Censuran a VHM, a 678, a Nacional Rock, a Nacional AM870, a Tiempo Argentino,a Página 12.
Durante el último fin de semana, Raúl Zaffaroni le dejó un mensaje explícito y sintético al gobierno de Mauricio Macri: "Van a matar a alguien, no sean brutos." Queda claro que el balance de Zaffaroni, que está a horas de asumir como integrante de la Corte Interamericana de DD HH dependiente de la OEA, sobre los primeros 30 días de la administración de Cambiemos implica una lectura refinada de algo o de alguien que no lo es. Porque Macri no es aburrido como dice Beatriz Sarlo. Es brutal, como afirma Zaffaroni, tal vez el jurista más prestigioso y reconocido que tiene la Argentina en el mundo, que comparó la saga de decretos macristas con el decreto 4161 de la dictadura que nació con el Golpe del ’55 para dejar sin derechos a la mitad de la sociedad. Por eso lo brutal del macrismo no está en la banalidad de la política grosera que produciría abulia estival en ciertos círculos intelectuales. Lo realmente repudiable es la racionalidad del plan político, económico y cultural que aplica, llevándose puestas nociones elementales de la convivencia social amasada en 33 años de democracia. Pedir una cautelar para asumir un día antes de lo previsto, desconocer al Parlamento no llamando a sesiones extraordinarias porque su composición surgida del voto popular no le da mayorías legislativas, gobernar por decretos de necesidad y urgencia sin que haya ninguna necesidad y urgencia a la vista, iniciar una caza de brujas ideológica entre los empleados públicos, nombrar jueces de facto en la Corte Suprema, nombrar embajadores de facto sin acuerdo, desintegrar por decreto una ley de la democracia como la 26.522 favoreciendo al Grupo Clarín sin sonrojarse siquiera, copar el sistema de medios públicos acallando voces disidentes para convertirlo en su propio aparato de propaganda, suspender la pauta publicitaria oficial a los medios críticos con la anuencia y servidumbre de las mismas patronales periodísticas, todo esto es de una brutal racionalidad. La quita de retenciones y la devaluación de diciembre produjeron de manera instantánea una transferencia de recursos de los sectores más pobres a los más ricos de la sociedad. Los bienes y servicios disponibles para el conjunto hoy tienen menos compradores de un lado, el de los más vulnerables, y una capacidad de mayor acaparamiento del otro, el de los favorecidos. Esa revolución a la inversa, con un Estado Hood Robin que actúa de manera profundamente racional favoreciendo a unos y perjudicando a los otros, sólo puede hacerse con brutalidad. En los cuatro meses que duró el lock out agropatronal de 2008 con cortes de ruta y piquetes en todo el país no hubo represión policial y sólo un ruralista recibió una trompada de Luis D’Elía y después se hizo amigo de él. En apenas 30 días de mandato macrista, sin embargo, se cuentan por decenas los trabajadores heridos con posta de goma policial, con una mayor injerencia en los conflictos laborales del Ministerio de Seguridad que el de Trabajo. Lo que viene también es brutal. La inflación anualizada cuando se discutan paritarias en este 2016 será del orden del 50 o 60 por ciento. No se sabe todavía porque, también de modo barbárico, Macri decretó la intervención del Indec y el nuevo gerente a cargo que antes daba por Clarín el IPC-Congreso con los precios de dos supermercados, tuvo un súbito ataque de responsabilidad y admitió que no está en condiciones de hacerlo público, pese a contar con una estructura nacional vigente y activa que reúne personal altamente capacitado. En verdad, lo que quieren es negociar el índice con los sindicatos. Pautar un techo, después de que la Superintendencia de Salud volvió a manos de los gremialistas burocráticos que son oficialistas de todos los gobiernos, incluido el de Macri. Para los gremios más rebeldes, Macri prepara el rebenque de la desocupación. Ya lo avisó Alfonso Prat-Gay: tendrán que elegir entre los aumentos y el nivel de empleo en cada rubro. No es una extorsión, es lisa y llanamente una descripción del futuro inminente. Es brutal, pero es así: el modelo que Macri lleva adelante con sus CEO cierra con salarios bajos, y la garantía de que eso ocurra es una desocupación fabricada de dos dígitos desde el propio Estado, porque si el Estado despide, también lo pueden hacer los privados que entienden la señal y siempre creen que tienen planteles sobredimensionados. ¿Y por qué se necesitan salarios bajos? Para producir más barato, podría ser una explicación. No es eso, solamente. Con menos salarios se consume menos en el mercado interno y quedan más productos liberados para exportar, además producidos con menor costo salarial. Todo este panorama brutal, para ser implementado y que perdure en el tiempo lo necesario para cristalizar la regresión distributiva que buscan las cámaras empresarias alineadas con el gobierno, necesita de un mecanismo del que pocos –obviamente– hablan: el cepo informativo. La derecha política y económica necesita desconectar las causas de las consecuencias e instalar un relato ante la sociedad que produzca miedo y parálisis y, sobre todo, desorientación social, donde cada uno ande por su lado, sin relacionar lo que sufre con las decisiones políticas y económicas que hacen posible el dolor. El chivo expiatorio que promueven es el kirchnerismo, un sujeto social que sería fanáticamente hostil al nuevo modelo de acumulación económica de los dueños del poder y del dinero. Desde los nuevos medios oficialistas se trabaja en esta operación a destajo y sin el mínimo disimulo. Podemos decirlo, también: brutalmente. El kirchnerismo sería, en el relato macrista validado por los columnistas de los diarios Clarín y La Nación, una especie extirpable del conjunto ciudadano, como lo proponía aquel decreto 4161 del siglo pasado. Prometen que es con ellos, con los kirchneristas, con los peronistas, solamente la cosa. Hay algo también del discurso de la última dictadura cívico-militar retornado de prepo a la mesa de todos los días. Peligroso, persecutorio y antidemocrático. Es con el de al lado, no conmigo. Así la derecha videlista, con métodos idénticos a los del macrismo, hizo desaparecer a 30 mil argentinos. Antes eran los "extremistas", ahora los "fanáticos". O peor aún, porque en esto Videla, Macri y Hernán Lombardi, sin ser lo mismo, dicen cosas parecidas -lo que debería avergonzar a los dos últimos, al menos-, los "militantes". Son brutales, ya lo dijo Zaffaroni. Van a matar a alguien. Y van a ser responsables por eso. Deberían revisar –sobre todo Lombardi– las cosas que dijo en estos últimos meses. Están en Internet. Allí quedan. La Historia los está mirando. Ahora y en el futuro. Pero los casi 6000 caracteres que lleva hasta ahora esta columna tienen un solo propósito. Repudiar desde lo más profundo de la dignidad profesional el violento despido del maestro Víctor Hugo Morales, pero tratando de esclarecer que no lo echan por cuestiones contractuales o por las difusas libertades que tienen los concesionarios privados de la comunicación para remover a un empleado, en este caso, un periodista con mayúscula y décadas de trayectoria intachable que ayudó a hacer rica a Radio Continental y sus dueños. Es más grave que eso, y eso que esto ya es suficientemente grave. A VHM lo sacan del aire porque en términos individuales le sobra coraje para enfrentar a las corporaciones mafiosas y es el exponente más escuchado y respetado de un bloque informativo contra hegemónico capaz de relatar lo que sucede, relacionando las consecuencias con las causas, que es lo que no quieren que pase Macri y sus funcionarios gerentes. La reformulación del país de todos a uno que deja afuera de los derechos a un tercio de la población necesita el silenciamiento de profesionales como VHM, porque lo que él y otros tienen para decir resulta inaguantable a los oídos de los dueños del poder y del dinero, y porque esa prédica actúa como despertador de las conciencias ciudadanas y les explican los hechos. La operación para hacer de la Argentina un país cuya desigualdad vaya en alza y se asemeje a otros de la región donde se produce barato y se vende caro al exterior para beneficio de unos pocos y perjuicio para los muchos que no pueden consumir esos mismos bienes que el país produce, demanda que haya un empobrecimiento también de las voces críticas a ese modelo de exclusión social y, en lo posible, que no las haya o sean marginales. Censuran a VHM, a 678, a la Nacional Rock, a la Nacional AM870, a Tiempo Argentino, a Página 12 y a todos los medios antimonopólicos porque contradicen –cada uno a su modo, con distintas improntas, no todos son iguales–, el modelo de país corporativo que Macri aplica y se diseña entre los accionistas de un puñado de empresas cuya única bandera es la de rentabilidad o muerte. Y esto no es una exageración. Ya lo dijo Zaffaroni, próximo a integrarse a la CIDH: "Van a matar a alguien, no sean brutos." Y al día siguiente lo sacaron del aire a VHM con excusas vergonzosas. Aunque sutil, la censura también es una forma del crimen. No sean brutos. «
EL PAIS › DIALOGO CON EDUARDO JOZAMI, QUIEN DEJO LA DIRECCION DEL CENTRO CULTURAL HAROLDO CONTI
“Hay que construir un frente muy amplio”
Jozami presentó su renuncia a la dirección del centro que funciona en la ex ESMA y llamó a enfrentar las políticas neoliberales.
Por Adriana Meyer
“Hay que construir un frente de oposición muy amplio contra esta política neoliberal que vuelve con tanto ímpetu, si no, el futuro va a ser muy complicado para el país”, dice Eduardo Jozami, quien acaba de presentar su renuncia como director del Centro Cultural Haroldo Conti, que funciona en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA). Tras unos días de descanso, Jozami –de 76 años, ex preso político, militante de derechos humanos, abogado, profesor universitario y periodista, y a quien apodan Turco– envió una carta con su dimisión “indeclinable” al secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. “Me permito reiterar mi anhelo de que sea preservada la estabilidad laboral y funcional de todos los integrantes de nuestra institución, sin cuyo valioso concurso el Conti no hubiera podido lograr el importante reconocimiento que hoy tiene en ámbitos culturales y de derechos humanos, y en amplios sectores de la sociedad”, escribió, En diálogo con Página/12 indicó que no hubo despidos en esa institución, y que hay “un compromiso claro de que no se produzcan”, aunque destacó que el personal se encuentra alerta.
Ante la pérdida de miles de puestos de trabajo que la administración macrista está generando, Jozami sostiene que las actuales autoridades no tienen nada que objetar respecto de la plantilla de empleados del centro cultural. “Por el contrario, nosotros veníamos pidiendo más gente”, apuntó.
“Tal como le manifestara en la entrevista que sostuvimos el 21 de diciembre, mi renuncia había sido anunciada en vísperas del 10 de diciembre, con motivo de mis profundas diferencias con el programa del nuevo gobierno. Esa decisión fue postergada por unos días como consecuencia del respaldo recibido de los organismos de derechos humanos y la gestión emprendida por ellos ante esa secretaría para asegurar la continuidad de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en relación con el Archivo de la Memoria y nuestro centro cultural. En la actual situación, habiendo tomado usted conocimiento de esos planteos y de mi total solidaridad con ellos, creo que no es necesario seguir postergando mi decisión”, reza la carta a Avruj. “El carácter indeclinable de mi renuncia no excluye mi disposición a atender las conversaciones y pedidos que requiera la transición en la dirección del centro cultural”, agrega.
Días atrás, por estar fuera de la Ciudad de Buenos Aires, Jozami envió una nota a los organismos de derechos humanos para adherir al abrazo convocado para asegurar la actividad del Archivo Nacional de la Memoria y defender la preservación de la documentación allí reunida, imprescindible para la continuidad de los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Allí mencionó que “los organismos de derechos humanos han sido protagonistas centrales en la creación y desarrollo de los Espacios de Memoria, hoy es necesario reconocerlos como actores ineludibles en el Espacio de la ex ESMA, y ésta será una garantía para la continuidad de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia en momentos en que el desconocimiento de tantos derechos en la práctica de gobierno alimenta nuestra inquietud en relación con los derechos humanos”.
–¿Piensa que quedará en pie lo que se hizo durante su gestión?
–No hay que adelantarse, el secretario de Derechos Humanos dijo que respetará lo que se hizo. Puede haber dudas o sospechas de que se modifiquen esas líneas, pero no quiero fantasear ni usar un libreto. En estos ocho años en el Conti tuvimos especial preocupación por garantizar la pluralidad, hubo actividades con kirchneristas pero también con Beatriz Sarlo, Hugo Vezzetti o Luis Brandoni.
–¿No era una alternativa quedarse?
–No en mi caso, yo era un director nacional nombrado por el Poder Ejecutivo, mi salida no se le puede cuestionar desde lo formal al nuevo gobierno. Con una fuerte presencia de los organismos de derechos humanos se intentó condicionar lo más posible la transición, y por eso demoré en presentar la renuncia. Pero no dio la ecuación de fuerzas, y yo ya había adelantado que me iba por diferencias profundas con el gobierno de Mauricio Macri. Los organismos querían debatir el destino de todo lo que se construyó, por eso me pidieron que me quedara para estar unidos frente al reclamo. Pero esa etapa terminó.
–En lo personal, ¿cómo seguirá su vida?
–Por la alarma que me despierta lo que está sucediendo voy a intensificar mi militancia, hay que armar un frente opositor muy amplio para enfrentar el regreso tan virulento del neoliberalismo. Y seguiré escribiendo, en mi actividad universitaria y atento a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia con las que redoblé mi compromiso durante estos años.
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Jozami pidió que se preserve “la estabilidad laboral y funcional” de los trabajadores del Conti.