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EL RÍO Y EL DESIERTO
Un río, tras correr libre y despreocupado entre riscos nevados, profundas gargantas y fértiles campiñas, llegó al desierto. Sus aguas, hasta entonces ágiles y transparentes, se vieron frenadas y enturbiadas por la arena. Y aquél río, en su agonía, clamó al cielo: -¿Qué puedo hacer para proseguir mi camino? Una vieja palmera, al oirlo, se compadeció y le susurró desde la punta de sus hojas: -Evapórate y salvarás tu esencia. Y aquél viejo río, comprendiendo, se elevó sobre sí mismo, uniéndose a las nubes del cielo.
(La muerte no es otra cosa que la recuperación de nuestra primigenia y verdadera identidad.)
~ Juan José Benitez ~ Libro: "La otra orilla"

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