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Estudios Biblicos: PATERNIDAD, HERMANDAD Y SU LUGAR EN LA FAMILIA
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De: simplementeGrace  (Mensagem original) Enviado: 10/06/2009 23:33

Paternidad, hermandad y su lugar en la familia

Tome cualquier periódico y verá numerosas historias de personas matando, maltratando o abusando de sus semejantes. Lo más increíble son los relatos de jóvenes que matan a otro adolescente por una chaqueta o una mochila, algo muy insignificante en comparación con una vida. Leemos de millones de abortos. Hay una tendencia definitiva hacia la eutanasia. Y observamos en la televisión las imágenes de la guerra sin pestañear. En todo esto reconocemos una tendencia en nuestra cultura: la vida se ha abaratado. Hay una erosión básica de la comprensión de la valía intrínseca del ser humano.

El ser humano es distinto al resto de la creación. El divino concilio trinitario determinó que la humanidad habría de poseer la imagen y la semejanza divinas. Los humanos son seres espirituales, no sólo cuerpo, sino también alma y espíritu. Son seres morales, cuya inteligencia, percepción y determinación propia exceden las de cualquier otro ser creado.

Estas propiedades que posee la humanidad, y su prominencia en el orden de la creación, implican el valor intrínseco, no sólo de la familia de la humanidad, sino también el valor individual de cada ser humano.

La capacidad y la habilidad suponen una responsabilidad y una obligación. Nunca deberíamos conformarnos con vivir a un nivel más bajo del que Dios ha previsto para nuestra existencia. Debemos procurar ser lo mejor que podamos y alcanzar los más altos niveles. Hacer menos nos constituiría en siervos infieles de la vida que se nos ha confiado. Véanse Salmos 8.4, 5; 139.13, 14.

Como todas las otras disfunciones familiares, el homicidio y un concepto insignificante de la vida fluyó de la ruptura y del pecado perpetrados en el huerto del Edén.

El pacto de amor de Dios requería que se sacrificaran animales inocentes para proveer vestidos de piel a Eva y Adán. Esta figura temprana de la propiciación sustitutiva señala la necesidad del juicio sobre el inocente, a fin de proveer cobertura al culpable. Adán y Eva hicieron un vano intento de cubrirse a sí mismos mediante sus propios esfuerzos, al fabricar vestidos de hojas de higuera. Sin embargo, el orden de Dios proveyó cobertura por medio del sacrificio. Bajo el nuevo pacto, se requiere que nos revistamos de Cristo más bien que de nuestras buenas obras (Gl 3.27).

El asunto de los sacrificios de sangre, como parte esencial de nuestra posición ante Dios, se presenta por medio de las ofrendas de Caín y Abel. De acuerdo con la lección fundamental que ofreció Dios en relación con el pecado de Adán y Eva (3.21), la ofrenda vegetal de Caín, fruto de sus propios esfuerzos, era una ofrenda para justificarse a sí mismo y una negativa a vivir bajo el pacto revelado de Dios. La ofrenda de Caín fue rechazada, de la misma forma que lo fue el intento de Adán de usar hojas de higuera para cubrirse. Pero la ofrenda de Abel, un sacrificio de sangre, agradó a Dios. El sacrificio de animales en el huerto por parte de Dios había sentado el principio de la sangre como la vía para acercársele. Quedó en evidencia que adoptar una actitud adecuada ante un Dios hacedor de pactos era asunto de vida o muerte, y no algo que dependía meramente de los esfuerzos humanos.

Aun cuando Dios rechazó la ofrenda de Caín, ¿piensa usted que la advertencia a Caín refleja el interés y amor de Dios por él? Explique su respuesta.

¿El tema de la hermandad emerge temprano en la Escritura, y desde el principio está claro que Dios concede importancia a las relaciones fraternales. En este pasaje aparece por primera vez el asunto de la responsabilidad del uno para con el otro. Caín pregunta: «¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?» La palabra utilizada para «guarda» (del hebreo shamar) significa «resguardar, proteger, atender o considerar» ¿Acaso somos responsables? «Ciertamente», es la respuesta de Dios. No sólo somos guardas de nuestros hermanos y hermanas, sino que se nos llamará a juicio por nuestro trato a nuestros hermanos y hermanas (físicos y espirituales).

Debido a los pecados de Caín contra su hermano, Dios lo maldice, le quita su habilidad para cultivar y lo sentencia a una vida de fugitivo y vagabundo (y. 12). Esto indica claramente que la desarmonía fraternal nos destina a la esterilidad y a la frustración en nuestros propósitos.

A través de toda la Escritura hallamos que los caminos de Dios son siempre inclusivos. El siempre llega hasta las personas para atraerlas, alcanzarlas con su amor, y nos llama a que hagamos lo mismo. El problema viene cuando nuestra naturaleza intrínseca de pecado nos presiona a ser exclusivos. «Exclusivo» se puede definir en forma amplia como: «élite, de moda, selecto». Pero en un uso diferente también puede ser: «restrictivo, prohibitivo y limitante». En nuestros esfuerzos por ser parte de un grupo exclusivo, lo que hacemos en realidad es restringir y limitar el potencial de Dios en nuestras vidas. ¡El nos llama a que nos extendamos, a amar, a hacer a nuestro mundo más amplio!



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