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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: adamar okoye  (Mensaje original) Enviado: 26/09/2020 12:24
Las tragedias y la vida de las cuatro brillantes mujeres que la historia ocultó tras la sombra de Karl Marx


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: adamar okoye Enviado: 26/09/2020 12:25
https://www.infobae.com/sociedad/2020/09/26/las-tragedias-y-la-vida-de-las-cuatro-brillantes-mujeres-que-la-historia-oculto-tras-la-sombra-de-karl-marx/

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 27/09/2020 02:00
Que notable ! ! ! !
Mirá lo que le invita a leer a Margarita, el trumpista de Adamar Okoye.
Parece ser que esta vez le cayó muy bien el licor que toma en abundancia. 
 
Amerita que me tome el trabajo de aprolijar el informe y las fotos. 

Las tragedias y la vida de las cuatro brillantes mujeres que la historia ocultó tras la sombra de Karl Marx

Las luchas y los dramas personales de la aristocrática esposa del autor de “El Capital” y de sus hijas Jenny, Laura y Eleanor, quienes colaboraron con la creación y la difusión de su obra pero también desarrollaron sus propios caminos intelectuales y de militancia socialista y feminista

 
 

 
La hijas Jenny Caroline Marx, Laura Marx, Jenny Eleanor Marx y su esposa, Johanna Bertha Julie von Westphalen, rodeándolo
 

Activistas políticas, independientes, feministas, en algunos casos creadoras de sus propias obras, las mujeres que rodearon a Karl Marx durante casi toda su vida resultaron determinantes en su producción intelectual y en la difusión de sus trabajos.

Tanto la mujer de Marx, Johanna Bertha Julie von Westphalen, a quien todos llamaban “Jenny”, como sus hijas, Jenny Caroline, Jenny Laura y Jenny Eleanor no sólo acompañaron al filósofo en la producción de sus trabajos, en su actividad política y en los avatares de sus exilios, sino que tuvieron perfiles propios más allá de la figura del autor de El Capital y fundador de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), más conocida como la Primera Internacional Socialista.

Karl Marx y Jenny Westphalen se casaron el 19 de junio de 1843 en la iglesia de San Pablo en Kreuznach y tuvieron siete hijos, cuatro mujeres y tres varones. Cuatro de ellos murieron a muy corta edad, Edgar vivió apenas 7 años, mientras que sus hermanos Henry, Jenny Eveline y otro niño al que no llegaron a ponerle nombre no alcanzaron el año de vida.

Solo Jenny Caroline, Jenny Laura –las dos hijas mayores– y Jenny Julia, la menor, llegaron a la edad adulta. Sus vidas, sin embargo, estuvieron signadas por tragedias personales.

“El nombre que aparece en la obra es el de Karl Marx pero no hay ninguna duda del papel importante que desempeñan las cuatro mujeres que están alrededor de él en ese proceso”, dijo hace poco en una entrevista de la BBC de Londres el profesor Juan Manuel Aragüés, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Zaragoza y uno de los más prestigiosos estudiosos de la vida de Marx.


Jenny, la esposa aristócrata


                                  El matrimonio: Jenny von Westphalen y Karl Marx


Johanna Bertha Julie von Westphalen, “Jenny"”, nació en Salzwedel, en la actual Alemania, 12 de febrero de 1814. Era hija de una familia aristocrática, de la cual heredó el título de baronesa.

La amistad de los padres de Jenny y de Marx –un reconocido abogado- hizo que se conocieran desde la infancia y se hicieran amigos, a pesar de que Jenny era cuatro años mayor que Karl. En la adolescencia los unió la pasión por la literatura inglesa, que compartían leyendo en voz alta en el amplio parque de la casa de los von Westphalen.

Se comprometieron en 1836, cuando Jenny tenía 22 años y Karl apenas 18 y comenzaba a estudiar abogacía. Debieron esperar casi siete años para poder casarse. Poco después se trasladaron a Paris, en la primera escala de una vida que las persecuciones políticas harían muchas veces errante y con graves dificultades económicas.

Pero Jenny no sólo seguía a su marido sino que colaboraba políticamente con él. Era, además, el primer “filtro” de la obra de Marx, ya que se ocupaba de transcribir de manera legible sus manuscritos para enviarlos a las editoriales, debido a que era una de las pocas personas capaces de descifrar la desastrosa caligrafía de Marx.

Más allá de este apoyo que resultaba imprescindible para la publicación de los trabajos de Marx, Jenny tenía su vida política e intelectual propia. Fue la primera mujer miembro de la Internacional Comunista fundada por Marx y Frederick Engels en 1847 al tiempo que no dejaba de lado su producción como ensayista y crítica de teatro.

Al mismo tiempo, manejaba la difícil economía de su casa, ya que –y en esto coinciden casi todos los biógrafos de Marx– en cuestiones económicas, Karl era un magnífico teórico pero un pésimo administrador, que malgastaba los pocos recursos de que disponía.

A pesar de haber dado a luz siete veces y de criar a tres hijas, Jenny nunca dejó de ayudar a su marido. En su libro Amor y Capital: Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una revolución, de 2011, la autora Mary Gabriel cuenta cómo Jenny, embarazada, viajaba para juntar dinero para financiar el trabajo de Marx.

Murió en Londres, víctima de un cáncer de hígado en 1881, a los 67 años. Karl Marx la sobreviviría apenas dos.


Jenny Caroline, periodista


                                          Jenny Caroline Marx


La hija mayor de Marx, la única que en la vida diaria sus padres llamaron por su primer nombre, Jenny, nació en París en 1844.

Creció durante los exilios de su padre en Bélgica y en Inglaterra, donde se educó. Trabajó como periodista desde muy joven y se especializó en la cuestión irlandesa, en la que tomó partido por los nacionalistas que luchaban para independizarse de Londres. Influida por su padre, también dedicó decenas de artículos a analizar la crisis económica de Irlanda y su impacto sobre la vida de la clase trabajadora.

En las reuniones de la Asociación Internacional de Trabajadores que se realizaban en la casa de su padre conoció al líder socialista francés, Charles Longuet, con quien se casó luego de un breve noviazgo.

Se radicó en Francia y allí colaboró junto a su marido en la Comuna de Paris de 1871, participando en la lucha callejera y publicando artículos en la prensa socialista. Tras la derrota, Longuet se convirtió en prófugo, dado el destacado lugar que había ocupado en el gobierno revolucionario, y la pareja debió volver a Inglaterra, donde Jenny se convirtió en una de las principales promotoras del movimiento de apoyo a los refugiados franceses.

Con el tiempo, Longuet pasó de ser un convencido comunista a un socialdemócrata moderado, lo que le permitió participar nuevamente – y de manera legal – en la vida política francesa. Jenny lo acompañó en su regreso sin saber que no volvería a ver a su padre. Murió de cáncer en París, a los 38 años.


Laura, traductora y militante comunista


           Jenny Laura Marx


Jenny Laura Marx nació en 1845 en Bruselas, durante el exilio del matrimonio Marx en Bélgica. A los cuatro años viajó con sus padres a Londres, donde Marx se refugió luego del fracaso del proceso revolucionario en Alemania, huyendo de una orden de captura librada por uno de los hermanos de su esposa, que era un alto funcionario del gobierno.

Laura –como la llamaban en la vida diaria sus padres– se educó en Londres. Igual que su hermana mayor, conoció a quien sería su marido en una reunión de la Internacional Comunista realizada en la casa de su padre. Era un joven socialista nacido en Cuba pero con nacionalidad española llamado Paul Lafargue. Se casaron en 1868, cuando Laura tenía 23 años.

A Marx no le caía bien su yerno, pero no se opuso a la decisión de Laura. Sin embargo, no dejaba pasar oportunidad de criticarlo, en ocasiones con un humor digno de su homónimo Groucho.

“Lafargue era cercano en sus ideas políticas a Marx, aunque el mismo Marx se quejó y dijo que si eso era ser marxista, él no era marxista”, relata Gareth Stedman Jones, autor de Karl Marx: Ilusión y grandeza, una reciente biografía del filósofo alemán.

La pareja se radicó en Burdeos, donde Laura comenzó la tarea de traducir El Capital al francés para difundir las ideas de su padre.

En 1871, con Laura embarazada –perdería sus tres hijos a muy corta edad, siguiendo con la maldición familiar-, Lafargue se sumó a la Comuna de Paris. Desde la capital francesa, le escribió a su esposa que se quedaría para participar en esa “experiencia histórica”, como la llamó.

Laura lo alentó a quedarse. En una carta que envió por entonces a sus hermanas, les decía: “En cuanto a Paul no sé qué pensar. Claramente cuando se fue no tenía la intención de estar tanto tiempo fuera, pero es posible que no pueda volver, aunque lo desee, o tal vez la visión de las barricadas le haya tentado a seguir allí para luchar. No debería sorprenderme y no me importaría porque si yo estuviera allí con él podría luchar también”.

La derrota de la Comuna transformó a Lafargue en un perseguido político. Volvió a Burdeos, pero le avisaron que allí lo detendrían. La pareja buscó refugio entonces en España, donde lo detuvieron, pero lo liberaron a los pocos meses. Para entonces, Laura ya había establecido contacto con militantes españoles de la AIT, con quienes participó en la creación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Más tarde, volvieron a Londres, donde Laura continuó con la traducción al francés de El Capital mientras Lafargue escribía su propia obra, El derecho a la pereza, que provocó el rechazo de Frederick Engels.

El coautor del Manifiesto Comunista tampoco tenía un buen concepto de Lafargue, a quien consideraba intelectualmente inferior a Laura. “El juicio político de Laura era mucho más superior que el de su esposo”, sostenía.

A pesar de eso, los nombró herederos de parte de su fortuna, lo que les permitió llevar una vida relativamente holgada hasta la muerte de los dos. Laura y Lafargue se suicidaron con cianuro el 25 de noviembre de 1911 en Paris. Él tenía 69 años y ella 66. Según una carta que dejó Lafargue, tomaron esa decisión para no ser, en la vejez, “una carga para los demás”.

El entierro fue multitudinario y entre los presentes estaba quien sería el líder de la Revolución Soviética, Vladimir Ilich Ulianov, Lenin.


Jenny Eleanor, feminista y socialista


                                Jenny Julia Eleanor Marx


Jenny Julia Eleanor, a quien todos llamaban Eleanor o por el apodo de Tussy, nació en Londres el 16 de enero de 1855. Sus padres decidieron no enviarla al colegio, sino educarla en su propia casa. Varios testimonios de amigos del matrimonio Marx relatan que pasaba la mayor parte del tiempo con su padre, en el estudio, mientras éste escribía y que interrumpía su trabajo para jugar con ella.

Más adelante se transformó en su secretaria, reemplazando a su madre en la copia de los textos de Karl. Sin embargo, no tardó en dejar su casa, para independizarse. Consiguió trabajo como profesora de Brighton y al mismo tiempo comenzó una activa militancia socialista y feminista. "Fundamentalmente, Eleonor Marx fue la madre del feminismo socialista. Rebautizó la llamada “cuestión de la mujer” como “el debate de la mujer trabajadora”, escribió su biógrafa Rachel Holmes

Enfrentando la opinión de muchos dirigentes sindicales de su época, Eleanor planteaba la necesidad de organizar a las mujeres y a los trabajadores no calificados. Luego de un romance clandestino con Prosper-Olivier Lissagaray, autor de la Historia de la Comuna de 1871, se casó con el médico y militante socialista Edward Aveling, con quien mantuvo una relación tormentosa hasta el final de sus días.

En colaboración con él, escribió su primera obra, La cuestión de la mujer, donde sostiene que la lucha por la emancipación de las mujeres solo puede lograrse en el socialismo.

También tradujo al inglés por primera vez Madame Bovary, la novela de Flaubert, y La dama del mar y Enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen.

Después del fallecimiento de Engels, Eleanor se transformó en la receptora de la mayoría de los papeles de Marx y se dedicó a editar sus manuscritos. En 1897, publicó Salario, precio y ganancia, mientras avanzaba en la biografía de si padre, que quedará inconclusa.

El 31 de marzo de 1898, Eleanor subió a su habitación, se tomó una dosis de ácido prúsico y se acostó. La encontraron muerta la mañana siguiente. En la mesa de luz había dejado una carta para Aveling, de quien se había separado un año antes al saber que éste mantenía una relación con una actriz. Decía: “Querido, muy pronto habrá terminado todo. Mi última palabra para ti es la misma que he dicho durante todos estos largos y tristes años, amor”.

 
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)      


 
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