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LA SÁBANA SANTA . TODO SOBRE LA RELIQUIA: LO QUE LA SÁBANA SANTA NO ES .
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: IGNACIOAL  (Mensaje original) Enviado: 04/01/2012 19:14
1
 
 
Varias personas han intentado hacer una réplica exacta de la Sábana Santa sin éxito. Sólo han conseguido burdas imitaciones que ni cuentan con la tridimensionalidad de la Sábana, ni con parecido alguno bajo el microscopio.




Caras obtenidas por el método vaporigráfico por diferentes autores y con diferentes ingredientes y técnicas



Dr. Judica: Positivo y negativo











Dr. Rodante: la primera con sudor de sangre, con solución fisiológica la segunda






No es un calco

Dejando la palabra “pintura” y sustituyéndola por “tinte” formuló otra teoría el pintor parisino R. Clément, miembro de la Société Nationale des Meaux Arts, de París. El lienzo de Turín reproduciría, según él, un Cristo ligeramente estilizado de los siglos XIII o XIV. Un artista desconocido habría impregnado un lienzo en solución de áloe, que al aire se pone oscuro, y lo habría aplicado a una estatua de madera o piedra, o a un alto relieve de la figura de Cristo. Luego lo habría recubierto con otro lino puro y, oprimiéndolo por encima, habría obtenido la coloración más intensa en los lugares salientes; mientras que, en las cavidades, el lino habría permanecido sin coloración. Así se explicaría el carácter negativo de las improntas. Las huellas positivas, que corresponden a la sangre derramada, podrían haberse obtenido echando sencillamente el líquido en la tela (Cfr. Daniel Rops. Jesús et son temps, p. 620). Climent cuenta cómo en su juventud se “divertían” los estudiantes calcando por este sistema en el museo de Nápoles.

“En primer lugar, contesta el Dr. Hynek (El aspecto físico de Jesús….pp. 77-79), difícilmente se comprende que un miembro de la Sociedad Nacional de Artistas franceses pueda estar tan poco informado sobre las representaciones de Cristo en el siglo XIII y aquellos crucifijos monstruosos, desde el punto de vista anatómico y fisiológico, que no tienen ni un mínimo de semejanza con el cuerpo de la Síndone, el cual revela, por el contrario, una perfecta belleza y simetría física”

“La Santa Sábana presenta, así en la parte anterior como en la dorsal, la efigie de un hombre físicamente perfecto, en posición extendida, con los brazos cruzados y con la típica rigidez mortal…No creo exista en el mundo una imagen semejante….hecha con esta suma perfección y exactitud anatómica, ya de frente, ya de espaldas y aun quizá más perfecta en la parte dorsal. Y mucho menos se puede hablar de un relieve, que siempre carece de la parte dorsal de la figura representada. En nuestro caso, para la supuesta tintura de esta parte, hubiera sido necesario hacer un segundo relieve. Pero ¿cómo obtener una coincidencia exacta de los dos relieves? Capaces de presentar en las improntas un mismo cuerpo humano? Como se claramente, la objeción del teñido ha sido poco meditada”

“Parece, continúa Hynek, que Clément, anticuario de profesión, tenía un concepto extraño de la conciencia médica y de sus estudios, creyéndose llamado a advertirles de su error”

“Es en verdad curiosa su afirmación de que el simple derramamiento de un líquido colorante haya imitado con tal perfección, imposible de distinguir de la realidad, no sólo la sangre que sale de un cuerpo vivo, sino la postmortal, venosa y arterial, etc., ya que es sabido cuánta dificultad, casi insuperable, presenta a los pintores más célebres la representación pictórica de la sangre. Baste recordar la penosa impotencia de un Velásquez al pintar en su Cristo la sangre vertida con el costado traspasado.”

“Ahora bien ¿cómo, hace más de setecientos años, cuando la medicina estaba todavía en manos de medicastros más que primitivos, habría podido alguien ejecutar en una estatua, con la máxima perfección, tantos detalles médicos que sólo en los últimos años se han descubierto? Así, por ejemplo, la tranfixión de las manos en el espacio de Destot (Dr. Barbet), la mancha sangrienta en forma de 3 invertido que se formó por la contracción espasmódica del músculo frontal (Dr. Judica), la sangre y agua en coagulación típicamente postmortal en la cadera (Dr. Hyneck y Dr. López Gomez), la rigidez postmortal de todo el cuerpo con los músculos glúteos en forma esférica (Dr. Caselli), etc., una suma de particularidades que antes eran desconocidas por completo”

“Cuanto más atentamente analizamos la objeción de Clément, concluye Hynek, más evidente resulta su inconsistencia, su nulo fundamento y su error”. “La imagen (de la Síndone) es de un realismo extremo, impecable, sin un desfallecimiento, sin un olvido. Ella no tiene en cuenta la tradición sino de una manera muy imperfecta: no concede nada a la esquematización, nada a la convención, caracteres que no se encuentran en ninguna de las producciones iconográficas de aquella época, ni en un grado tan absoluto en las producciones de ninguna época” (Yves Delage, o.c.). Si hubiera existido un artista capaz de producir tal obra hubiera sido un caso de precocidad histórica inimaginable. Y que, por otra parte, ¡no hubiera dejado rastro alguno de sí mismo!

El Dr. Barbet quiso estudiar directamente ese calco obtenido por Clément. He aquí su veredicto, tal como lo trae el p. Carreño (El último reportero…1976, p. 47): “El así llamado negativo presenta un claroscuro sin figura alguna, sin esfumadura, que nada tiene que ver con el rostro de la Sábana…Causa asombro ver cómo persona doctas (parece referirse al teólogo P. Braun, que se apoyaba en el testimonio de Climent para impugnar la autenticidad de la Síndone), tal vez demasiado doctas para tener una pizca de humor, llegan a considerar como un experimento científico lo que no es más que una gamberrada de pintores alegres….” “Una grosera calcomanía”

Un ilusionista americano Joe Nickell ha presentado (The Humanist. Dic. 1978) una teoría parecida a la de Clément. Afirma haber obtenido improntas negativas de un bajo relieve aplicándole un lienzo y frotándolo con polvo de áloe.

Igualmente, el antropólogo Vittorio Delfino Pesce, profesor de la Universidad de Bari (Italia) que se gloría de no haber visto nunca la Síndone ni siquiera desde lejos (Sindon, n. 31, p. 121) presenta la suya, corroborada por experimentos. La diferencia con el pintor Clément está en que en vez de esparcir tinte sobre la estatua, como lo hacia él, Pesce esparce ácido sulfúrico. Las figuras de la Santa Sábana serían, pues, una corrosión del lino producida por ácido sulfúrico. “Yo reto a cualquier escultor, dice (L’Expresso, n. 39, 1 de octubre 1978) a que me haga en madera un bajo relieve y yo garantizo que sacaré de él una o varias copias gemelas de la síndone”

Las razones aducidas contra las teorías anteriores afectan también a éstas. No vale la pena, pues, entretenerse en ellas.

La Sábana Santa de Turín
Su autenticidad y trascendencia
Manuel Solé, S.J.
Ed. Mensajero


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: IGNACIOAL Enviado: 04/01/2012 19:17
2
 
 

Miniatura de Giovanni della Rovere (Galería Sabauda, Turín)




No es una inversión de colores

Pero, ¿no podría hablarse de una inversión natural de colores? Es decir, ¿de una pintura normal cuyos colores pudieran haberse invertido con los años?

Dice el Dr. Judica Cordiglia (L’Uomo della S…. Brescia, 1974, p. 46): “La objeción de que la Síndone fuera originariamente pintada en positivo y que el tiempo haya cambiado las partes oscuras en claras y viceversa, verificándose así una inversión total, una negativación de las improntas, no tiene fundamento. Y ello sencillamente porque actualmente encontramos coloración en la Sábana sólo y precisamente en aquellas partes que un pintor no habría pintado”

También Ives Delage rebate esta posibilidad. Dice: “La idea de que la imagen hubiera sido pintada en positivo y que hubiera virado en negativo, como ha sucedido en ciertas pinturas sobre tela o en algunos frescos, queda excluida; entre otras razones, por el hecho de que la imagen es monocromática y no ha podido, en consecuencia, sufrir modificación de inversión de los claros en sombra y de las sombras en claros”. Esto, aparte de lo que hemos consignado poco ha sobre la total ausencia de pintura en el lienzo de Turín.

Además, ¿a qué pintor medieval podía ocurrírsele pintar una figura de Cristo crucificado, al que puede hacer referencia la Síndone, con la parte posterior del cuerpo opuesta por la cabeza a la parte delantera, con la corona de espinas en forma de capacete y no de aro en torno a las sienes, con la herida de los clavos en la muñeca y no en la palma, con ausencia del dedo pulgar de las manos y sin paño a la cintura?

Efectivamente, algunos de los copistas del lienzo suprimieron en su obra la parte posterior del cuerpo, añadieron el dedo pulgar a las manos y el paño a la cintura, y corrieron la herida de la muñeca hacia la palma. Lo otro les parecía inverosímil por ir contra la tradición. Sobre todo un Cristo desnudo les parecía una irreverencia.

Todavía otra objeción. Las dos figuras de la Síndone presentan una serie de anomalías inconcebibles en un artista de la talla que habría de tener un falsificador capaz de producir un negativo tan perfecto en plena Edad Media o antes.

Aparte de la impresión de ser la pierna izquierda más corta que la derecha, de que ya hemos hablado


[Nota: Se explica por la rigidez que sobrevino al H. de la S. inmediatamente después de morir. El cadáver está ligeramente encorvado hacia delante, con las piernas juntas, algo encogidas y con las rodillas levantadas hacia arriba, la izquierda más que la derecha, lo cual causa la impresión de ser la pierna izquierda unos 3-4 cms más corta que la derecha]

También hay que subrayar la desproporcionada longitud de los dedos de la mano derecha -¡hasta 7 cm!-

[Nota: El Dr. Doménico Tarantini, cirujano del Ospedale Generale di Trani, ha reemprendido recientemente el estudio de este punto también de una manera experimental, y confirma plenamente la tesis de Barbet. Sólo añade la hipótesis de una concomitante laceración del tendón, la cual habría producido la hiperextensión de los cuatro dedos largos que se observa, en ambas manos, en el H. de la S. (Sindon, 29, p. 86)]

La ausencia del dedo pulgar en las manos

[Nota: Comenta el Dr. Barbet: “Operaba yo sobre manos vivas inmediatamente después de la amputación del brazo. Desde la primera vez observé, y regularmente en todas, que en el momento en que el clavo atravesaba las partes blandas anteriores, estando la palma hacia arriba, el pulgar se flexionaba bruscamente (colocándose atravesado a la dirección de los demás dedos) por contracción de los músculos tenorios, mientras que los otros cuatro dedos se flexionaban sólo ligeramente, debido quizás a la excitación mecánica de los tendones musculares flexores mayores”.

“Las disecciones subsiguientes me revelaron que el tronco del nervio mediano había sido gravemente lesionado por el clavo: había sido seccionado y triturado en un tercio, en su mitad o en dos tercios, según los casos. El nervio otor de los músculos oponente y flexor del pulgar nace precisamente del nervio mediano a este nivel. La contracción de los músculos tenorios, vivos aún, así como de su nervio motor explícase, pues, fácilmente por la excitación mecánica del nervio mediano…He aquí por qué en la Sábana las dos manos vistas por el dorso no presentan más que cuatro dedos. Los pulgares se hallan ocultos bajo las palmas”]


y que el codo derecho forma un ángulo más agudo y se separa más del tronco que el izquierdo, dando la impresión de ser el brazo derecho más largo que el izquierdo.

[Hipótesis: el cadáver fue puesto sobre el banco funerario con el lado izquierdo junto a la pared del sepulcro y el derecho junto al borde libre del banco]


Todavía presenta la figura de la Síndone otras tres anomalías perfectamente explicables, si suponemos que se trata de un auténtico crucificado envuelto en su sepultura con una simple sábana y muy difíciles de ser explicadas si las suponemos obra de un artista:

El hombro derecho está visiblemente más bajo que el izquierdo

[Hipótesis: se puede deber a una “deformación profesional”. Según esto el H. de la S. habría ejercitado un oficio manual que requería llevar con frecuencia grandes pesos cargados sobre el hombro derecho….como les sucede con frecuencia a las mujeres del campo que acostumbran llevar pesos (cántaro de agua, fardos, etc.) cargados siempre sobre la misma cadera, que se les desvía ligeramente la columna vertebral)

Y todo el cuerpo está ligeramente desplazado hacia la izquierda por las caderas

[Hipótesis: primero le habrían clavado el pie derecho, tirando de la pierna para que la planta del mismo quedase en contacto perfecto con el madero en el centro del stipes. Luego, al querer clavar el pie izquierdo, el cuerpo, que con el estirón se había ladeado ligeramente hacia la izquierda, no pudo ya ser enderezado sobre el eje del stipes, ni pudo el pie izquierdo alcanzar el nivel del derecho por estar éste firmemente clavado. Por ello tuvieron que doblar la rodilla izquierda y aun así no lograron que la planta del pie izquierdo se aplicara del todo al poste.]

La nariz, rota por el sitio en que el cartílago nasal se une al hueso, se desvía ligeramente hacia la izquierda y presenta la ventana derecha achatada y desproporcionadamente ensanchada y saliente.

También las rodillas están mucho más marcadas en la parte frontal que su lado opuesto, en la dorsal.

Todas estas anomalías no son concebibles en un artista de la talla que habría tenido que tener quien fuera capaz de pintar este lienzo; en cambio se explican perfectamente suponiendo que la sábana envolvía, al ser impresionada, un cadáver yacente y con rigidez cadavérica.


Una sepultura honorable

Suponen los investigadores que el H. de la S. fue desclavado de la cruz sólo por los pies y que fue trasladado al sepulcro con la cara hacía arriba y las manos clavadas todavía en el patíbulo. El sepulcro no debía distar mucho del lugar de la ejecución. Dos hombres cogieron el patíbulo, uno por cada extremo, y otro hombre cogió el cadáver por los pies, ya rígidos.

Llegados al sepulcro le desclavaron las manos y le forzaron los brazos, ya rígidos, hasta tomar la posición antes descrita. Extendieron sobre el banco sepulcral la mitad de la Sábana y colocaron el cadáver sobre ella. Luego extendieron sobre él, a partir de la cabeza, la otra mitad hasta los pies. Arrimaron a los lados del cuerpo los bordes sobrantes de la tela y la sujetaron al cadáver con algunas vendas. Una sujetaría la Sábana a la altura de los codos. Prueba de ello parece ser que el grumo de sangre acumulado en el codo derecho, se repite a 10 y 15 cm. Más afuera, cada vez más pequeño; señal de que el lienzo formaba allí dos pliegues, sujetos al cuerpo por una venda, y la sangre los traspasó.

Otra venda ligaría la Sábana al cadáver por los tobillos. También aquí unas manchas de sangre se repiten lateral y simétricamente junto a la impronta correspondientemente de cada pie.

Por último otra venda sujetaría la Sábana al cadáver a la altura de las rodillas. De lo contrario no se explicaría la fuerte imagen posterior de los muslos y pantorrillas, si hubiera distado demasiado la tela del cuerpo. Recordemos que las rodillas estaban juntas y algo flexionadas hacia arriba. Otros en cambio suponen que las rodillas no estaban flexionadas, sino que las habían forzado para dejarlas planas. De todos modos es innegable que la rodilla izquierda sobresale sobre la derecha.

Otros colocan otra atadura en el cuello (Ricci).

Se ve, pues, que los enterradores no forzaron el cadáver ya rígido sino en lo indispensable: los brazos extendidos, que hubieran estorbado para la operación y difícilmente habrían podido pasar por la estrecha puerta del sepulcro. La cabeza, el tronco, los dedos de las manos, las piernas y rodillas, los pies…fueron dejados tal como habían quedado en la cruz a causa de la rigidez.

También le cerraron la boca y le ataron con una venda la mandíbula inferior a la cabeza. Por ello el labio inferior de la boca aparece algo apretado contra el superior. Esta mentonera explica por qué no aparece en la impronta facial la parte lateral de las mejillas, por qué los cabellos le caen algo salientes por ambos lados de la cara, por qué la barba está algo adelantada y por qué no quedó fotografiada la parte superior de la cabeza (unos 10 cm.) La existencia de esta mentonera, intuida y supuesta por los especialistas, ha sido detectada claramente por la fotografía tridimensional de los científicos de la NASA.


Una sepultura apresurada



La ley judía ordenaba (The Universal Jewish Enciclopedia, p. 598) que los condenados a muerte fueran echados a la fosa común. De hecho en Jerusalén había cementerios-sepultura para los ajusticiados. Con todo, la ley judía permitía que los familiares reclamasen el cuerpo. En tal caso, el muerto había de ser envuelto en una sábana usada, más aún, vieja y andrajosa, como desprecio hacia el condenado, considerado maldito por la ley. Además el ajusticiado rescatado por sus familiares, debía ser sepultado en un sepulcro en el que no hubiera nadie más, para que el cadáver del “maldito” no contaminara los cuerpos de los justos yacentes allí. Sólo cuando la carne se había corrompido y convertido en polvo se consideraba “purificado” el esqueleto del condenado y podía ser exhumado y trasladado a un sepulcro común con otros.

En nuestro caso la sepultura, aunque honrosa, hubo de ser apresurada. Se le compusieron bien los cabellos, se le ató la mandíbula, se le pusieron dos moneditas sobre los párpados y se le envolvió en una amplia sábana nueva y rica, la cual fue bien compuesta y sujeta al cadáver, se le pusieron aromas….aparte de flexionarle y componerle los brazos sobre su propio cuerpo. Todo esto se podía hacer en poco tiempo. Pero no fue lavado el cuerpo, ni vestido, ni se le rasuraron los cabellos como era costumbre, al menos en Palestina, ya que hay indicios de tratarse de un judío. Todo esto suponía mucho tiempo. Probablemente, pues, se trata de una sepultura apresurada y provisional, tal vez por echarse encima un día de fiesta. Consta que los judíos eran extremadamente escrupulosos en no trabajar nada en día de fiesta.

[Nota: según los investigadores el H. de la S. fue desnudado antes de ser clavado en la cruz. La costumbre en Palestina era la de enterrar a la persona vestida, con el cuerpo cubierto. Al estar desnudo el cadáver eso explica la posición de los brazos.]


La rigidez cadavérica


Los expertos en medicina legal subrayan además “la acentuada rigidez del Hombre de la Síndone, característica de las muertes excepcionalmente fatigosas y dolorosas”


Esta rigidez cadavérica le sobrevino casi instantáneamente en el momento de expirar.

“Después de esta lucha física espantosa, anota el Dr. BArbet (La Pass….p. 193), después de esta tetania, la rigidez debió de ser brutal, instantánea, total de un golpe”

De la misma opinión es el Dr. Hynek (Lo que revela…p. 65), quien aduce como ejemplo la rigidez instantánea del ciervo sometido al máximo esfuerzo muscular en la caza de acoso a caballo. “Cuando recibe el golpe de gracia, el cuerpo se queda instantáneamente rígido”.

La rigidez de los músculos deltoides (hombro-brazo) no era tan resistente que no pudiera ser superada por la fuerza. Los brazos pudieron así ser dispuestos a lo largo del cuerpo y los antebrazos cruzados, con la mano izquierda sobre la derecha, como se ve en la Sábana Santa.

Supone el Dr. Barbet que al H. de la S. le clavaron los pies directamente sobre el stipes, el izquierdo cruzado sobre el derecho, con un solo clavo, por el segundo espacio intermetatarsiano. La rodilla izquierda habría quedado doblada sobre la derecha. Y en el sepulcro, a causa de la rigidez cadavérica, la pierna izquierda habría mantenido prácticamente la posición de la cruz. Por ello aparece en la Síndone algo más corta que la derecha. “Basta extenderse sobre el suelo, dice Barbet, y hacer la prueba en vivo para darse cuenta del estado de las cosas. Es suficiente doblar muy ligeramente las rodillas para que los pies toquen por completo el suelo, sin gran dificultad y sin ningún dolor. La cosa se hace todavía más fácil por el movimiento de varus, que avecina las puntas de los pies hacia la línea media, girando el pie hacia adentro”.

La Sábana Santa de Turín
Su autenticidad y trascendencia
Manuel Solé, S.J.
Ed. Mensajero

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: IGNACIOAL Enviado: 04/01/2012 19:20
3
 
 




No es una Pintura

Pero ¿no podría tratarse de una pintura?
Por de pronto las figuras de la Santa Sábana no presentan ninguna de las características propias de una pintura. Ante todo, la coloración de las figuras, no la de la sangre, se acentúa más en las crestas que en los valles del tejido; todo lo contrario de lo que sucede en las pinturas.

Ninguna pincelada, ninguna delimitación de imagen, ningún contorno diseñado, como usaban los pintores de finales de la Edad Media o del Renacimiento. La imagen de la Sábana, por sus toques vaporosos, más bien recuerda, con matizaciones mucho mejores, a ciertos impresionistas del siglo XX (De Gail).

Además, las partes más coloreadas de las figuras, aun las más marcadas, no contienen rastro alguno de pintura. Analizada la tela con una lupa de varios aumentos e incluso con un microscopio, no presenta la más mínima traza de pintura, laca, pastel o lápiz. La imagen desaparece a tales aumentos y sólo se ven los hilos limpios. Se distinguen perfectamente las crestas y los valles del tejido, pero ni traza de pintura. “Fuera de una pequeña cantidad de óxido de hierro, no hemos encontrado (el equipo del STURP) pigmento alguno” en la Sábana, afirma el químico Ray Rogers, de Los Alamos, National Scientific Laboratory (National Geographic, p. 741).

A pesar de esto Walter McCrone dio la campanada en Londres (Catholic Herald, 19, septiembre, 1980) declarando haber encontrado trazas de óxido de hierro microscópicas en algunas fibrillas del rostro, que él atribuía a la mano de un pintor, añadía: “Esto no prueba que la Síndone sea falso. Una precedente imagen auténtica, pero muy tenue, habría podido ser reforzada sucesivamente por un pintor, a fin de hacerla más fácilmente visible” (Sindon, n.29, p.70)

Esta declaración espoleó a los investigadores del STURP a indagar más a fondo este punto. Hallaron óxido de hierro en las manchas de sangre en la proporción en que el hierro se halla en ésta. Lo hallaron también en menor cantidad en las partes coloreadas de la imagen, lo mismo que en las partes no coloreadas.

El grosor de esas partículas de óxido es tan pequeño que no llega a una micra. Teniendo presente, pues, que el óxido de hierro, según el mismo McCrone, no ha podido ser reducido a partículas tan pequeñas hasta 1800, deduce él que este pigmento de óxido de hierro, rojo y amarillo, hubo de ser añadido intencionadamente en la Síndone durante los últimos siglos.

Esto va contra la historia. Los avatares de la Sta. Sábana durate los dos últimos siglos son perfectamente conocidos; y no ha existido durante este tiempo conato alguno de retoque pictórico en la misma.

La respuesta que dio al problema John Heller, profesor en el Colegio del Estado de Nueva Inglaterra, miembro del STURP, en la reunión de Connecticut, es: “En la atmósfera terrestre hay una cantidad importante de partículas microscópicas de este tipo de hierro, bien detectables. Su cantidad varía según la altura, la longitud y latitud del lugar, en función de varios factores. Su origen es vario” (Tomado de Bonnet-Eymard, Le Suaire, número especial de La Renaissance Catholique aux XX siécle, supplemente, sept 1981, pp. 4 y 5). Especialmente puede proceder este hierro de los volcanes y terremotos, y también de la actividad humana. De hecho llena la atmósfera.

Por consiguiente, este hierro microscópico sobre la Síndone, si fuera éste su origen, no sólo se habría ido depositando sobre ella en los dos últimos siglos, sino desde que se fabricó.

Otros, como el profesor de química del Western Connecticut State Collage, Alan Adler, dicen que la presencia de este hierro en la Síndone puede deberse a las antiguas técnicas de fermentación del lino destinado a ser tejido. Estas provocaban una oxidación de su celulosa, que podría haber depositado en el agua hierro y calcio. En tal caso, este hierro microscópico de la Síndone sería anterior a su fabricación.

Otros, en cambio, hipotizan que esas diminutas partícula de óxido de hierro pueden proceder de las abundantes manchas de sangre, ricas en hierro, que cubren casi toda la Síndone. Podrían haberse corrido de ellas a toda la Sábana.

Pero hemos de subrayar que este óxido de hierro microscópico detectado sobre la Síndone, es completamente distinto del que hubiera aportado la mano de un hombre. Y aquí radica el fallo de McCrone: suponer que este óxido de hierro está allí puesto intencionadamente por una mano humana. Por ello algunos creyeron que McCrone no buscaba más que la publicidad en toda su declaración.

No aparece tampoco por ningún lado señal alguna de diseño o líneas de contorno. Al contrario, estos se difuminan insensiblemente hasta desaparecer en el color básico amarillento de la tela. Son varios los peritos que la han analizado detenidamente a este propósito: Buttandier (1898), Loth (1907), Enrie (1931 y 1933), Renié (1937). Y últimamente los sabios del STURP (1978).

Un pintor no puede producir, anota Barbet por su parte (La Passion…, p. 232), ese tránsito imperceptible de la imagen al fondo. Aquí el color crudo de la tela ha sido integrado perfectamente en la impresión negativa de las imágenes. Este conjunto conjugado de la tela y de la imagen es lo más característico del negativo sindónico, anota De Gail.

También le falta a la imagen sindoniana aquella iluminación convencional que está presente en toda pintura, observa la pintora Ma. Delfina Fusina (Osservazioni…p. 75). El cuerpo aparece aquí visto bajo una luz perpendicular al lienzo. No tiene sombras.

Por otro lado, la tela de Turín ha sido plegada, a lo largo de los siglos, en multitud y variedad de pliegues. Si hubiera en ella pintura, ésta se hubiera descascarillado, al menos en parte, y aparecerían señales de ello sobre el lienzo. Nada de eso.

Por su parte, el profesor de ciencias aeronáuticas, Eric Jumper, y el profesor de física, John Jackson, escriben: “Nuestros aparatos del Centro Jet Propulsión, de Pasadena (NASA), nos han permitido constatar la autenticidad de la Síndone, en el sentido de que podemos afirmar con absoluta seguridad que no ha sido pintada por un artista, en cuanto no revela aquella dirección preferencial, que cualquier pintor habría impuesto a su pincel” (Gaceta del P. p. 38) “Las investigaciones de Donald Lyn y de Jean Lorre…han podido demostrar que la imagen no posee dirección alguna preferencial; lo cual prueba que la imagen sindónica no puede ser obra de un artista que haya usado la técnica usual de las pasadas de pincel” (Actas II Cong. Int. P. 169)

Además hemos anotado anteriormente que la coloración de la imagen se reduce a las fibras superficiales del hilo, no lo impregna. Esto sólo excluye ya materias colorantes debidas a pintura o estampado; pues, dada la extrema delgadez del hilo (1/4 de mm.), el color debiera haber penetrado por capilaridad hasta el interior del mismo (N. Mosso, Osservazioni della perizie of, p. 112)

También hacen notar los técnicos que el agua que empapó la Síndone, al apagar el incendio de Chambéry, hubiera disuelto la cola de la pintura, estropeando las figuras. No se trata, pues, de colores al temple.

Igualmente el calor del incendio hubiera alterado las materias colorantes de origen orgánico. Nada de esto sucedió. El color de las imágenes es extraordinariamente uniforme hasta el borde de las quemaduras.

Por último, suponer que un pintor medieval anterior al año 1356 en que aparece la Sábana en Lirey, pudiera pintar un negativo fotográfico, es completamente inconcebible.



[Lámina A. La Sábana de Turín. Lámina B. Copia de Durero (1516). Lámina C. Una copia existente en Chambéry. Le han completado los brazos quemados en 1532. Lámina D. Copia de la falsa Sábana de Besanzon por el pintor Dargent (finales del s. XVI). Lámina E. Copia de la falsa Sábana de Besanzon publicada por J.J. Chifflet (s. XVII). Observar los hombros levantados en las dos figuras de Besanzón: D y E.]


Basta comparar la Síndone con las copias que de ella se hicieron. Todas ellas aparecen rígidas, burda mezcla de positivo y negativo por no saber interpretar lo que veían sus ojos en el original. Incluso pintores de la talla de Durero, tropezaron en este escollo. Antes de inventarse la fotografía, nadie era capaz de imaginarse un negativo fotográfico con los claros y los oscuros invertidos. Cuanto menos pintarlo. Hubiera sido un precocidad histórica inconcebible.

Aun hoy día, que conocemos la fotografía, es poco menos que imposible pintar un negativo perfecto; es decir, un negativo tal que al ser fotografiado dé en la placa negativa un positivo perfecto. Se han hecho varias pruebas inútilmente.

El profesor Ives Delage hace al respecto otra atinada observación. Escribe: “¿Por qué este (supuesto) falsario (pintor de la Edad Media) se habría preocupado de ejecutar una obra de arte cuya belleza no aparece sobre la obra y que no se podía apreciar sino por una inversión (de luces y sombras) que no ha sido posible sino mucho más tarde (con la invención de la fotografía)? El trabajaba para sus contemporáneos y no para el siglo XX y para la Académie des Siences”.

¿Por qué, además, se había de reducir el artista a una sola obra de arte? No se conoce ninguna otra del estilo de la Síndone. Esta es única en su género.

Pero supongamos que la Síndone fuera una pintura. Veamos las reflexiones que, en este supuesto, se hace el Dr. John H. Heller, ex catedrático de medicina interna y de física en la Universidad de Yale (USA) y miembro del STURP.

“Como he dicho antes, no es posible ver la figura de la Sábana a menos de uno o dos metros de distancia. Pero un artista no puede pintar si no distingue (de alguna manera) los trazos que está dando con su poncel. El supuesto artista debió, pues, de utilizar un poncel de uno o dos metros de longitud. Además, el pincel tenía que estar compuesto de una sola cerda, pues sólo manchaba fibrillas aisladas, de diez o quince micras de diámetro. Las cerdas para pincel más finas que conozco son las de marta y un pelo de marta tiene un gran diámetro comparado con el de una fibrilla de un tejido”

“Por otra parte, el supuesto pintor tuvo que utilizar una pintura que no contuviera ni óleo ni agua, porque no encontramos (en la Síndone) señales de capilaridad”

“Aún más, para distinguir lo que estaba pintando, habría precisado de un microscopio de gran aumento, bajo el cual habría movido el pincel. Pero las leyes físicas que gobiernan la óptica excluyen dicho microscopio, a menos que estuviera adosado a un televisor. Y, en este caso, tendría que ser un aparato de televisión en color, pues el amarillo pajizo es demasiado débil para que quede registrado en blanco y negro”

“Otro obstáculo que habría tenido que superar el supuesto artista es el de las limitaciones del sistema nervioso humano. Nadie puede sostener un pincel tan largo con la necesaria firmeza para pintar el extremo de una fibrilla. Es necesario un micromanipulador del siglo XX, que operase hidráulicamente a una distancia de uno o dos metros. Y éste tiene que estar montado en un brazo mecánico especial, un invento de la era atómica. Asimismo, el artista tendría que haber sabido qué cantidad de microfibrillas pintar, y haberlo hecho a la inversa, como un negativo”

“Nuestro hipotético artista habría tenido que utilizar sangre, tanto premortal como postmortal. Y tendría que haber pintado con albúmina de suero los bordes de las marcas de azotes. Pero, como la albúmina de suero sólo es visible bajo rayos ultravioletas, hay que suponer que utilizó un medio invisible ante la luz blanca”

“Habíamos llegado (el equipo del STURP) a la conclusión de que las imágenes eran producto de oxidación. El ácido sulfúrico es un agente oxidante, pero es evidente que nadie puede pintar con ácido sulfúrico, porque destruiría las cerdas, mostraría señales de capilaridad y se enfrentaría a todas las demás dificultades que puso al descubierto nuestro raciocinio”

“El calor también puede causar el mismo tipo de oxidación que el ácido sulfúrico, pero cualquier fuente de calor irradia de manera difusa, y no podría explicar la tridimensionalidad de los rasgos del hombre de la sábana santa o la nitidez del color amarillo pajizo que hay solamente en los extremos de las microfibrillas”

“Por último, aparte del método empleado, el supuesto artista habría tenido que crucificar a alguien para reproducir exactamente la patofisiología que presenta la imagen. Esta es perfecta (desde el punto de vista médico). Por lo tanto, a menos que hubiera trabajado con varios crucificados, le habría sido casi imposible reproducir la anatomía y la patofisiología precisas”

Anteriormente había citado el mismo Séller al Dr. Robert Bucklin, médico forense y patólogo en la ciudad de los Angeles (USA). Este, fijándose en la perfección anatómica del H. de la S., escribió en un informe: “Sea cual sea su origen (el de la Síndone) disponemos de información suficiente para afirmar que las imágenes son anatómicamente correctas. Sus características patológicas y fisiológicas son claras, y revelan unos conocimientos médicos ignorados hace 150 años. Pero, concluye el Dr. Heller: “Ante la pregunta de cómo llegaron allí las imágenes, no tenemos respuesta”.

Otro dato todavía. Uno de los análisis a que fue sometida la Síndone en octubre de 1978 por los sabios del STURP fue el de una espectroscopia de reflectancia. Se pretendía sacar información acerca de la naturaleza de las imágenes. Si éstas se habían formado a partir de una sola sustancia, los análisis de las diferentes partes serían parecidos.

Pues bien, se halló que todos los resultados eran iguales, excepto los del talón. ¿Qué podría tener de particular el talón? El electroscopista Samuel Pellicori lo examinó entonces con el microscopio. Con su ayuda, pudo distinguir entre los hilos del tejido “unas partículas de lodo, profundamente incrustadas en ellos”

Por otra parte, observa el Dr. Heller “la película de lodo sobre los talones es tan insignificante que no se percibe a simple vista. Resulta, pues, impensable que un falsario lo haya puesto allí. Los artistas no tienen costumbre de colocar cosas en sus obras de arte que no se vean. Sólo porque el espectro era irregular, los investigadores han hecho un examen macroscópico del talón”

También se descubrió después tierra en las escoriaciones de la nariz y en su rodilla izquierda. (Heller, Enquete sur le S.S., p. 159)

La Sábana Santa de Turín
Su autenticidad y trascendencia
Manuel Solé, S.J.
Ed. Mensajero

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: IGNACIOAL Enviado: 04/01/2012 19:22


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