LA VIRTUD DE LAS MIL CARAS == La penitencia todo lo asume y procesa: el cansancio, la enfermedad, el estrés, el sueño.
Todo puede enderezarse a Dios para demostrarle arrepentimiento: chascos, disgustos, impaciencias, decepciones, ingratitudes, desilusiones, incertidumbres.
Aplicando la debida intención todo se aprovecha: lo que molesta, lo que aburre, lo que indigna, lo que harta, lo que crispa, lo que enrabia.
Todo rinde amor, convenientemente reciclado: la pesadumbre ante los fracasos, la vergüenza de volver a las andadas, la vista de la propia cochambre, de tanto bicho que bulle en el corazón.
¡Todo vale, insisto!
EL CORAZÓN CONTRITO Y HUMILLADO DIOS NO LO DESPRECIA (Salmo 50, 19).
Al Señor no le importa cómo fue triturada tu pobre basura: lo que quiere es que se la entregues.