La mentira no importa como ni cuando, desplazó al insulto puro y duro.
El Sátrapa colombiano perdió su peón que fue reemplazado por alguien que connotaba más adhesiones.
El ínclito que se pretendía de izquierdas, desprestigiaba a esta con sus insultos y bazofias y despertaba el rechazo casi unánime.
La mentira anticomunista compulsiva despierta simpatías entre la derecha y por lo tanto es más rentable al imperio.
¡¡PERO NADA CAMBIA BAJO EL SOL!!