia de los hispanos por el partido demócrata es histórica, las políticas anti migratorias de los republicanos en la última década los han alejado aún más.
Y en eso las estadísticas no mienten. Cuando el ex presidente George W. Bush se la jugó por una reforma migratoria en del 2004 su apoyo entre los latinos subió al 40 por ciento.
Pero desde que el partido se tornó a la derecha y se comenzó a hablar de muros con México y deportaciones masivas, esos números han caído a niveles históricos.
Como le decía a este diario Dan Restrepo, asesor de Obama en política exterior, aunque la economía y el empleo son prioritarios para esta comunidad, los latinos son muy sensibles al tema migratorio pues conocen a alguien o tienen un pariente que ha pasado por el drama de la ilegalidad. (Lea además la reacción de Angelino Garzón a la reelección de Obama)
“Si no mejoramos con los hispanos, nunca volveremos a la Casa Blanca”, decía en tono recriminatorio Ana Navarro, estratega republicana pero de origen hispano.
Igual parecer tiene Ari Fleisher, secretario de Prensa de la Casa Blanca en los años de Bush.
“El asunto número uno que tenemos que enfrentar los republicanos es el tema los hispanos” sostuvo el exportavoz hoy convertido en analista para la cadena CNN.
Esa percepción, que ya venía de tiempo atrás entre ciertos sectores del partido, quedó refrendada con los resultados de este martes. Y probablemente provoque un cambio de tono que podría, finalmente abrir la puerta para una reforma migratoria.
Por un lado, el presidente Barack Obama ya no tiene que preocuparse por una eventual reelección y podría jugársela a fondo por una promesa que incumplió durante su primer mandato y que volvió hacer durante esta campaña.
En el caso de los republicanos, a parte de ser un asunto de supervivencia política, la reforma migratoria podría convertirse en uno de los pocos puntos de convergencia con el mandatario demócrata.
Algo que les interesa si quieren recuperar la Oficina Oval en el 2016.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
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