Lecturas para este día: Romanos 3: 21-30. Lucas 11: 47-54.
¡Ay de ustedes maestros de la Ley, que se han quedado con la llave del saber; ustedes, que no han entrado y han cerrado el paso a los que intentaban entrar!. Lucas 11: 47-54.
Nosotros estamos vivos porque participamos del ¨aliento¨ de Dios, de la vida de Dios, de la gloria de Dios (Genésis 2: 7: Dios… sopló en su nariz).
Tú eres el lugar donde Dios ha decidido habitar y la vida espiritual, no es otra cosa que permitir la existencia de ese espacio donde Dios pueda habitar, crear el espacio donde pueda manifestar su gloria.
Cuando reflexionamos la Palabra de Dios, cuando oramos, nos vamos dando cuenta de un modo personal e íntimo de que somos ése lugar de la gloria de Dios, y entonces, todo empieza a cambiar, todo se ve diferente, nuestra vida dá un vuelco decisivo. Porque nuestra reflexión y oración nos va haciendo ver que todas esas pasiones ¨desordenadas¨ que nos dominan: Rencores, egoísmos, envidias, deseos de grandeza humillando a los demás, explotación del hermano, etc., son, en realidad, cosas ilusorias, o sea, NO SON PARTE NUESTRA. Las hemos convertido en parte nuestra, como cosas ¨normales¨ de la vida. Pero Jesús nos irá revelando que en realidad, son falsas porque no nos engrandecen, no nos dignifican, no nos santifican, sino todo lo contrario: Nos hacen soberbios, malos y mentirosos.
Por eso, procura, siempre que ores, recordar que eres el ¨lugar de Dios¨ donde él quiere hablar y desde ahí reflejarse a tus hermanos, por tus obras buenas. Así te adueñarás de lo que SI ERES: UN HIJO DE DIOS.
Del Salmo 129: Perdónanos, Señor, y viviremos.