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Un largo adiós
Qué perezoso día que no quiere marcharse hoy a su hora. El sol, ya tras la línea lúcida del horizonte, tira de él, lo reclama. Pero los pájaros lo enredan con su canto en las ramas más altas, y una brisa contraria sostiene en vilo el polvo dorado de su luz sobre nosotros.
Sale la luna y sigue siendo el día. La luz que era de oro ahora es de plata.
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Otoño y otras luces, 2001
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Ángel González
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