Lázaro Cárdenas y su compromiso con la II República Española
Lázaro Cárdenas
nació en Jiquipán de Juárez (Michoacán), en 1895. Tomó parte en la
revolución contra Victoriano Huertas y prestó servicios al gobierno de
Obregón. En 1928 fue elegido gobernador constitucional de su estado
natal. Durante su mandato se hizo muy popular en todo México; cargo que
terminó en 1932. Presidente del Partido Popular Revolucionario, fue
elegido Presidente de la República mexicana en el periodo 1934-1940.
Durante su mandato se nacionalizaron las compañías petroleras extrajeras
que se habían instalado en México. Más tarde, Cárdenas fue secretario
de Defensa hasta 1945. Murió en 1970. Los republicanos españoles siempre
estuvieron agradecidos a México y a un Presidente que supo entender lo
que sucedía en España, en esa España que quería emanciparse del
analfabetismo secular que la cubría con manto negro y de un caciquismo
que impedía crecer al pueblo y vivir dignamente.
Cárdenas, el
Presidente mexicano vio cómo la guerra había prendido en España después
de un intento fallido de golpe de Estado. En aquellos dramáticos
momentos, uno de sus principales pensamientos fueron los niños y por
ello hizo un ofrecimiento al Presidente de la República española:
"Traigan los niños para acá". Azaña agradeció tan noble gesto. No sólo
Azaña, todos los republicanos lo hicieron. Cárdenas, y con él México,
fueron fieles a la República Española y lo demostraron en todo momento. A
medida que la incivil guerra avanzaba las puertas de México se fueron
abriendo cada vez más para acoger a los republicanos que quisieran
asentarse en aquellas tierras. Lázaro Cárdenas bien sabía el valor de la
República española que plantó cara al caciquismo que paseaba por
España. Él tuvo que hacerlo también en su patria; arrancarla de las
manos que la habían exprimido hasta dejarla seca.
Aquel verano de
1936, España estaba frente a la barbarie fascista que recorría el
continente europeo. El Acuerdo de "No injerencia" del resto de los
países la dejaron sola ante el peligro nazi que ya se cernía sobre la
humanidad; primero España, después Europa y más tarde por el resto de
los continentes.
Ante aquella
soledad apareció Cárdenas, el hombre y el presidente que supo estar al
lado de la República española. Llevó el problema a la Sociedad de
Naciones esperando una respuesta que pusiera fin a lo que ocurría en la
madre patria, pero aquel organismo internacional mostraba ya su
debilidad endémica; alegando el Tratado de "No intervención europeo" se
lavaron las manos.
Allí se exilió
la República; allí tuvieron cabida los intelectuales. Tuvieron que
expatriarse por pensar; por anteponer la razón al servilismo. Cárdenas y
México abrió los brazos a los españoles que no pudieron convivir con la
imposición y bajo la bota de la dictadura franquista. Es justo que se
rinda homenaje a un hombre que sirvió a su país con una política puesta
al servicio del pueblo y que supo comprender la causa de la República
española.
Cárdenas merece
un homenaje que ahonde en lo que significó para la España vencida, para
los intelectuales, para la cultura y la dignidad de los pueblos. El
homenaje es necesario y llega cuando desde las catacumbas del franquismo
hay voces que se alzan para frenar cualquier atisbo de avance en las
libertades civiles, cuando se quiere imponer desde la Iglesia sus
verdades eternas. Esa Iglesia que siempre intentó gobernar nuestra vidas
y conciencias con el más absoluto desprecio a la diferencia.
Lázaro Cárdenas
vive en el corazón de muchos hombre y mujeres que lucharon y siguen
luchando para que la justicia y dignidad de los pueblos no sea una mero
adorno estético en las declaraciones de principios, sino la razón de ser
de la humanidad.