El candidato republicano que avivó a la extrema derecha obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en el presidente N° 45 de EE.UU.
El candidato republicano Donald Trump obtuvo 279 votos electorales y se convirtió en el presidente N° 45 de Estados Unidos tras vencer a su principal contrincante, la demócrata Hillary Clinton, que obtuvo 218.
En su primer discurso como presidente, Trump aseveró que "si trabajamos juntos podemos comenzar la tarea de reconstruir nuestro país". Expresó que "ahora es momento de que EE.UU. cure las heridas de la división trabajando juntos. Debemos unirnos como un solo pueblo".
Se comprometió a ser el presidente de todos los estadounidenses y aseguró que EE.UU. tendrá buenas relaciones con las naciones del mundo.
Trump tuvo al mass media en contra durante su campaña electoral, debido a que le acusaban de xenófobo, misógino y racista, debido a sus fuertes declaraciones sobre inmigrantes, entre ellas, la construcción de un muro en la frontera entre México y EE.UU.
En junio de 2015, desde la torre Trump, el empresario con ascendencia alemana y escocesa anunció su candidatura formal para las elecciones presidenciales 2016 de la mano del Partido Republicano.
Su campaña electoral estuvo sellada por una serie de propuestas que calaron en el público anti establishment y exacerbaron la extrema derecha nacional e internacional. Algunas milicias partidarias de Trump aseguraron previamente que estarían "alertas para defender los resultados".
Las promesas de Trump sobre migración
Muro Fronterizo
La construcción de la obra en la frontera sur con México para frenar los flujos de inmigración clandestina. “México debe pagar el muro”, precisó Trump. La frontera entre Estados Unidos y México mide 3 mil 185 kilómetros, lo que implicaría que la obra tendría un costo gigantesco, de miles de millones de dólares.
Expulsar a inmigrantes indocumentados
El plan de Trump de deportar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados encogería la población estadounidense en un tres por ciento.
Con esta medida la economía estadounidense sufriría por la falta de esa mano de obra –que además es barata- y adicionalmente por los enormes costos, entre 400 mil y 600 mil millones de dólares que llevaría esa gigantesca labor, según el grupo conservador Action Forum en los que incurriría el Gobierno.
Los mexicanos representan casi la mitad de esa cifra. En 2014, había 5.6 millones de inmigrantes mexicanos no autorizados viviendo en Estados Unidos, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Pew.
Bloquear remesas
Una propuesta iniciada en abril para presuntamente hacer que México pague por el muro: modificar una norma dentro de la ley antiterrorismo para cortar los envíos de dinero a México hasta que se realice el pago. De acuerdo con la campaña, México perdería más de 25 mil millones de dólares por el bloqueo de remesas.
La familia Trump en una foto de Instagram de Ivanka Trump.
¿Están preparados para contemplar la distopía que se avecina?
Por más famoso que haya sido Trump en estos últimos 40 años y por más cobertura periodística que hayan tenido sus enredos amorosos y sus tres matrimonios, el público aún no sabe demasiado acerca de su familia. A continuación, un poco de información para ir conociéndolos.
Ivana Trump, 66 años
Ivana Zelnickova, nacida en Checoslovaquia, campeona de esquí y posteriormente modelo, conoció al prominente magnate de los bienes raíces en Nueva York en 1977. Ese mismo año se casó con él. La pareja tuvo tres hijos, Donald hijo, Ivanka y Eric Frederick, pero a finales de los ochenta, el matrimonio se desmoronó con los rumores de un romance entre Donald y la modelo y actriz Marla Maples.
En 1990, en Aspen, Ivana se enfrentó de manera inolvidable a Marla y a Donald. En 1992, los Trump se divorciaron.
Donald hijo, 37 años
Donald Trump Jr.
Donald Trump hijo, vicepresidente ejecutivo de la Trump Organization, está casado con Vanessa Hayden, de 38, diseñadora de bolsos y ex tenista estrella de la institución Dwight School. Es bastante aburrido. Le gusta cazar.
Ivanka Trump
Ivanka, 34 años
La segunda de los hijos de Donald es la estrella de la familia. Ivanka es vicepresidenta ejecutiva de desarrollo y adquisiciones en la empresa de su padre y tiene ¡1,79 millones de seguidores en Twitter!
Modelo, diseñadora y escritora, desarrolla cada una de esas facetas con gran éxito. En 2009, se convirtió al judaísmo y se casó con Jared Kushner, el hombre que arruinó la reputación del anteriormente respetado New York Observer, desde que lo compró hace diez años. El matrimonio tiene dos hijos y espera en estos días la llegada del tercero.
Eric Frederick, 31 años
Eric Trump
A Eric le gusta matar animales de gran porte y en peligro de extinción en sus viajes de caza mayor por África. Como dijo en Twitter David Roth, de Vice Sports, tiene un parecido increíble con el personaje de Kiefer Sutherland en el film de Joel Schumacher de 1987, Jóvenes Ocultos, en el que interpretaba al líder de una pandilla de vampiros.
Hace dos años, en la propiedad Mar-a-Lago que tiene su padre en Palm Springs (Florida), Eric se casó con Lara Yunaska, de 33 años, jinete de caballos y amante de los animales.
Marla Maples, 52 años
Marla Maples
Marla Maples, nacida en Cohutta, Georgia, se casó con Donald Trump en 1993 y dio a luz a una niña, Tiffany, antes de que se divorciaran en 1999.
Marla participó en algunas películas. En La rebelión de las máquinas de Stephen King (1986), la misma película en la que estaba aquella gran canción de AC/DC Who Made Who. Diez años después actuó en Decisión Crítica, con Kurt Russell. En 1998, en la película Happiness de Todd Solondz, una muy buena película que te revuelve el estómago de lo escalofriante que es.
En 2014 lanzó un álbum de música new age llamado The Endless (El infinito). El sencillo The Pearl (La perla) empieza con la frase "She travels through time…" (Ella viaja en el tiempo). Marla grabó un video para esa canción. Se las recomiendo si les gusta bucear y hacer yoga y quieren sentirse tan tristes consigo mismos y con el resto del mundo como Laura Dern en la serie Iluminada (Por Dios, ¡ese programa era de lo mejor!).
Marla dice que aún siente algo de cariño por los Trump: "Vemos El Aprendiz y lloro cuando veo a los chicos en el programa. Estoy loca, ¡me emociono de nada!". A mí me pasa lo mismo. Ahora mismo estoy llorando mientras escribo este artículo.
Tiffany, 22 años
Tiffany Trump
Fanática apasionada del cantante y bailarín Jason Derulo, Tiffany está ahora en su último año de la Universidad de Pennsylvania. Hace poco completó una pasantía en la revista Vogue. En 2011, debutó con su sencillo Like a Bird (Como un pájaro), con la participación de $pr!te y Logiq. También trata el tema de los viajes en el tiempo.
El siguiente es un extracto de la letra de la canción, tal y como está transcrita en el sitio web Reverb Nation:
Diamonds are so shimmery (Los diamantes son tan brillantes)
Special things uncover me (Cosas especiales me dejan al descubierto)
You know whatcha say (Sabes lo que dices)
Baby, baby Don’t you go! (Nena, nena, ¡no te vayas!)
Everybody’s "partying" (Todo el mundo está de fiesta)
Obsessing over crazy things (Obsesionándose con locuras)
I just want serenity (Yo solo quiero calma)
While"living it up." (Mientras disfruto de la vida)
Melania, 45 años
Melania Trump
Nacida en Eslovenia en 1970, la modelo Melania Knauss se casó con Donald en 2005, el mismo año en el que apareció personificada como la novia de Frankenstein en un comercial de la aseguradora Aflac, junto al característico pato de la firma (interpretado por el actor Gilbert Gottfried).
El siguiente es un fragmento de su biografía, extraído de su sitio web oficial:
"En febrero de 2010, Melania Trump anunció el lanzamiento de su primera línea de joyas en conjunto con QVC,'‘joyas y relojes Melania™'. En marzo de 2013, Melania añadió a su ya extenso currículum su línea de Cuidado de la Piel, 'Complejo C6 de caviar Melania™'. Creo que la palabra"Melania" es demasiado parecida a la palabra"melanoma" como para ponerle ese nombre a una empresa de cuidados para la piel, ¿no les parece? Además, ¿alguien puede creerse que hay caviar de verdad en esa cosa?
Barron, 9 años
Barron Trump
Nacido en marzo de 2006, Barron es el hijo menor de Donald. Le gusta usar pantalones de chándal (¡Bien!). Además, le gusta jugar al tenis (genial) y al béisbol (¡fantástico!). Pero, también y lamentablemente, le gusta el deporte favorito de su padre: el golf (¡buuu!).
Traducción de Francisco de Zárate.
Esta información ha sido actualizada el 9/10/2016 tras la victoria de Donald Trump.
EL MUNDO › EL MAGNATE INMOBILIARIO DE RETORICA RACISTA Y MACHISTA CONTRADIJO LOS PRONOSTICOS Y SUPERO A CLINTON EN LAS PRESIDENCIALES DE EE.UU.
Trump dio el batacazo e hizo temblar al mundo
Al igual que lo que sucedió este año en el plebiscito por el Brexit en Gran Bretaña y por la Paz de Colombia, fallaron los pronósticos. Se abre un nuevo período en la política norteamericana y tendrá alcances globales.
Donald Trump dio anoche el batacazo al hacerse elegir como el próximo presidente de los Estados Unidos, venciendo en una elección sorprendente a su rival, Hillary Clinton. El magnate, derrotaba al cierre de esta edición por un estrecho margen el estado clave de Florida y sumaba además otros distritos en disputa como Carolina del Norte, Ohio y Iowa, que sumado a resultados sólidos en el 'cinturón del óxido' en el norte del país le alcanzaban para superar en el Colegio Electoral los 270 votos necesarios para adjudicarse la elección. El Partido Republicano, además, obtenía mayorías en en las dos cámaras del Congreso. El resultado volvió a contrariar a la mayoría de los pronósticos, que al igual que lo que sucedió este año en el plebiscito por el Brexit en Gran Bretaña y por la Paz de Colombia, fallaron. La victoria del magnate abre un nuevo período en la política norteamericana y las consecuencias de este resultado tendrán alcances globales.
Lanzado a la arena política hace apenas un año y medio, cuando anunció que competiría por la nominación republicana, este multimillonario que hizo su fortuna en el negocio inmobiliario y su fama como playboy y anfitrión de un reality show se convirtió anoche en el hombre más viejo en llegar a la presidencia de los Estados Unidos, superando en algunos meses a Ronald Reagan, otro outsider que trazó su camino hacia la Casa Blanca. Su campaña desprolija y poco profesional, plagada de improperios y boutades, obligará a reescribir los manuales de política electoral. Ninguno de los "errores" cometidos por Trump en sus últimos 18 meses fue suficiente para impedirle dar la sorpresa más grande de la que se tenga memoria en la historia política norteamericana.
En ese sentido, cobrará valor en los análisis posteriores el rol de su rival. Clinton, ex primera dama, ex senadora, ex secretaria de Estado, estaba mucho más preparada que Trump para ocupar la presidencia, pero nunca pudo hacer pie en una campaña en la que tuvo que luchar contra una sociedad norteamericana que ponía en el establishment las culpas de la malaria posterior a la crisis económica del 2008. Una serie de escándalos que afectaron la confianza de su base electoral en ella limaron los bordes de la coalición que le había dado al Partido Demócrata la victoria en las últimas dos elecciones presidenciales y el apoyo de figuras populares, como el presidente Barack Obama, la primera dama Michelle Obama, el senador Bernie Sanders y su marido el ex presidente Bill Clinton no alcanzaron para compensar su falta de carisma y conexión con el público.
Durante toda la campaña Trump presentó un discurso extremo, prometiendo levantar un muro para terminar con la inmigración mexicana, prohibir la entrada de musulmanes al país y deportar a todos los habitantes del territorio de los Estados Unidos que no hayan ingresado legalmente al país. También prometió un mayor proteccionismo económico y un importante recorte de impuestos a los sectores concentrados de la economía con la promesa que esas medidas promoverían la creación de empleo. La bolsa de Japón se desplomó incluso antes de que se confirme la victoria del republicano y hoy los mercados de todo el mundo reflejarán el cimbronazo causado por los resultados electorales de los Estados Unidos.
Noche sorpresiva
Aunque en la última tanda de encuestas que entraron a última hora del lunes le daban cierto margen a Clinton, en cuanto comenzaron a llegar datos oficiales del recuento de votos anticipados el panorama comenzó a dar señales de que habría una noche larga por delante. En el bunker demócrata había confianza en los números pero ya hablaban de tomar con pinzas los datos de Carolina del Norte y Florida, los primeros duelos que darían forma a la carrera el resto de la noche. En el hotel Hilton, dirigentes republicanos que esperaban por novedades mostraban un tímido optimismo. "Los swing states del sudeste se definiran por muy poco. Si los ganamos, el resto está abierto", dijo un asesor a Página/12, acertando con la tónica que tomaría la noche en las horas siguientes.
La llegada de los primeros números, provenientes de los estados de costa oeste, sólo alcanzaron para estirar ese suspenso y hacer aún más dramática la definición de la carrera. En Florida, estado clave para el resultado final, ambos candidatos se turnaban al frente del recuento, siempre con diferencias de pocos miles de votos a favor de uno u otro. En Carolina del Norte, los errores en el sistema de voto electrónico obligaron a posponer el cierre de urnas en varios centros electorales, postergando las certezas. En Virginia, tierra del vice demócrata, Trump encabezaba el conteo aunque los demócratas finalmente lograron una esforzada victoria gracias a la llegada a última hora de los números de los suburbios de Washington D.C. En Georgia, un estado que se pronosticaba como competitivo, el magnate se imponía por un margen holgado.
Con el correr de las horas, el candidato republicano mostró una fortaleza creciente en los estados del cinturón del óxido al tomar ventaja en Michigan y Winconsin mientras Florida y Carolina del Norte se inclinaban hacia la columna de Trump, superando en todos esos estados los pronósticos de la mayoría de los encuestadores, lo mismo que New Hampshire otro estado azul que se ecolumnó detrás del republicano. Para las diez de la noche, hora local, ya era una certeza que el conteo se extendería hasta la madrugada y poco después medios como el New York Times, que hasta el lunes daban a Clinton más de un 95 por ciento de chances de vencer, empezaban a confirmar el creciente favoritismo de del magnate, que a la medianoche ya superaba el 90 por ciento. Para esa hora la candidata demócrata había tuiteado un mensaje que sonaba mucho a una concesión: "Este equipo tiene mucho de lo que estar orgulloso. Pase lo que pase esta noche, muchas gracias por todo".
Un nuevo mapa político
La victoria de Trump confirma la reconfiguración del esquema político que rigió en Estados Unidos durante los últimos 35 años, desde Ronald Reagan. El caudal de votos que logró Trump en los estados del norte indican que los votantes blancos de clase media baja, golpeados por las consecuencias de la crisis de 2008, abandonaron la coalición demócrata y se volcaron hacia el Partido Republicano. La suma del voto de minorías, mujeres y jóvenes no le alcanzó a los demócratas para repetir el logro de las dos elecciones presidenciales anteriores. La cantidad record de latinos que acudieron a las urnas no pudo compensar la caída en el voto de negros y de jóvenes, que habían acompañado a Obama y no se sumaron masivamente a la propuesta de Clinton.
Ahora, los dos grandes partidos que marcaron la vida política en este país durante el último siglo y medio enfrentan desafíos inéditos. Los republicanos, que habían abjurado de su propio candidato durante la campaña, tendrán ahora que rendirse ante un Trump que podrá alegar, y con razón, que ganó esta elección él solo. La negociación en el Congreso, con dos mayorías oficialistas pero reticentes, marcará los primeros meses de su gestión. Los demócratas deberán solventar las divisiones entre un establishment cercano a las corporaciones y a Wall Street, quizas el gran derrotado de estos comicios, y unas bases progresistas que en las primarias casi tuercen el brazo de la cúpula y en las generales no acompañaron en número suficiente a la candidata que les tocó en suerte.
Esta elección marcó, acaso, el final de una época. El mundo adopta lentamente una nueva configuración, alejándose de los consensos que marcaron el final de la guerra fría y la trancisión entre el siglo XX y el siglo XXI. Los desafíos son inéditos, para los Estados Unidos y para el mundo que deberá lidiar con esta nueva iteración de la superpotencia, en manos de un hombre sin experiencia en política internacional, administración pública ni defensa. Lo que hay en el futuro son muchos más interrogantes que respuestas. Durante un año y medio el planeta se preparó para esta elección pero lo que sucedió anoche no parece un final sino más bien un comienzo, un comienzo de algo peligroso.
Donald Trump saluda después con su hija Ivanka (izq.) y su nieta Arabella en el centro de votación 59 de la ciudad de Nueva York.
Las Bolsas de EE.UU., México y Japón sufren derrumbes por la victoria del candidato republicano a la Presidencia del país, Donald Trump.
Los futuros de Dow Jones han perdido más de 700 puntos (un 3,9%), y los futuros de diciembre de petróleo WTIhan caído un 3,11% en el mercado de Nueva York (NYMEX) hasta 43,58dólares por barril (precio actual para las 03:30 GMT) después de alcanzar el nivel de 44,73 dólares a las 21:30 GMT.
Mientras tanto, en la Bolsa de Futuros ICE de Londres, los futuros de diciembre del crudo Brenthan caído un 2,2% hasta 44,59 dólares por barril (precio actual para las 03:30 GMT) después de una subida hasta 45,77a las 21:30 GMT del mismo día.
En unos pocos minutos, la moneda mexicana ha bajadode 18,20 a 19,80 pesos frente al dólar estadounidense. Según apunta 'The Financial Times', es la mayor caída de la divisa mexicana desde la crisis de devaluación de 1994. Al mismo tiempo, el yen y el euro se disparan frente al dólar por temor a una victoria de Trump.
El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio ha perdido un 2,23%durante la jornada de votaciones en EE.UU., influenciado por los primeros resultados del escrutinio. Mientras que los índices principales de los mercados mundiales siguen cayendo, el precio del oro sube un 3,2%.
Estados Unidos ha celebrado su jornada electoral el 8 de noviembre. Al cierre de la votación se decidirá quién de los dos candidatos principales, la demócrata Hillary Clinton o el republicano Donald Trump, ocupará el máximo cargo en el Ejecutivo estadounidense.
Amigo Ruben, mucha razon que tienes ...tendremos por 4 años el gobernante que nos merecemos y el que democraticamente se llevo el trunfo,... tambien en la mayoria de muchos paises tienen el gobernante que se merecen, la unica diferencia que existe, es que aqui despues de 4 años si no trabaja bien lo podemos cambiar, lo mas que duran en el poder son 8 años , cosa que no pasa en mi pais donde el gobierno no hace elecciones por mas de 5 decadas y se ha perpetuado para convertirse en una dinastia...Eso mismo es lo que tratan hacer los gobernantes de Venezuela, Bolivia, Ecuador, por citar algunos...
Ojaja el payaso Trump sea como un politico mas y no haga lo que prometio, ya que millones van a sufrir las consecuencias...Tambien ojala no ocurra nada malo en esta tierra, pues si las cosas le llegaran a salir mal, el mundo entero sera perjudicado.. De todas formas, las elecciones han pasado y cada cual seguira con su vida diaria... Los dirigentes se dan las manos y se vuelven a ver en 4 años ... no paso nada, la vida sigue igual de buena ..
Donald Trump y Benjamín Netanyahu, el 25 de septiembre en Nueva York. REUTERS
Donald Trump intentó despejar la incertidumbre con la que fue inicialmente recibida su elección en Israel con una inmediata invitación al primer ministro Benjamín Netanyahu a visitarle en la Casa Blanca “en la primera ocasión posible”. El nuevo comandante en jefe de Estados Unidos, un país que aporta 38.000 millones de dólares en un programa de 10 años para garantizar la defensa israelí, había suscitado resquemores sobre su supuesta neutralidad en el conflicto de Oriente Próximo.
Pese a las sombras de aislacionismo generadas durante la campaña del candidato republicano, Netanyahu ha mantenido abierta una vía privilegiada de relación con Trump a través del magnate de los casinos Sheldon Adelson, promotor del fallido proyecto de juego Eurovegas cerca de Madrid, quien ha contribuido con grandes sumas la elección de Trump y respalda abiertamente también los intereses locales del líder del Likud. Adelson financia a fondo perdido la edición del diario gratuito Israel Hayon, sin duda el más favorable a la política del Gobierno entre toda la prensa del Estado hebreo.
Trump ha jugado además la baza del acercamiento a Israel mediante la presencia a lo largo de la campaña de las presidenciales de su yerno, el judío ortodoxo Jared Kushner. El ahora presidente electo legó incluso a prometer que, en contra de la política tradicional de Washington, trasladaría de Tel Aviv a Jerusalén la Embajada estadounidense, una medida rechazada por la mayor parte de la comunidad internacional, al implicar el reconocimiento de una capitalidad en disputa con los palestinos, que aspiran a que la parte oriental de la Ciudad Santa albergue algún día sus instituciones estatales.
Los sectores más nacionalistas del Gobierno de Netanyahu, aparentemente reforzados por el discurso radical y antiislámico del republicano, dan por hecho que la elección de Trump representaba el fin de la idea de un Estado palestino. Pero en Ramala el presidente Mahmud Abbas se hizo eco del supuesto halo de neutralidad que se ha atribuido al mandatario electo —y sobre todo de su impredecible talante–- para solicitarle que colabore en una solución negociada para impedir “la inestabilidad en la región”. “Estamos dispuesto a tratar con él sobre el establecimiento del Estado de Palestina dentro de las fronteras anteriores a 1967”, aseguró un portavoz de la Autoridad Palestina en un mensaje que aún no ha tenido respuesta.
Trump será un Cantinflas en el papel de Calígula en una versión moderna de la callegado hoy los políticos y demás habitantes de la mayoría de los países del mundo. Pero pocos ahora se van a reír. En Estados Unidos buena parte de la nación llorará: entre ellos muchos de los que tienen un nivel educativo más alto de la media, de los que saben distinguir entre los hechos y las mentiras, de los que se interesan por lo que ocurre fuera de sus fronteras,sin excluir a varios altos mandos del partido republicanoque Trump en teoría representa. El desconsuelo será tremendo; la división dentro del país, abismal; la herida social que se ha abierto, imposible de cicatrizar a corto plazo.
La victoria de Trump es, entre otros horrores, una victoria para la supremacía blanca. Se sentirán incómodos o vulnerables en su país los negros, los hispanos y los musulmanes.
Los analfabetos políticos que votaron a Trump han caído en lo que la historia juzgará como un acto de criminal irresponsabilidad hacia su propio país y, aunque pocos de ellos lo entenderán, hacia el mundo entero. Que una nación tan próspera con una democracia tan antigua haya cometido semejante disparate pone en cuestión como nunca la noción sagrada en Occidente de que la democracia representativa es el modelo de gobierno a seguir para la humanidad.
Con la victoria de Trump nos encontramos de repente sin brújula en tierra desconocida. El electorado estadounidense ha preferido un narcisista ignorante, vulgar, racista y descontrolado como presidente a una mujer seria, inteligente y capaz como Clinton. Ha puesto a un loco a cargo del manicomio: lo cual daría risa si uno no se parara a pensar que el manicomio en cuestión es la potencia nuclear número uno del mundo.
Los gobiernos estadounidenses demócratas son los que más políticas restrictivas hacia migrantes han desarrollado; incluso, han construido muros y no necesariamente lo anunciaron.
El rechazo al sistema y a la clase política tradicional, el desencanto con la situación económica, la impopularidad de Hillary Clinton, el discurso de miedo y el eco de los medios de comunicación, además del voto oculto –adultos mayores, negros, mexicanos anti mexicanos, latinos anti latinos- son algunas de las razones por las que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, aseguró el profesor e investigador de la Universidad Autónoma del Estado de México, Juan Gabino González Becerril. Al hacer un análisis sobre el “Proceso Electoral en Estados Unidos y la migración 2016”, el experto del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población de la UAEM sostuvo que en realidad no se puede hablar de un triunfo de Donald Trump, pues más bien fue un voto en contra de los demócratas. El universitario presentó cifras que demuestran que los gobiernos estadounidenses demócratas son los que más políticas restrictivas hacia migrantes han desarrollado; incluso, puntualizó, han construido muros y no necesariamente lo anunciaron. Señaló que hoy México y el mundo se despertaron con una noticia que generó crisis en los ámbitos económico, social e incluso, psicológico; afirmó que este resultado tiene grandes implicaciones para nuestro país, ya que Estados Unidos es su principal socio comercial, por lo que es necesario profundizar en los impactos económicos, demográficos y sociológicos. Aseveró que existen varios puntos que deben analizarse desde diferentes perspectivas; por ejemplo, el hecho de que de manera tradicional el voto de los latinos se dirija a los demócratas y en esta ocasión favoreció al candidato republicano, que incluso obtuvo la simpatía de muchos jóvenes y de los sectores más pobres de Estados Unidos. Ello, dijo, dio cuenta del hartazgo de la sociedad hacia el sistema actual; además, consideró, Trump no aplicará el uno por ciento de sus propuestas políticas y continuará con sus comentarios irracionales hasta el día que tomé protesta como presidente de los Estados Unidos de América; sin embargo, hay que esperar hasta que tomé el poder para conocer sus planes de trabajo y comenzar a considerar el impacto hacia las remesas o el regreso masivo de migrantes.
Al elegir a Donald Trump, un predador ignorante, mendaz y matón, un racista que odia y teme a los latinos, a los musulmanes y a las mujeres, un hombre que no cree que el planeta esté en peligro de extinguirse por razones climáticas y que va a aumentar la aflicción y desventura de los habitantes más necesitados de su país y del mundo entero, América ha revelado su verdadero ser.
Estoy, como tantos norteamericanos y tantos más en el mundo, estupefacto, pasmado, enfermo de asco.
Y, sin embargo, si miro en el espejo y espejismo de mi vida, no debería sentir yo sorpresa alguna ante este desenlace apocalíptico.
Cuando, con mi mujer y nuestra familia, llegamos a los Estados Unidos en 1980, no abrigábamos ilusiones acerca de este país que, después de todo, había promovido el golpe militar de 1973 contra Salvador Allende, el presidente democráticamente elegido de Chile. Como tantos exiliados de lo que entonces se llamaba el Tercer Mundo, sabíamos que esa América, sus corporaciones, sus fuerzas armadas y su pueblo mismo, eran cómplices de crímenes contra la humanidad en todos los continentes, Ni ignorábamos cómo, en esa “tierra de los libres”, se maltrataba a las minorías étnicas, ni tampoco su larga historia de esclavitud y conquista y persecución de los disidentes.
A pesar de saber todo esto, tenía yo también razones de sobra para agradecer a esa América, y admirarla. Mi familia argentina ya había encontrado antes, en 1945, refugio en estas orillas. De niño, creciendo en la prodigiosa ciudad de Nueva York en los exuberantes años cincuenta, me había enamorado del país que me dio su lengua y su música y su literatura, todas las maravillas que me siguen nutriendo. Y qué extraordinario ese experimento social y político, la búsqueda de una nación más perfecta, esa historia de resistencia a la intolerancia y el racismo entre sus ciudadanos y trabajadores más iluminados, la generosidad sin fin con que esta tierra recibió a tantas comunidades extranjeras y con que aceptó tantos grupos religiosos para que adoraran libremente a su propio Dios. Una tierra que incesantemente cuestionaba sus propias lacras y limitaciones. La tierra de Dylan y Franklin Roosevelt, de Meryl Streep y Walt Whitman, de Ella Fitzgerald y William Faulkner y Martin Luther King –¿cómo no caer bajo el encanto y sortilegio de un país que declaró, al fundarse, que los humanos no solo teníamos derecho a la vida y a la libertad, sino que también el derecho a buscar la felicidad?
Me he pasado la mayoría de mi vida híbrida y doble tratando de reconciliar a estas dos Américas, una que reprime ferozmente nuestra humanidad y la otra que exige que esa humanidad florezca y se expanda Esa reconciliación tan difícil y precaria se sustentaba en la apuesta y profecía de que algún día prevalecería en forma perdurable la América de los ángeles que invocó mi héroe Abraham Lincoln.
Mi creencia en la redención de este país donde me hice ciudadano, junto a mi esposa y ambos hijos, sería puesta a prueba una y otra vez durante los 36 años que hemos residido aquí.
Había, por cierto, algo de esquizofrénico en ese constante ir y venir entre el espanto y la esperanza.
Porque el espanto, en efecto, no faltó durante estas décadas. Tuvimos que padecer los años de Reagan, colmados de avaricia y malevolencia y protestar contra las intervenciones norteamericanas en países soberanos que culminaron en las guerras de Bush y el crecimiento maligno de la seguridad nacional. Y lo más desalentador, ver, con demasiada frecuencia, cómo el partido demócrata se mostraba excesivamente obsecuente con el poder y el militarismo patriotero, vergonzosamente sumiso al privilegio y el dinero. Pero tampoco me abandonó la esperanza durante esa travesía traumática. Rebuscando razones para seguir teniendo fe en otro sueño posible de América, me fui aferrando a cualquier indicio que me permitía celebrar la lucha de sus habitantes contra la desigualdad, cada marca de progreso, cada acto colosal o mínimo de resistencia de parte de incontables ciudadanos y organizaciones, todo lo que prefiguraba un país de solidaridad y justicia.
Fue este perpetuo y delicado acto de equilibrio mío y, creo, de tantos otros acá y en el resto del globo, que acaba de desmoronarse, quizás para siempre.
No es mi deseo demonizar a los millones que le han dado a Trump su victoria. En opiniones publicadas en este diario y muchos otros, he demostrado una empecinada empatía con las huestes que apoyaban al hombre que ha de suceder a Obama en la Casa Blanca. Sin excusar las manifestaciones más extremas de racismo y odio que animaban a aquellas multitudes, fui tratando de comprender las raíces de su ira, su temor, su desafección, cómo su furia y resentimiento nacían de un intento de defender una identidad asaltada y herida.
Pero me doy cuenta ahora de que tal tolerancia por mi parte solo era permisible porque pensaba que Trump no podía ganar, que tal desenlace desolador era imposible.
Ahora que Trump ha abierto una puerta por la cual se ha colado y exhibido todo lo que es horrible en su América, no me queda otra que reconocer que lo que contemplo en el abismo de este triunfo es tal vez el rostro verdadero de este país, su rostro profundo y aterrador, irrevocable y permanente. El rostro que yo había querido evitar y cuya existencia, desde niño, procuré negar. Y ahora, después de lo que esta campaña despreciable y bellaca ha expuesto acerca de una parte tan inmensa, tan irredimible, del pueblo norteamericano, sospecho que será imposible reparar la grieta en esta comunidad a la que pertenezco mal de mi grado.
¿Cómo seguir adelante, cargando este veneno infinito que me contamina, cómo aceptar lo que tantos inocentes van a sufrir?
He tratado de consolarme con palabras que me regaló, el día mismo de las elecciones, Rasheed, un hombre afro-americano con el que conversé, mientras recorría barrios de Durham, Carolina del Norte, con mi hijo mayor Rodrigo y mis nietas Isabela y Catalina, tratando de instar a que votaran los que todavía no lo habían hecho. Ese hombre radiante, con una actitud casi mágica de calma y bondad, de esos seres humanos que no han dejado que la mala fortuna lo infecten, intuyó mi desasosiego ante el posible triunfo de Trump.
–Hay que tener fe –me dijo–. Nosotros cometemos errores, pero nuestro pueblo a la larga, en las cosas grandes, in the big things, en las cosas que importan, por lo general, we get it right. No nos equivocamos.
Palabras nobles y sabias que me siguen resonando pero que no logran aliviar mi congoja incomensurable.
¿Dije pasmo, estupefacción, asco?
Sí, eso siento, pero algo más, algo mucho más profundo y duradero.
Estoy de duelo. De duelo por un país que, para mí, acaba de morirse, que se murió cuando sus ciudadanos, mis ciegos conciudadanos, eligieron a Donald Trump, misógino y mentiroso y vil, como su líder.
(Por Atilio A. Boron) En el último año hablar del “fin del ciclo progresista” se había convertido en una moda en América Latina. Uno de los supuestos de tan temeraria como infundada tesis, cuyos contenidos hemos discutido en otra parte, era la continuidad de las políticas de libre cambio y de globalización comercial impulsadas por Washington desde los tiempos de Bill Clinton y que sus cultores pensaban serían continuadas por su esposa Hillary para otorgar sustento a las tentativas de recomposición neoliberal en curso en Argentina y Brasil.[1] Pero enfrentados al tsunami Donald Trump se miran desconcertados y muy pocos, tanto aquí como en Estados Unidos, logran comprender lo sucedido. Cayeron en las trampas de las encuestas que fracasaron en Inglaterra con el Brexit, en Colombia con el No, en España con Podemos y ahora en Estados Unidos al pronosticar unánimemente el triunfo de la candidata del partido Demócrata. También fueron víctimas del microclima que suele acompañar a ciertos políticos, y confundieron las opiniones prevalecientes entre los asesores y consejeros de campaña con el sentimiento y la opinión pública del conjunto de la población estadounidense, esa sin educación universitaria, con altas tasas de desempleo, económicamente arruinada y frustrada por el lento pero inexorable desvanecimiento del sueño americano, convertido en una interminable pesadilla. Por eso hablan de la “sorpresa” de ayer a la madrugada, pero como observara con astucia Omar Torrijos, en política no hay sorpresas sino sorprendidos. Veamos algunas de las razones por las que Trump se impuso en las elecciones.
Primero, porque Hillary Clinton hizo su campaña proclamando el orgullo que henchía su espíritu por haber colaborado con la Administración Barack Obama, sin detenerse un minuto a pensar que la gestión de su mentor fue un verdadero fiasco. Sus promesas del “Sí, nosotros podemos” fueron inclementemente sepultadas por las intrigas y presiones de lo que los más agudos observadores de la vida política estadounidense -esos que nunca llegan a los grandes medios de aquel país- denominan “el gobierno invisible” o el “estado profundo”. Las módicas tentativas reformistas de Obama en el plano doméstico naufragaron sistemáticamente, y no siempre por culpa de la mayoría republicana en el Congreso. Su intención de cerrar la cárcel de Guantánamo se diluyó sin dejar mayores rastros y Obama, galardonado con un inmerecido Premio Nobel, careció de las agallas necesarias para defender su proyecto y se entregó sin luchar ante los halcones. Otro tanto ocurrió con el “Obamacare”, la malograda reforma del absurdo, por lo carísimo e ineficiente, sistema de salud de Estados Unidos, fuente de encendidas críticas sobre todo entre los votantes de la tercera edad pero no sólo entre ellos. No mejor suerte corrió la reforma financiera, luego del estallido de la crisis del 2008 que sumió a a la economía mundial en una onda recesiva que no da señales de menguar y que, pese a la hojarasca producida por la Casa Blanca y distintas comisiones del Congreso, mantuvo incólume la impunidad del capital financiero para hacer y deshacer a su antojo, con las consabidas consecuencias. Mientras, los ingresos de la mayoría de la población económicamente activa registraban -no en términos nominales sino reales- un estancamiento casi medio siglo, las ganancias del uno por ciento más rico de la sociedad norteamericana crecieron astronómicamente.[2] Tan es así que un autor como Zbigniew Brzezinski, tan poco afecto al empleo de las categorías del análisis marxista, venía hace un tiempo expresando su preocupación porque los fracasos de la política económica de Obama encendiese la hoguera de la lucha de clases en Estados Unidos. En realidad esta venía desplegándose con creciente fuerza desde comienzos de los noventas sin que él, y la gran mayoría de los “expertos”, se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo bajo sus narices. Sólo que la lucha de clases en el corazón del sistema imperialista no puede tener las mismas formas que ese enfrentamiento asume en la periferia. Es menos visible y ruidoso, pero no por ello inexistente. De ahí la tardía preocupación del aristócrata polaco-americano. En materia de reforma migratoria Obama tiene el dudoso honor de haber sido el presidente que más migrantes indocumentados deportó, incluyendo un exorbitante número de niños que querían reunirse con sus familias. En resumen, Clinton se ufanaba de ser la heredera del legado de Obama, y aquél había sido un desastre.
Pero, segundo, la herencia de Obama no pudo ser peor en materia de política internacional. Se pasó ocho años guerreando en los cinco continentes, y sin cosechar ninguna victoria. Al contrario, la posición relativa de Estados Unidos en el tablero geopolítico mundial se debilitó significativamente a lo largo de estos años. Por eso fue un acierto propagandístico de Trump cuando utilizó para su campaña el slogan de “¡Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez!” Obama y la Clinton propiciaron golpes de estado en América Latina (en Honduras, Ecuador, Paraguay) y envió al Brasil a Liliana Ayalde, la embajadora que había urdido la conspiración que derribó a Fernando Lugo para hacer lo mismo contra Dilma. Atacó a Venezuela con una estúpida orden presidencial declarando que el gobierno bolivariano constituía una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos.” Reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba pero hizo poco y nada para acabar con el bloqueo. Orquestó el golpe contra Gadaffi inventando unos “combatientes por la libertad” que resultaron ser mercenarios del imperio. Y Hillary merece la humillación de haber sido derrotada por Trump aunque nomás sea por su repugnante risotada cuando le susurraron al oído, mientras estaba en una audiencia, que Gadaffi había sido capturado y linchado. Toda su degradación moral quedó reflejada para la historia en esa carcajada. Luego de eso, Obama y su Secretaria de Estado repitieron la operación contra Basher al Assad y destruyeron Siria al paso que, como confesó la Clinton, “nos equivocamos al elegir a los amigos” –a quienes dieron cobertura diplomática y mediática, armas y grandes cantidades de dinero- y del huevo de la serpiente nació, finalmente, el tenebroso y criminal Estado Islámico. Obama declaró una guerra económica no sólo contra Venezuela sino también contra Rusia e Irán, aprovechándose del derrumbe del precio del petróleo originado en el robo de ese hidrocarburo por los jijadistas que ocupaban Siria e Irak. Envió a Victoria Nuland, Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiáticos , a ofrecer apoyo logístico y militar a las bandas neonazis que querían acabar con el gobierno legítimo de Ucrania, y lo consiguieron al precio de colocar al mundo, como lo recuerda Francisco, al borde de una Tercera Guerra Mundial. Y para contener a China desplazó gran parte de su flota de mar al Asia Pacífico, obligó al gobierno de Japón a cambiar su constitución para permitir que sus tropas salieran del territorio nipón (con la evidente intención de amenazar a China) e instaló dos bases militares en Australia para, desde el Sur, cerrar el círculo sobre China. En resumen, una cadena interminable de tropelías y fracasos internacionales que provocaron indecibles sufrimientos a millones de personas.
Dicho lo anterior, no podía sorprender a nadie que Trump derrotara a la candidata de la continuidad oficial. Con la llegada de este a la Casa Blanca la globalización neoliberal y el libre comercio pierden su promotor mundial. El magnate neoyorquino se manifestó en contra del TTP, habló de poner fin al NAFTA (el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá) y se declaró a favor de una política proteccionista que recupere para su país los empleos perdidos a manos de sus competidores asiáticos. Por otra parte, y en contraposición a la suicida beligerancia de Obama contra Rusia, propone hacer un acuerdo con este país para estabilizar la situación en Siria y el Medio Oriente porque es evidente que tanto Estados Unidos como la Unión Europea han sido incapaces de hacerlo. Hay, por lo tanto, un muy significativo cambio en el clima de opinión que campea en las alturas del imperio. Los gobiernos de Argentina y Brasil, que se ilusionaban pensando que el futuro de estos países pasaría por “insertarse en el mundo” vía libre comercio (TTP, Alianza del Pacífico, Acuerdo Unión Europea-Mercosur) más les vale vayan aggiornando su discurso y comenzar a leer a Alexander Hamilton, primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos, y padre fundador del proteccionismo económico. Sí, se acabó un ciclo: el del neoliberalismo, cuya malignidad convirtió a la Unión Europea en una potencia de segundo orden e hizo que Estados Unidos se internara por el sendero de una lenta pero irreversible decadencia imperial. Paradojalmente, la elección de un xenófobo y misógino millonario norteamericano podría abrir, para América Latina, insospechadas oportunidades para romper la camisa de fuerza del neoliberalismo y ensayar otras políticas económicas una vez que las que hasta ahora prohijara Washington cayeron en desgracia. Como diría Eric Hobsbawm, se vienen “tiempos interesantes” porque, para salvar al imperio, Trump abandonará el credo económico-político que tanto daño hizo al mundo desde finales de los años setentas del siglo pasado. Habrá que saber aprovechar esta inédita oportunidad.
"Estados Unidos se parece a Roma antes de la caída de la República"
Publicado: 11 nov 2016 15:13 GMT
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Si EE.UU. no realiza reformas "genuinas", algún día se levantará un César, afirma Pascal-Emmanuel Gobry para 'The Week'.
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Antes de que Estados Unidos se independizara y se convirtiera en un 'experimento' audaz y precario, la creencia común era que "la democracia estaba destinada a fracasar" como sucedió con la República de la Roma antigua, según afirma Pascal-Emmanuel Gobry para 'The Week'.
Hace más de 20 siglos, la crisis de ese sistema se basó en un problema con las clases sociales: los patricios, que eran la aristocracia de entonces y conformaban el Senado; los plebeyos, que solo entraron en la vida política en el tramo final; y los esclavos, aunque casi no participaban en el ámbito público. A pesar de sus diferencias económicas y políticas, tenían una "igualdad fundamental".
Décadas antes de la fundación del Imperio, dos tribunos defensores de los plebeyos intentaron implementar reformas para redistribuir la riqueza y, por tomar esa medida, ambos murieron durante una revuelta organizada por un patricio.
Las consecuencias de ese fracaso provocaron que se comenzara a utilizar la fuerza para arreglar disputas políticas y agudizó los conflictos de clase. Esto, junto con un aumento de los impuestos para mantener guerras en el extranjero, provocó que el general Julio César diera un golpe de Estado.
Gobry considera que las similitudes con la situación que vive Estados Unidos son claras: tiene dos clases sociales en disputa y un sistema político y económico que intensifica el conflicto. El 8 de noviembre, ese país rechazó a un patricio y eligió a un tribuno. Si no realiza reformas "genuinas", algún día se levantará un César.
¿Predijo Nostradamus la victoria de Trump y cómo esta afectaría al mundo?
Publicado: 10 nov 2016 13:14 GMT
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Expertos en las profecías del astrólogo medieval aseguran que uno de sus escritos siglo del XVI describe la victoria de Donald Trump y las consecuencias que esta traerá al mundo.
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Los estudiosos de Nostradamus sugieren que el famoso profeta francés habría predicho en el siglo XVI la inesperada victoria del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales en EE.UU., al igual que las consecuencias que esta traería para el mundo, informa el portal Inquisitr.
Los seguidores de las profecías del astrólogo medieval opinan que el triunfo de Trump se puede leer en la cuarteta 81 de la Centuria III. Según ellos, la frase "el gran gritón sinvergüenza y audaz" describe la personalidad de Donald Trump.
De igual forma, el hecho de que el presidente electo se convertirá en el Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de EE.UU. se reflejaría en la línea "él será elegido como gobernador del ejército". La cuarteta alerta de las consecuencias que tendrá este hecho: "La audacia de su contienda, el puente roto, la ciudad desmayada de miedo".
Nostradamus también advirtió de un colapso económico. "La trompeta falsa que oculta locura, causará que Bizancio cambie de leyes", reza una de las profecías. Los expertos suponen que la palabra "trompeta" es una referencia directa al apellido de Trump.
Bizancio se refiere aquí a EE.UU., ya que el país norteamericano, al igual que la capital de aquel imperio medieval, también es un centro de poder que atrae a inmigrantes de todo el mundo. Además, destacan que la cuestión de la inmigración ilegal fue uno de los puntos clave de la campaña presidencial del magnate.
A pesar del escepticismo de los que no creen en las providencias, los estudiosos proporcionan otras citas del astrólogo y médico francés que hablarían de Hillary Clinton. En esas mismas páginas, Nostradamus citaba a "una mujer masculina", denominada como "la rubia", que se opondrá al hombre "de nariz bifurcada".
Algunos creen que Nostradamus también describió el escándalo que llevó a varias mujeres a denunciar a Trump por supuestos abusos sexuales. En la cuarteta 25 la Centuria I, el adivino escribió: "La cosa perdida es descubierta, por otros rumores él será deshonrado".
'Nostradamus de los Balcanes': Obama será "el último presidente de EE.UU."
Publicado: 10 nov 2016 20:37 GMT | Última actualización: 11 nov 2016 04:31 GMT
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La clarividente ya había vaticinado que el 44º presidente estadounidense sería de raza negra, y también acertó los atentados del 11-S y el auge del Estado Islámico, entre otros acontecimientos históricos.
Joshua RobertsReuters
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La clarividente búlgara Baba Vanga, también conocida como la 'Nostradamus de los Balcanes', predijo que Barack Obama sería el "último presidente de EE.UU.", lo que ha provocado cierta incertidumbre sobre el futuro de la nación norteamericana tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales, informa el diario 'Daily Mail'.
Vanga, que vivió entre 1911 y 1996, fue reconocida como una de las más grandes videntes del siglo XX por sus predicciones sobre acontecimientos históricos y que finalmente ocurrieron. Esta adivina búlgara profetizó que el 44º presidente estadounidense sería de raza negra, pero no está claro qué es lo que quiso decir con que Obama sería el último.
Obama técnicamente sigue siendo presidente de EE.UU. hasta que Trump tome juramento el 20 de enero de 2017, pero esta profecía no hace más que oscurecer el panorama, señala la publicación británica.
"Los conflictos entre las naciones se intensificarán"
Cuando la 'Nostradamus de los Balcanes' vaticinó la llegada de un presidente afroamericano a la Casa Blanca, también pronosticó que en ese momento habría una gran crisis económica. "Todo el mundo pondrá sus esperanzas en él para acabar con ella (la crisis económica), pero sucederá lo contrario. Él llevará al país a la decadencia y los conflictos entre las naciones del norte y del sur se intensificarán", dijo.
Además habló de una personalidad mesiánica, pero dejó pocas pistas que ayuden a reconocer a ese "pacificador", que en sus palabras, "firmará la paz duradera".
Vanga ya acertó el auge del Estado Islámico con la "gran guerra musulmana" que comenzaría en el 2010 en Siria, y que este conflicto llegaría a su fin en el 2043 con el establecimiento de un califato con Roma como capital. Igualmente profetizó los atentados que ocurrieron en las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001, o el tsunami que en el 2004 asoló Indonesia.
¿Qué advirtieron los medios oficiales de China a Donald Trump?
Publicado: 10 nov 2016 18:24 GMT | Última actualización: 11 nov 2016 11:19 GMT
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Durante la campaña electoral, Trump acusó a Pekín de la pérdida de empleos en Estados Unidos y prometió imponer unos aranceles del 45% a las importaciones chinas.
Greg BakerAFP
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Medios estatales chinos advirtieron al presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, de los peligros que conllevan el aislacionismo y la intervención activa del Estado en la economía. Al mismo tiempo, instó a Estados Unidos a cooperar activamente con China para mantener el 'status quo' internacional, según informa Reuters.
Donald Trump prometió repetidamente durante su campaña electoral que iba a aumentar drásticamente los aranceles a las importaciones chinas y mexicanas, a la vez que también anunció que iba a revisar los acuerdos comerciales internacionales que tienen firmados actualmente los Estados Unidos.
Sin embargo, tanto China como otros países dudan de hasta qué punto la política de Trump como presidente se corresponderá con las promesas que hizo cuando era candidato. El republicano ha hecho numerosas declaraciones contradictorias en los últimos meses, sin llegar nunca a especificar sus intenciones con claridad.
China es a menudo el blanco de las críticas para Trump. Durante su campaña, acusó a Pekín de la pérdida de empleos en Estados Unidos y prometió subir los aranceles de las importaciones chinas hasta el 45%. El republicano también prometió declarar a China como manipulador de divisas el primer día que llegue a la Casa Blanca.
“La política aislacionista estadounidense aceleró la crisis económica del país durante la Gran Depresión”, ha advertido a Trump la agencia china de noticias Xinhua, sin embargo, agregó después, "la palabras de una campaña electoral son simplemente eso: palabras".
La revolución estadounidense, ¿a punto de estallar?
Publicado: 17 may 2016 16:30 GMT | Última actualización: 17 may 2016 18:38 GMT
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En este episodio de Keiser Report, Max Keiser y Stacy Herbert comentan la revolución que ha emprendido Bernie Sanders y que pretende implantar por todo EE.UU. y acerca de una posible revolución en el mercado de deuda, para lo que Rusia es el país idóneo. En la segunda parte, Max entrevista al escritor y bloguero, James Howard Kunstler, de Kunstler.com, con el que conversará sobre la catástrofe económica que nos trajo el 'espectáculo de payasos' que son las elecciones presidenciales en EE.UU.
"Primero tuvimos a un Bush, luego a un Clinton, después a otro Bush, y ahora parece que toca otro Clinton. Esas son las familias reales que gobiernan EE.UU., como si de un régimen monárquico de sucesión se tratara, por lo que sí, yo también soy de las que piensan que hace falta otra revolución en el país", afirma la copresentadora Stacy Herbet, quien destaca que "Thomas Jefferson ya hablaba de la necesidad de que estallara una revolución aproximadamente cada 10 años".
La copresentadora apunta que "la sola presencia de Bernie Sanders está obligando a Hillary a decir cada vez más mentiras, haciendo ver como que ella también se une a la revolución".
¿Quién catalizará el cambio?
"En mi opinión, [Donald] Trump atrae a la gente que quiere hacerle un corte de mangas al llamado 'Estado profundo' y a todas las operaciones de éste, que los está arruinando, por ejemplo a aquellos que entran en la sala de urgencias de un hospital y tienen que pagar una factura de 90.000 dólares solo por tener un brazo roto", opina el escritor y bloguero, James Howard Kunstler, de Kunstler.com.
En cuanto a la precandidata demócrata Hillary Clinton, Howard Kunstler sostiene que es "una mezcla entre Gertrude Stein y Rodan, el reptil volador". "Ella es quien mejor encarna el 'Estado profundo' y todas sus mafias, sobre todo la relación entre el sector bancario y financiero y el Gobierno, con todas las puertas giratorias que se establecen entre ambos", indica el bloguero, añadiendo que da la sensación de que ni siquiera los demócratas "están contentos" con ella.
"Tenemos a dos candidatos cuyos partidos no es que estén especialmente entusiasmados con ellos; por eso los están arrojando a las garras de la opinión pública. No estoy seguro de que EE.UU. pueda permitirse estar cuatro años presidido por cualquiera de ellos, porque creo que nos encontramos en un punto de inflexión a partir del cual van a empezar a pasar cosas muy graves en la política y en la economía de EE. UU.", sentencia.