| Lo nuestro es un amor para la historiaFrancisco Alvarez 
Hidalgo
 Era un clamor, una mujer entera,
 que se hace oir, y 
se hace ver; un viento
 que impulsa, envuelve,
 esparce y aglomera;
 era 
delicia y a la vez tormento;
 era fragilidad de cristalera
 y fortaleza en 
cada sentimiento;
 era voz sin censura ni querella;
 y al conocerla, me 
quedé con ella.
 Y me quedé contigo
 La tarde era un adiós, y tú no lo 
eras;
 yo era llegada, tú eras acogida,
 de todo yo desnudo, tú 
vestida
 de tu gloria de senos y caderas.
 Y me quedé contigo. Las 
palmeras
 se mecían al aire; estremecida,
 el agua en el embalse 
recogida,
 era un quebrarse azul de cristaleras,
 y era un silencio verde la 
espesura;
 al interior, mi cerco a tu cintura,
 anaconda estrechando los 
anillos.
 Y luego, en explosión voluptuosa,
 una riada cósmica, 
espumosa,
 y un desmoronamiento de castillos.
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