Una de las principales razones por la cual las cosas nunca se concretan, es la búsqueda de la perfección. Sentimos que debemos hacerlo de manera perfecta la primera vez. Si creemos que ello no es posible (y muy pocas veces lo es) desistimos completamente de hacerlo. En realidad, la única manera de siquiera acercarse a la perfección es a través de la práctica y la experiencia. Músicos realmente exitosos, golfistas profesionales, personas que hablan en público, cirujanos y todo aquel que haya llegado a dominar una disciplina en particular, sabe del valor de la experiencia. Y ésta está formada, en gran medida, por equivocaciones pasadas. Los errores son excelentes maestros. No son nada que haya que temer. Por supuesto que cualquier cosa que valga la pena hacer, conviene hacerla bien. No tiene nada de malo tener como meta alcanzar el dominio absoluto de algo. Pero si la idea es lograrlo, por alguna parte debes comenzar. Si no es perfecto, ¿qué tiene de malo? Pon lo mejor de ti y aprende de la experiencia. Si pudieses hacer todo a la perfección la primera vez, ¿cómo podrías aprender algo? Aprende y vive a través del hacer, no anhelando la perfección.
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