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General: NOE DILUVIO ADVIRTIO ,CRISTO DANIEL Y APOCALIPSIS
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Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. GENESIS 7:6
Génesis 7-> Ver.
[V. Todo lo que le mandó Jehová. Así como Noé había cumplido todas las órdenes de Dios durante los 120 años previos (ver Gen 6:22), de la misma manera procedió durante las últimas horas antes de que llegara el diluvio. ¡Cuánto debe haber sufrido al ver las multitudes de seres humanos, con quienes había vivido durante seis siglos, yendo indiferente y descuidadamente a la deriva, hacia su condenación! Sabiendo que todos ellos iban a morir al fin de una semana, y a los ocupados ciegamente en fiestas y francachelas como si nada fuera a suceder (Mat 24:37-39), debe haber redoblado sus esfuerzos finales para amonestarles e invitarlos a entrar en el arca consigo. Pero todo fue inútil.]
CRISTO EN EL LIBRO DEL APOCALIPSIS Y DANIEL ADVIERTE DE LA MARCA DE LA BESTIA SERAN DESTRUIDOS CON LAS PLAGAS Y CON EL FUEGO SANTIFICAR LAS FIESTAS CATECISMO EN SI ES LA MARCA DE LA BESTIA LAUDATO SI CAMBIO CLIMATICO COP26 .Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.Apocalipsis 1:3 Cap.13:17 ,17 y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre.
18 ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver.
[V.17-> Comprar ni vender. Esta drástica medida será tomada en un esfuerzo por obtener el cumplimiento de los dictados de la imagen; pero no será eficaz (ver com. Ap 14:1; Ap 14:12). Esta medida sin duda traerá consigo el decreto de muerte (ver com. Ap 13:15). La marca. Ver com. Ap 13:16. O el nombre. La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de la conjunción “o”. Si se omite, la frase “el nombre de la bestia papado ” estará en aposición con la palabra “marca ”. El pasaje entonces podría decir: “la marca: el nombre de la bestia” (BA). Esto significaría que la marca que vio Juan en visión era el nombre de la bestia Santificar las fiestas catecismo . Esta relación puede compararse con el sello de Dios que se coloca en la frente de los santos Sabado séptimo día Génesis 2:1,4Exodo 20:8,11Exodo 31:12,18 (Ap 7:2), con respecto a los cuales Juan declaró más tarde: tenían “el nombre... de su Padre escrito en la frente” (Ap 14:1,Cap 14:7cap 14:12). CE Ap 14:11. Sin embargo, la conjunción “o” aparece en el P47, el más antiguo manuscrito griego que se conoce del Apocalipsis. En tal caso, las frases “la marca”, “el nombre de la bestia” y “el número de su nombre” unidas por la palabra “o” pueden indicar grados de afiliación con la bestia o su imagen; pero Dios condena esta unión en cualquier grado que sea (Ap 14:9-11). Número de su nombre. Ver com. Ap 13:18. ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 18
[V.18-> Aquí hay sabiduría. Compárese con la frase “para la mente que tenga sabiduría” (Ap 17:9). La sabiduría que aquí se alaba es sin duda a la cual se refiere Pablo en Efe 1:17. Los seres humanos pueden comprender los misterios de la Palabra de Dios únicamente por medio de la iluminación divina (1Co 2:14). Entendimiento. O “inteligencia”. Los que deseen saber el significado del número misterioso, podrán entenderlo. Cuente. O “calcule”. Número de la bestia. Debe notarse que la bestia ya ha sido plenamente identificada (ver com. Ap 13:1-10). El número proporciona una evidencia que confirma esta identificación. Desde los comienzos del cristianismo se ha debatido mucho el significado del número 666. Uno de los primeros en escribir sobre el tema fue Ireneo (c. 130-202). Identificó a la bestia como el anticristo. Creía que los valores numéricos de las letras de su nombre sumarían 666, y sugirió como muy probable el nombre Teitan el cual a veces se consideraba divino. También sugirió, pero como mucho menos probable, el nombre Latéinos, que era el nombre del último reino de los cuatro que vio Daniel. Pero al mismo tiempo previno que “es por lo tanto más seguro y menos peligroso esperar el cumplimiento de la profecía, que hacer conjeturas y buscar aquí y allí nombres que puedan presentarse pues pueden encontrarse muchos nombres que poseen el número mencionado” (Contra herejías v. 30. 3). El número 666 se ha aplicado a numerosas figuras políticas de la historia desde los días de Ireneo. Pero debe notarse que como la bestia ya ha sido identificada, el número -sea cual fuere su significado- debe tener relación con ese poder; de lo contrario, no habría razón válida para que el ángel diese a Juan en este momento de la narración profética la información contenida en el Ap 13:18. Una interpretación que se divulgó en el período siguiente a la Reforma, fue que 666 representa o equivale a Vicarius Filii Dei, que significa “vicario del Hijo de Dios”, uno de los títulos del papa de Roma. El valor numérico de las letras que componen este título suma, como sigue, 666 V 5 I 1 C 100 A ---- R ---- I 1 V (U=V) 5 S ---- F ---- I 1 L 50 I 1 I 1 D 500 E ---- I 1 666 Esta interpretación está basada en la identificación del papa como el anticristo, concepto que se expuso claramente en la Reforma. El principal expositor de esta interpretación fue Andreas Helwig (c. 1572-1643; ver L. E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, t. 2, pp. 605-608). Desde los días de 338 Helwig muchos han adoptado esta interpretación. Como este Comentario identifica a la bestia como el papado, también acepta este punto de vista como el mejor que se ha presentado hasta ahora, aunque reconoce que en el criptograma puede implicarse más de lo que contiene esta interpretación. En cuanto al título Vicarius Filii Dei, la revista católica Our Sunday Visitor, del 18 de abril de 1915, informó en respuesta a la pregunta: “¿Cuáles son las letras que se supone que están en la corona del papa, y qué significan, si es que tienen significado?” Respuesta: “Las letras grabadas en la mitra del papa son éstas: Vicarius Filii Dei, que en latín significan Vicario del Hijo de Dios. Los católicos sostienen que la iglesia, que es una sociedad visible, debe tener una cabeza visible” (p. 3). La edición de la misma revista del 15 de noviembre de 1914, admitía que los números latinos sumados daban un total de 666, pero añadía que muchos otros nombres también dan ese total. En el número del 3 de agosto de 1941, p. 7, nuevamente se trató el tema Vicarius Filii Dei, y se afirmó que ese título no está escrito en la tiara del papa. La tiara, se afirmaba, no lleva inscripción alguna (p.7). La Catholic Encyclopedia distingue entre mitra y tiara. Describe la tiara como un ornamento que no es litúrgico, y la mitra, como uno que se usa para ceremonias litúrgicas. Si la inscripción Vicarius Filii Dei aparece en la tiara o en la mitra, no tiene verdadera importancia. Se admite que el título se aplica al papa, y eso es suficiente para los propósitos de la profecía. Número de hombre. La bestia representa una organización humana Vaticano . Seiscientos sesenta y seis. 666.
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La triple unión religiosa MUNDIAL LAUDATO SI CAMBIO CLIMATICO COP26 .SANTIFICAR LAS FIESTAS CATECISMO EN SI ES LA MARCA DE LA BESTIA .
Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. Apocalipsis 16:13, 14.
Por el decreto que imponga la institución del papado en violación de la ley de Dios, nuestra nación [los Estados Unidos de América] se separará completamente de la justicia. Cuando el protestantismo extienda la mano a través del abismo para asir la mano del poder romano, cuando se incline por encima del abismo para darse la mano con el espiritismo, cuando, bajo la influencia de esta triple unión, nuestro país repudie todo principio de su constitución como gobierno protestante y republicano, y haga provisión para la propagación de las mentiras y seducciones papales, entonces sabremos que ha llegado el tiempo en que se verá la asombrosa obra de Satanás, y que el fin está cerca.
Merced a los dos errores capitales, el de la inmortalidad del alma y el de la santidad del domingo, Satanás prenderá a los hombres en sus redes. Mientras aquél forma la base del espiritismo, éste crea un lazo de simpatía con Roma. Los protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los derechos de la conciencia
Los papistas, los protestantes y los mundanos aceptarán igualmente la forma de la piedad sin el poder de ella, y verán en esta unión un gran movimiento para la conversión del mundo y el comienzo del milenio tan largamente esperado.
Cuando nuestra nación [los Estados Unidos] abjure de tal manera los principios de su gobierno que promulgue una ley dominical, en este acto el protestantismo dará la mano al papismo; y con ello recobrará vida la tiranía que durante largo tiempo ha estado aguardando ávidamente su oportunidad de resurgir en activo despotismo..
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Arrepentimiento
¿CÓMO SE JUSTIFICARÁ el hombre ante Dios? ¿Cómo se hará justo al pecador? Sólo por medio de Cristo podemos ponemos en armonía con Dios y la santidad; pero, ¿cómo iremos a Cristo? Muchos formulan la misma pregunta que hicieron las multitudes el Día de Pentecostés, cuando, convencidas de su pecado, exclamaron: “¿Qué ha-remos?” La primera palabra de respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos”. Poco después, en otra ocasión, dijo: “Arrepentíos y convertios, para que sean bo-rrados vuestros pecados”. 1 CC 21.1
El arrepentimiento incluye tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciaremos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad; mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en la vida. CC 21.2
Hay muchos que no entienden la verdadera natu-raleza del arrepentimiento. Gran número de personas se entristecen por haber pecado e incluso se reforman exteriormente porque temen que su mala vida les acarree sufrimientos. Pero esto no es arrepentimiento en el sentido bíblico. Lamentan el sufrimiento antes que el pecado. Tal fue el dolor de Esaú cuando vio que había perdido su primogenitura para siempre. Balaam, aterrorizado por el ángel que estaba en su camino con la espada desnuda, reconoció su culpa por temor a perder la vida; pero no experimentó un arrepentimiento genuino por el pecado, ni cambio de propósito, ni aborrecimiento del mal. Judas Iscariote, después de traicionar a su Señor, exclamó: “He peca-do entregando sangre inocente”. 2 CC 21.3
Esta confesión fue arrancada a la fuerza de su alma culpable por un tremendo sentido de conde-nación y una pavorosa expectación de juicio. Las consecuencias que le sobrevendrían lo llenaban de terror, pero no experimentó profundo quebranta-miento de corazón, ni dolor en su alma, por haber traicionado al inmaculado Hijo de Dios y negado al Santo de Israel. Cuando Faraón sufría bajo los juicios de Dios, reconocía su pecado para escapar del castigo, pero volvía a desafiar al Cielo tan pronto como cesaban las plagas. Todos éstos lamentaban los resultados del pecado, pero no sentían tristeza por el pecado mismo. CC 22.1
Pero cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el peca-dor discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la Tierra. “La luz verdadera que ilumi-na a todo hombre que viene a este mundo” 3 ilumina las cámaras secretas del ser y se manifiestan las ocul-tas cosas de las tinieblas. La convicción se posesiona de la mente y el corazón. Entonces el pecador tiene conciencia de la justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del Escudriñador de los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza; ansia ser limpiado y restituido a la comunión con el Cielo. CC 22.2
La oración de David después de su caída ilustra la naturaleza del verdadero dolor por el pecado. Su arrepentimiento fue sincero y profundo. No hizo ningún esfuerzo por mitigar su culpabilidad; ningún deseo para escapar del juicio que lo amenazaba inspiró su oración. David vio la enormidad de su transgresión; vio las manchas de su alma; aborreció su pecado. No imploró solamente por perdón, sino también por pureza de corazón. Deseó tener el gozo de la santidad: ser restituido a la armonía y comunión con Dios. Este fue el lenguaje de su alma: CC 23.1
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”. 4 “Ten piedad de mí, Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones... Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí... Purifícame con hisopo y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve... ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí! No me eches de delante de ti y quites de mí tu santo Espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente... Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, cantará mi lengua tu justicia”. 5 CC 23.2
Efectuar un arrepentimiento como éste está más allá del alcance de nuestro propio poder; sólo se lo obtiene de Cristo, quien ascendió a lo alto y ha dado dones a los hombres. CC 23.3
Precisamente éste es un punto en el cual muchos yerran, y por esto dejan de recibir la ayuda que Cristo desea darles. Piensan que no pueden ir a Cristo a menos que primero se arrepientan, y que el arrepentimiento los prepara para el perdón de sus pecados. Es verdad que el arrepentimiento precede al perdón de los pecados, porque solamente el corazón quebrantado y contrito es el que siente la necesidad de un Salvador. Pero ¿debe el pecador esperar hasta haberse arrepentido antes de poder ir a Jesús? ¿Ha de ser el arrepentimiento un obstáculo entre el pecador y el Salvador? CC 24.1
La Biblia no enseña que el pecador deba arrepen-tirse antes de poder aceptar la invitación de Cristo: “¡Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso!” 6 La virtud que sale de Cristo es la que guía a un arrepentimiento genuino. Pedro habla del asunto de una manera muy clara en su exposición a los israelitas cuando dice: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. 7 Así como no podemos ser perdonados sin Cristo, tampoco podemos arrepentimos sin el Espíritu de Cristo, que es quien despierta la conciencia. CC 24.2
Cristo es la fuente de todo impulso correcto. Él es el único que puede implantar enemistad contra el pecado en el corazón. Todo deseo por verdad y pureza, toda convicción de nuestra propia pecaminosidad, es una evidencia de que su Espíritu está obrando en nuestro corazón. CC 24.3
Jesús dijo: “Yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”. 8 Cristo debe ser revelado al pecador como el Salvador que muere por los pecados del mundo; y cuando contemplemos al Cordero de Dios sobre la cruz del Calvario, el misterio de la redención comenzará a descifrarse en nuestra mente y la bondad de Dios nos guiará al arrepentimiento. Al morir por los pecadores, Cristo manifestó un amor incomprensible; y este amor, a medida que el pecador lo contempla, enternece el corazón, impresiona la mente e inspira contrición en el alma. CC 25.1
Es verdad que algunas veces los hombres se avergüenzan de sus caminos pecaminosos y aban-donan algunos de sus malos hábitos antes de darse cuenta de que son atraídos a Cristo. Pero cuando hacen un esfuerzo por reformarse, nacido de un sincero deseo de hacer lo correcto, es el poder de Cristo el que los está atrayendo. Una influencia de la cual no son conscientes obra sobre el alma, la conciencia se vivifica y la vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a mirar su cruz y contemplar a quien han traspasado sus pecados, el mandamiento halla cabida en la conciencia. Se les revela la maldad de su vida, el pecado profundamente arraigado en su alma. Comienzan a comprender algo de la justicia de Cristo, y exclaman: “¿Qué es el pecado, para que exigiera un sacrificio tal por la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo este sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos sino que tuviésemos vida eterna?” CC 25.2
El pecador puede resistir este amor, puede rehusar ser atraído a Cristo; pero si no se resiste será atraído a Jesús; un conocimiento del plan de la salvación lo guiará al pie de la cruz arrepentido de sus pecados, los cuales han causado los sufrimientos del amado Hijo de Dios. CC 26.1
La misma mente divina que obra en las cosas de la naturaleza habla al corazón de los hombres y crea un deseo indecible de algo que no tienen. Las cosas del mundo no pueden satisfacer su ansiedad. El Espíritu de Dios está suplicándoles que busquen las cosas que sólo pueden dar paz y descanso: la gracia de Cristo y el gozo de la santidad. Por medio de influencias visibles e invisibles, nuestro Salvador está constan-temente obrando para atraer la mente de los hombres de los vanos placeres del pecado a las bendiciones infinitas que pueden disfrutar en él. A todas estas per-sonas, que están procurando vanamente beber en las cisternas rotas de este mundo, se dirige el mensaje di-vino: “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. 9 CC 26.2
El que en su corazón anhela algo mejor que lo que este mundo puede dar, reconozca este deseo como la voz de Dios que habla a su alma. Pídale que le dé arrepentimiento, que le revele a Cristo en su amor infinito y en su pureza perfecta. En la vida del Salvador quedaron perfectamente ejemplificados los principios de la ley de Dios: amor a Dios y al hombre. La benevolencia y el amor desinteresado fueron la vida de su alma. Mientras lo contemplemos, a medida que nos inunde la luz de nuestro Salvador, será cuando veremos la pecaminosidad de nuestro corazón. CC 26.3
Podemos lisonjeamos, como lo hizo Nicodemo, de que nuestra vida ha sido muy buena, de que nuestro carácter moral es el correcto y pensar que no ne-cesitamos humillar nuestro corazón delante de Dios como el pecador común; pero cuando la luz prove-niente de Cristo resplandezca en nuestro interior, ve-remos cuán impuros somos; discerniremos el egoísmo de nuestros motivos y la enemistad contra Dios, los cuales han manchado todos los actos de nuestra vida. Entonces sabremos que nuestra propia justicia es en verdad como trapos inmundos, y que sólo la sangre de Cristo puede limpiamos de la contaminación del pecado y renovar nuestro corazón a su semejanza. CC 27.1
Un rayo de luz de la gloria de Dios, un destello de la pureza de Cristo que penetre en el alma, hace dolorosamente visible toda mancha de contaminación y descubre la deformidad y los defectos del carácter humano. Hace patente los deseos impuros, la infidelidad del corazón y la impureza de los labios. Los actos de deslealtad del pecador al querer anular la ley de Dios quedan expuestos a su vista, y su espíritu se aflige y se oprime bajo la influencia escudriñadora del Espíritu de Dios. Se aborrece a sí mismo mientras contempla el carácter puro y sin mancha de Cristo. CC 27.2
Cuando el profeta Daniel contempló la gloria que rodeaba al mensajero celestial que le había sido enviado, se sintió abrumado con un sentido de su propia debilidad e imperfección. Al describir el efecto de la maravillosa escena dice: “Estaba sin fuerzas; se demudó mi rostro, desfigurado, y quedé totalmente sin fuerzas”. 10 Cuando la persona se conmueva de esta manera odiará su egoísmo, aborrecerá su narcisismo y buscará, mediante la justicia de Cristo, la pureza de corazón que esté en armonía con la ley de Dios y el carácter de Cristo. CC 27.3
Pablo dice que “en cuanto a la justicia que se basa en la Ley” -es decir, en lo que se refiere a las obras externasera “irreprochable”; 11 pero cuando discernió el carácter espiritual de la ley se vio a sí mismo un pecador. Juzgado por la letra de la ley, así como los hombres la aplican a la vida externa, se había abstenido de pecado; pero cuando miró en las profundidades de sus santos preceptos y se vio como Dios lo veía, se humilló profundamente y confesó su pecado. Dice: “Yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. 12 Cuando vio la naturaleza espiritual de la ley, el pecado apareció en su verdadera fealdad y su vanidad se desvaneció. CC 28.1
Dios no considera todos los pecados como de igual magnitud; a su juicio, hay grados de culpabilidad, como los hay a juicio de los hombres; sin embargo, aunque éste o aquel acto malo pueda parecer frívolo a los ojos de los hombres, ningún pecado es pequeño a la vista de Dios. El juicio de los hombres es parcial e imperfecto; pero Dios considera todas las cosas como realmente son. El borracho es detestado y se le dice que su pecado lo excluirá del cielo, mientras que muchísimas veces el orgullo, el egoísmo y la codicia pasan sin condenarse. Pero estos pecados son especialmente ofensivos para Dios; porque son contrarios a la benevolencia de su carácter, a ese amor desinteresado que es la atmósfera misma del universo que no ha caído. El que cae en alguno de los pecados más groseros puede avergonzarse y sentir su pobreza y necesidad de la gracia de Cristo; pero el orgullo no siente ninguna necesidad, y así cierra el corazón contra Cristo y las infinitas bendiciones que él vino a derraMarcos CC 28.2
El pobre publicano que oraba: “¡Dios, ten mise-ricordia de mí, pecador!”, 13 se consideraba un hom-bre muy malvado, y así lo consideraban los demás; pero él sentía su necesidad, y con su carga de pecado y vergüenza vino delante de Dios implorando su misericordia. Su corazón estaba abierto para que el Espíritu de Dios hiciera en él su obra de gracia y lo libertase del poder del pecado. La oración jactanciosa y santurrona del fariseo mostró que su corazón estaba cerrado a la influencia del Espíritu Santo. Por estar lejos de Dios, no tenía idea de su propia corrupción, la que contrastaba con la perfección de la santidad divina. No sentía necesidad alguna, y nada recibió. CC 29.1
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Jordan River (Utah)
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The Jordan River, in the state of Utah, United States, is a river about 51 miles (82 km) long. Regulated by pumps at its headwaters at Utah Lake, it flows northward through the Salt Lake Valley and empties into the Great Salt Lake. Four of Utah's six largest cities border the river: Salt Lake City, West Valley City, West Jordan, and Sandy. More than a million people live in the Jordan Subbasin, part of the Jordan River watershed that lies within Salt Lake and Utah counties. During the Pleistocene, the area was part of Lake Bonneville.
Members of the Desert Archaic Culture were the earliest known inhabitants of the region; an archaeological site found along the river dates back 3,000 years. Mormon pioneers led by Brigham Young were the first European American settlers, arriving in July 1847 and establishing farms and settlements along the river and its tributaries. The growing population, needing water for drinking, irrigation, and industrial use in an arid climate, dug ditches and canals, built dams, and installed pumps to create a highly regulated river.
Although the Jordan was originally a cold-water fishery with 13 native species, including Bonneville cutthroat trout, it has become a warm-water fishery where the common carp is most abundant. It was heavily polluted for many years by raw sewage, agricultural runoff, and mining wastes. In the 1960s, sewage treatment removed many pollutants. In the 21st century, pollution is further limited by the Clean Water Act, and, in some cases, the Superfund program. Once the home of bighorn sheep and beaver, the contemporary river is frequented by raccoons, red foxes, and domestic pets. It is an important avian resource, as are the Great Salt Lake and Utah Lake, visited by more than 200 bird species.
Big Cottonwood, Little Cottonwood, Red Butte, Mill, Parley's, and City creeks, as well as smaller streams like Willow Creek at Draper, Utah, flow through the sub-basin. The Jordan River Parkway along the river includes natural areas, botanical gardens, golf courses, and a 40-mile (64 km) bicycle and pedestrian trail, completed in 2017.[6]
The Jordan River is Utah Lake's only outflow. It originates at the northern end of the lake between the cities of Lehi and Saratoga Springs. It then meanders north through the north end of Utah Valley for approximately 8 miles (13 km) until it passes through a gorge in the Traverse Mountains, known as the Jordan Narrows. The Utah National Guard base at Camp Williams lies on the western side of the river through much of the Jordan Narrows.[7][8] The Turner Dam, located 41.8 miles (67.3 km) from the river's mouth (or at river mile 41.8) and within the boundaries of the Jordan Narrows, is the first of two dams of the Jordan River. Turner Dam diverts the water to the right or easterly into the East Jordan Canal and to the left or westerly toward the Utah and Salt Lake Canal. Two pumping stations situated next to Turner Dam divert water to the west into the Provo Reservoir Canal, Utah Lake Distribution Canal, and Jacob-Welby Canal. The Provo Reservoir Canal runs north through Salt Lake County, Jacob-Welby runs south through Utah County. The Utah Lake Distribution Canal runs both north and south, eventually leading back into Utah Lake.[9] Outside the narrows, the river reaches the second dam, known as Joint Dam, which is 39.9 miles (64.2 km) from the river's mouth. Joint Dam diverts water to the east for the Jordan and Salt Lake City Canal and to the west for the South Jordan Canal.[10][11][12]
Map of the Salt Lake Valley
The river then flows through the middle of the Salt Lake Valley, initially moving through the city of Bluffdale and then forming the border between the cities of Riverton and Draper.[7] The river then enters the city of South Jordan where it merges with Midas Creek from the west. Upon leaving South Jordan, the river forms the border between the cities of West Jordan on the west and Sandy and Midvale on the east. From the west, Bingham Creek enters West Jordan. Dry Creek, an eastern tributary, combines with the main river in Sandy. The river then forms the border between the cities of Taylorsville and West Valley City on the west and Murray and South Salt Lake on the east. The river flows underneath Interstate 215 in Murray. Little and Big Cottonwood Creeks enter from the east in Murray, 21.7 miles (34.9 km) and 20.6 miles (33.2 km) from the mouth respectively. Mill Creek enters on the east in South Salt Lake, 17.3 miles (27.8 km) from the mouth. The river runs through the middle of Salt Lake City, where the river travels underneath Interstate 80 a mile west of downtown Salt Lake City and again underneath Interstate 215 in the northern portion of Salt Lake City. Interstate 15 parallels the river's eastern flank throughout Salt Lake County. At 16 miles (26 km) from the mouth, the river enters the Surplus Canal channel. The Jordan River physically diverts from the Surplus Canal through four gates and heads north with the Surplus Canal heading northwest. Parley's, Emigration, and Red Butte Creeks converge from the east through an underground pipe, 14.2 miles (22.9 km) from the mouth.[7] City Creek also enters via an underground pipe, 11.5 miles (18.5 km) from the river's mouth. The length of the river and the elevation of its mouth varies year to year depending on the fluctuations of the Great Salt Lake caused by weather conditions. The lake has an average elevation of 4,200 feet (1,300 m) which can deviate by 10 feet (3.0 m).[3] The Jordan River then continues for 9 to 12 miles (14 to 19 km) with Salt Lake County on the west and North Salt Lake and Davis County on the east until it empties into the Great Salt Lake.[7][8][11]
Discharge[edit]
The United States Geological Survey maintains a stream gauge in Salt Lake City that shows annual runoff from the period 1980–2003 is just over 150,000 acre-feet (190,000,000 m3) per year or 100 percent of the total 800,000 acre-feet (990,000,000 m3) of water entering the Jordan River from all sources. The Surplus Canal carries almost 60 percent of the water into the Great Salt Lake, with various irrigation canals responsible for the rest. The amount of water entering the Jordan River from Utah Lake is just over 400,000 acre-feet (490,000,000 m3) per year. Inflow from the 11 largest streams feeding the Jordan River, sewage treatment plants, and groundwater each account for approximately 15 percent of water entering the river.[13]
Watershed[edit]
Map of the entire Jordan River Basin
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