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General: LA MUJER MORENA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: aires  (Mensaje original) Enviado: 11/02/2010 18:43
     
 
    
 
 
 



  

cMaría Teresa López el día de su 89 cumpleaños.
ARTE | VIDA DE UNA MODELO
La mujer morena


Fue la modelo más famosa de Julio Romero de Torres y su imagen estuvo impresa en casi mil millones de los antiguos billetes marrones de 100 pesetas. Sin embargo, María Teresa López, “La Chiquita piconera” del cuadro más universal del artista cordobés, vive en un asilo, sin dinero y amargada por los recuerdos de una vida ingrata marcada por quienes la acusaron de ser amante del pintor.

 
Reproducción del billete de 100 pesetas, emitido en 1953 y retirado en 1978, con la imagen del cuadro “La Fuensanta”, pintado por Julio Romero. María Teresa se lo dedicó a una amiga.
 
 
Una imagen de la muchacha a los 16 años edad.
 
 
María Teresa tenía 16 años cuando fue retratada por Julio Romero de Torres en su último cuadro, “La Chiquita piconera”, que a la postre fue su testamento pictórico, según sus críticos.
 
por Juan Carlos de la Cal. Fotografías de Chema Conesa

Su última cita con la Historia pasa por la habitación 216 de un asilo andaluz. La Morena de la copla, la reina de las mujeres, la del bordado mantón, la del clavel español, la que prestó su rostro a los casi 1.000 millones de billetes de 100 pesetas en la posguerra, apura el fin de su existencia perseguida por sus recuerdos, con el único consuelo de las hermanas salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. Ellas, las afanosas monjitas, son las encargadas de cuidar a la penúltima modelo viva que queda de las decenas que se prestaron voluntariamente para ser retratadas a principios del siglo pasado por el inmortal pintor cordobés Julio Romero de Torres.

Y, sin duda, María Teresa López es la más famosa de todas. Ella es La Chiquita piconera, la adolescente que se calienta los pies en un brasero lleno de trozos de carbón; La Fuensanta que nos miraba a todos desde aquellos billetes de banco marrones; La mujer morena de la copla y blanco de todas las maledicencias populares de aquella España perdedora y castigadora de sus ídolos. La encontramos el pasado ii de septiembre, celebrando su 89 cumpleaños en el comedor del Hospital de San Sebastián, una cuidada y bonita residencia de ancianos regentada por las religiosas salesianas en el centro del pueblo cordobés de Puebla del Río.

Aunque la edad haya ajado su memoria y su cabello sea blanco, su presencia permanece intacta, posando para las fotos serenamente, sin apenas un movimiento, como le gustaba al pintor tenerla por las tardes en su estudio hace más de 70 años. A pesar de que la televisión y todos los periódicos sólo hablen estos días de lo que ocurrió en Estados Unidos hace un año, María Teresa, la auténtica Piconera, pide también su espacio, porque el ii de septiembre ya existía en el calendario antes de que los aviones surcaran el cielo...

La primera luz que vio aquel día de i9i3 fue la del rancho que su padre, Inocencio, tenía en las cercanías de Buenos Aires. Hasta allí había llegado en compañía de su esposa Teresa a “hacer las américas”, como se decía entonces, e invertir la sustanciosa cantidad de dinero que había heredado de su familia. Los recuerdos de María Teresa se funden entre verdes e inmensos prados, caballos salvajes, un jardín lleno de flores y una madre que la llama “india brava” porque era incapaz de estarse quieta. La Primera Guerra Mundial acabó con la prosperidad del país suramericano y la familia volvió a su tierra natal cuando nuestra protagonista acababa de cumplir los siete años. Regresaron a bordo del transatlántico Reina Victoria Eugenia y la travesía hasta Cádiz duró tres semanas. Se instalaron en la casa de su abuela paterna, en el castizo barrio cordobés de San Pedro, no muy lejos de la Plaza del Potro, donde Julio Romero de Torres –ya un pintor consagrado– tenía unidas su casa y su estudio.

Objeto de deseo. La relación entre las dos familias no tardó en nacer –las dos eran clanes de señoritos– y la cándida belleza de María Teresa –delgadita, morena, con grandes ojos negros que la hacían parecer mayor– no pasó inadvertida para el pintor, obsesionado por plasmar en sus lienzos a toda mujer –o proyecto de mujer– que cumpliera con los cánones iconografiados por sus críticos y clientes. Una tarde de invierno, a los pocos meses de llegar a Córdoba, Margarita, la mandadera que servía en casa de los Romero, cogió a Teresa de la mano y se la llevó directamente al estudio de Julio. “Vamos niña, que te voy a presentar a un señor muy importante amigo de tu padre que te quiere conocer”, le dijo a modo de introducción. “Eres muy guapa. Ven las tardes que puedas si quieres que te pinte”, le dijo él sin más preámbulos. Le pagaba tres pesetas por sesión, por quedarse inmóvil durante horas.


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: ArOmA De mUjEr Enviado: 11/02/2010 19:00
GRACIAS POR BRINDARNOS LO
MEJOR DE TI..
 
UN BESO MUY  FUERTE  PARA TI..
GRACIAS POR ESTAR AQUI AMIX...
FELIZ DIA DEL AMOR..Y LA AMISTAD¡¡
 


 
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