Los problemas son de tres tipos.
Los del tipo 1 son solucionables por ti mismo. Para resolverlos, lo mejor es no dilatar las acciones y ponerse inmediatamente a eliminarlo, ocupando la energía y tiempo necesario hasta lograr superarlo. De esta manera, ya no te causará más angustias ni tensiones.
Los problemas del tipo 2 son aquellos que dependen de otra persona para solucionarlo. En este caso, tienes que dedicarte a conseguir que los demás colaboren en hacer lo necesario para darles fin.
Los del tipo 3 son aquellos que por ahora no tienen solución, pues necesitas personas, acciones o cosas que en estos momentos no las tienes a disposición. De modo que, necesariamente, hay que esperar un tiempo para solucionarlo. Mientras tanto, lo peor que puedes hacer es angustiarte. Este último tipo de problemas son los más peligrosos, pues la mente al centrarse en ellos, los aumenta y exagera sus consecuencias. Es fácil que surja el miedo ante el futuro. Empiezas a temer lo que pueda ocurrir. Pronto estás imaginando que realmente ocurrirá lo que temes y empiezas incluso a visualizarlo. El miedo es una emoción que paraliza. Tu presente se hace improductivo y vives pensando en un futuro que aún no existe, pero que lo llevas a tu realidad actual. Esto es lo que hace grandes los problemas, no la situación por sí misma. Muchas veces lo que se temía, ni siquiera ocurrió. O no fue tan penoso como lo imaginaste. Sin embargo, estuviste horas, días y a veces, hasta meses, viviendo angustiado. Si los problemas dependen de tu acción para solucionarlos, tu mente debe centrarse en ello hasta darle solución. Si no depende de ti en estos momentos, tu mente debe desviarse hacia otros temas. Una forma excelente de lograrlo es ayudando a los demás en sus dificultades. Entrega tu servicio y tu amor a quienes lo necesiten y a quienes puedas ser útil. Tu mente dejará de pensar en tus problemas y vivirás con más serenidad y paz. Y la mayoría de las veces descubrirás, días después, que tu problema se solucionó casi solo o que no tenía la importancia que le habías atribuido en un principio. _ S.V. _
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