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ENTRE VOCES.
Ahora mismo, una vez que el otro
silencio y la rugosa ventisca
suban herrumbre de la fronda,
podràs oler el azufre
que precede al rayo, el zumbido
ahogado de los grillos
que preludian
No tengas memoria de este mudar del dìa,
ni del terso jugar de la chicharra
con su violìn
componiendo madrigales,
que donde duerme el aire verde
del oleaje suspira un hombre
que la sal corroe.
Mientras, unas risas te vuelven
la cordura y dudas
turbado que tu voz cambie...
Marcelo
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