LA TERNURA
No es ternura lo grandioso...si no la delicadeza,
la insignificancia, el detalle.
No es ternura lo que se da...
si no lo que se refleja y se deja traslucir.
La ternura parece por momentos olvidada
y tendríamos que revivirla
pues es lo que logra que nuestros días, nuestra vida,
pasen de ser un mero transitar a ser inolvidables.
La ternura está en aquello que parece pequeño
pero que se hace grande en el corazón.
El beso sincero, el apretón cálido de manos, el abrazo inesperado,
una mirada llena de cariño que nos dice:
¡Estoy aquí, puedes contar conmigo!
pocas palabras en un papel que dicen todo.
En los niños vemos la ternura todos los días.
Nos cautivan con sus expresiones sinceras,
con la caricia que llega a nosotros
sin tener que hacer ningún reclamo.
En el beso, en el abrazo cortito que no puede envolvernos
pero que nos hace sentir ese corazoncito muy cerca de nosotros.
Hemos crecido, somos adultos, dejamos muchas cosas olvidadas.
De tanto golpearnos quedaron en nuestro interior adormecidas, paralizadas, congeladas.
¡Intentemos revivirlas!
La ternura no está en lo grande,
ni en lo brillante, ni en lo que destaca,
está en lo chiquito, en lo sencillo,
en esas pequeñas cosas de todos los días.