A horas de las elecciones presidenciales de este domingo, Chile se asemeja hoy a un estrecho ring de boxeo en el que se enfrentan dos ideologías opuestas.
En un rincón, el ultraconservador José Antonio Kast, que suele elogiar al dictador Augusto Pinochet y se ubica a la derecha del presidente Sebastián Piñera. Y en la esquina opuesta Gabriel Boric, el candidato de la izquierda y de los movimientos sociales que en el pasado reciente reivindicó a Fidel Castro y a Nicolás Maduro. Hoy, el país trasandino solo espera que suene la campana. La elección se peleará voto a voto.
En su brazo izquierdo Boric tiene tatuado “un faro que ilumina en una isla desierta”. Tiene 35 años, nació en la ciudad austral de Punta Arenas, es soltero y se crió en una familia que respaldó a la vieja Concertación de Bachelet. Desde hace dos años y medio está en pareja con la politóloga Irina Karamanos.
Hoy representa a la nueva generación de dirigentes que irrumpió en la política chilena tras las protestas estudiantiles de 2011 que comenzaron a horadar el poder de los partidos tradicionales. Entonces fue uno de los líderes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile que reclamó por el derecho de una enseñanza gratuita.
Boric es diputado nacional desde 2014 y jugó un rol importante en las protestas sociales de 2019 que desembocaron en un plebiscito para cambiar la Constitución pinochetista.
Es, en estas elecciones, el representante de la izquierda. No de la centroizquierda de la vieja Concertación de Michelle Bachelet que busca imponer sin mucha suerte la candidatura de la senadora Yasna Povoste. Su puño izquierdo bien cerrado y con el brazo en alto es el símbolo que ha elegido Boric para dejar bien en claro cuál es su lugar en el ring.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)