| Estamos asustados de todo:    de lo desconocido, el abismo, la noche, las tormentas,
 la selva y 
el desierto.
 En el momento de la escritura,
 basta pensar en lo que me 
asusta
 también probablemente
 asusta al otro.
 En algún lugar dentro de 
nosotros
 hay una llave que ilumina el miedo;
 allí donde se instala
 el 
relato de terror,
 cuando se escribe bien,
 porque el hombre se siente 
atraído
 por monstruos y dragones
 que por héroes.
 Como es imposible 
estar luchando
 siempre nuestros propios
 demonios y el mal,
 de vez en 
cuando tenemos
 que llevarlos a pasear.
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