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Estudios Biblicos: PATERNIDAD BIBLICA
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De: simplementeGrace  (Mensaje original) Enviado: 10/06/2009 23:35

PATERNIDAD BIBLICA

Los padres tienen un papel único y retador en el orden de Dios: tenemos la responsabilidad de criar a la próxima generación del Reino de Dios. Esto obviamente nos lleva mucho más allá de la simple provisión física de las necesidades de nuestros hijos en cuanto a alimento, techo y abrigo. Tenemos también una obligación moral, espiritual, emocional e intelectual para con nuestros hijos.

Lea 1 Pedro 2.9. Anote lo que es verdad respecto a nosotros y, por consiguiente, de nuestros hijos.

Lea Proverbios 22.6. ¿Qué instrucción (y promesa) da la Escritura a los padres para garantizar que sus hijos lleguen a ser la próxima «generación escogida» del Señor?

Lea Tito 2.6–8. ¿Qué debemos enseñar a la generación joven? ¿Cómo impacta este pasaje en la manera en que vivimos?

¿Cómo nos dice 1 Timoteo 4.12 que debemos enseñar a vivir a nuestros hijos?

Dios ha dado a los padres la responsabilidad de criar a los hijos; esta no es la responsabilidad de los abuelos, de las escuelas, del estado, de grupos juveniles, ni de los compañeros y amigos. Aun cuando cada uno de estos grupos pudiera ejercer influencia sobre los niños, en última instancia, el deber y la responsabilidad descansan sobre los padres y, particularmente, sobre el padre, a quien Dios ha designado «cabeza» de la familia, a fin de que la dirija. Se necesitan dos cosas para la apropiada enseñanza de los hijos: una actitud correcta y un fundamento correcto. Una atmósfera perneada con crítica destructiva, condenas, falsas expectativas, sarcasmo, intimidación y temor, «provocará a ira al niño». En una atmósfera semejante, no se podrá ofrecer enseñanza sana alguna.

La alternativa positiva sería una atmósfera rica en ternura, entusiasmo, afecto y amor. En una atmósfera así, los padres pueden edificar las vidas de sus hijos sobre el precioso fundamento del conocimiento de Dios.

 

A través de toda la Escritura vemos cómo los padres influyeron en sus hijos para la justicia o para el mal. Lea los siguientes pasajes y llene el cuadro que sigue:

Los padres tienen un papel único y retador en el orden de Dios: tenemos la responsabilidad de criar a la próxima generación del Reino de Dios. Esto obviamente nos lleva mucho más allá de la simple provisión física de las necesidades de nuestros hijos en cuanto a alimento, techo y abrigo. Tenemos también una obligación moral, espiritual, emocional e intelectual para con nuestros hijos.

Lea 1 Pedro 2.9. Anote lo que es verdad respecto a nosotros y, por consiguiente, de nuestros hijos.

Lea Proverbios 22.6. ¿Qué instrucción (y promesa) da la Escritura a los padres para garantizar que sus hijos lleguen a ser la próxima «generación escogida» del Señor?

Lea Tito 2.6–8. ¿Qué debemos enseñar a la generación joven? ¿Cómo impacta este pasaje en la manera en que vivimos?

¿Cómo nos dice 1 Timoteo 4.12 que debemos enseñar a vivir a nuestros hijos?

Dios ha dado a los padres la responsabilidad de criar a los hijos; esta no es la responsabilidad de los abuelos, de las escuelas, del estado, de grupos juveniles, ni de los compañeros y amigos. Aun cuando cada uno de estos grupos pudiera ejercer influencia sobre los niños, en última instancia, el deber y la responsabilidad descansan sobre los padres y, particularmente, sobre el padre, a quien Dios ha designado «cabeza» de la familia, a fin de que la dirija. Se necesitan dos cosas para la apropiada enseñanza de los hijos: una actitud correcta y un fundamento correcto. Una atmósfera perneada con crítica destructiva, condenas, falsas expectativas, sarcasmo, intimidación y temor, «provocará a ira al niño». En una atmósfera semejante, no se podrá ofrecer enseñanza sana alguna.

La alternativa positiva sería una atmósfera rica en ternura, entusiasmo, afecto y amor. En una atmósfera así, los padres pueden edificar las vidas de sus hijos sobre el precioso fundamento del conocimiento de Dios.

A través de toda la Escritura vemos cómo los padres influyeron en sus hijos para la justicia o para el mal. Lea los siguientes pasajes y llene el cuadro que sigue:

 

Pasajes Bíblicos 

¿Quienes son los padres

que se mencionan?

 Como Influyeron en

Sus Hijos 

 ¿Qué Podemos Aprender de su ejemplo?
Genesis 24:1-6;26:1-5      
 Ruth 4:13-17.      
 1Samuel 2:12-17, 22,25      
 1 Reyes 21:1-6,24,25      
 2 Cro. 33:21-34:3      
 Ester 5:9-14; 9:12-13      
 2 Tim. 1:3-5      

En muchos casos, vemos que el mal engendra el mal y el bien engendra el bien. Sin embargo, en algunas situaciones el bien dio lugar al mal o viceversa. ¿Cuáles cree que fueron las acciones indebidas de Elí y David que condujeron a sus hijos hacia el mal?

¿Qué piensa que ocurrió en la vida de Josías que le permitió volverse al Señor a pesar de su legado perverso?

¿Qué parte cree que tiene la herencia en el legado espiritual de una persona?

Lea Lamentaciones 5.7 y Éxodo 34.7. ¿Qué nos dicen estos versículos respecto a la parte que nuestros padres juegan en nuestra herencia espiritual? ¿Qué clase de herencia espiritual le dieron sus padres?

Ya sea que la instrucción espiritual de sus padres fuera positiva o negativa, ¿qué nos dice la Escritura respecto a nuestra herencia espiritual ahora como creyentes en Jesucristo?

2 Corintios 5.17

Efesios 4.6

1 Pedro 2.9

Dios quiere un pueblo que camine con Él en oración, marche con Él en alabanza, le dé gracias y le adore. Nótese la progresión en la descripción que Pedro hace del pueblo del nuevo pacto: 1) Somos linaje escogido: un pueblo que empezó con la selección que hizo Jesús de los doce, quienes llegaron a ser 120, y a los que fueron añadidos miles en el Pentecostés. Somos parte de esta generación que crece constantemente, «escogidos» cuando recibimos a Cristo. 2) Somos real sacerdocio. Bajo el antiguo pacto, el sacerdocio y la realeza estaban separados. Nosotros somos ahora, en la persona de nuestro Señor, «reyes y sacerdotes para Dios» (Ap 1.6), una hueste que adora y un sacerdocio real, gente preparada para caminar con Él a plena luz, o para pelear junto a Él contra las huestes de las tinieblas. 3) Somos una nación santa, compuesta de judíos y gentiles, de toda nación bajo del cielo, 4) Somos un pueblo adquirido por Dios, su gente escogida. La intención de Dios, desde el tiempo de Abraham, ha sido escoger a un pueblo para enviarlo con una misión especial: la de proclamar su alabanza y propagar su bendición a lo largo y ancho de la tierra.

¡Alabado sea el Señor que al recibir a Jesús en nuestros corazones, heredamos una nueva familia, un nuevo Padre y una nueva herencia espiritual!

Lea estos versículos que también hablan de la influencia del justo sobre las generaciones venideras. ¿Qué promete el Señor en cada versículo?

Salmo 37.25, 29

Salmo 102.28

Salmo 112.2

Proverbios 20.7

Dios se revela como un Padre cariñoso, cercano a sus hijos, y sensitivo ante sus necesidades, por lo tanto les enseña, los ama, los ayuda y los sana. El crecimiento no es algo que Dios abandone a la casualidad; el Señor nutre conscientemente a sus hijos. El sentimiento de Dios hacia sus hijos está representado en el significado que se esconde tras el nombre de Oseas: «Liberador» o «el que ayuda». La raíz hebrea yasha indica que la liberación o la ayuda se ofrece por gracia y abiertamente, y a su vez provee un refugio seguro para cada hijo de Dios. Este es el modelo bíblico para los padres; Dios confía los hijos a sus padres y permite que sus enseñanzas fluyan a los hijos a través de ellos.

Lea Oseas 11.1–4 y anote cómo Dios nutrió a su hijo, Israel.

Parte de tener un corazón semejante al de Dios exige que reconozcamos el hecho de que amar y cuidar a los niños le honra a Él.

El pacto de Dios con Adán y Eva contenía dos provisiones independientes: descendientes y dominio. Dos personas solas no podían dominar la tierra. Esto requería descendientes.

Para los creyentes el tener niños es una respuesta a un mandamiento: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadia…» (Gn 1.28). En este salmo [127.3] los niños son llamados «herencia de Jehová». Ello significa que los niños pertenecen a Dios; son «nuestros» sólo en un plano secundario[…]

Cuando una pareja contrae matrimonio, se compromete a amar, servir y sacrificarse por la próxima generación. El cuidar y amar a los niños es una de las principales formas de honrar a Dios y compartir la tarea de edificar su Reino.

Una vez que vemos la paternidad a través del corazón de Dios, tenemos que llegar a la aplicación minuciosa y práctica de todos los días. La Biblia nos da algunas instrucciones muy claras de cuáles son nuestras responsabilidades como padres. Lea los siguientes pasajes bíblicos y anote lo que el Señor dice que tenemos que hacer como padres.

Proverbios 22.6  

Instruye: Encierra la idea de unos padres que dedican sus energías a dotar a un niño de sabiduría y amor, a alimentarlo y disciplinario para que se convierta en alguien completamente dedicado a Dios. Ello presupone madurez espiritual y emocional por parte de los padres. En su camino: Significa también que se le instruya para que sea capaz de refrenar cualquier inclinación que lo aparte de Dios (por ejemplo: falta de voluntad o disciplina, predisposición a la depresión). De esa manera, la promesa consiste en que un desarrollo apropiado del niño asegura que este se mantenga en los caminos de Dios.

1 Samuel 2.19; 1 Timoteo 5.8

2 Samuel 12.16

Isaías 38.19

Lucas 15.20–24

Efesios 6.4

1 Timoteo 3.4

Tito 2.4

Ahora vuelva a la lista que acaba de hacer y determine sí alguno de esos aspectos cae en alguna de las tres áreas principales de responsabilidad paterna: moral, intelectual o espiritual.

Antes de seguir adelante y según el propósito de nuestro estudio, pongámonos de acuerdo con las definiciones de estas palabras. Primero, el «intelecto» se puede definir como la capacidad de razonar, comprender y discernir las diferencias. La «moral» se refiere a ser capaz de distinguir entre el bien y el mal en la conducta y en el carácter. Webster’s define «espíritu» como «el principio de la vida, especialmente en el hombre, considerado como inherente en el aliento o infundido por una deidad; la parte pensante, motivadora y sentimental del hombre, distinguiéndose a menudo del cuerpo».

Las palabras que la Biblia usa para «espíritu» la definen más. En hebreo la palabra es ruach, que significa espíritu, viento o aliento. En el Nuevo Testamento, la palabra griega pneuma tiene un significado similar. En Génesis 6.17 el ruach de vida» se traduce como «espíritu de vida» o «aliento de vida». Generalmente se le traduce «espíritu», ya sea este el espíritu humano, un espíritu perturbador (1 S 16.23) o el Espíritu de Dios. Pneuma es aquella parte de una persona que puede responder a Dios.

Efesios 5.1–21 nos da un bosquejo a seguir en relación a la provisión para nuestros hijos con sólidas bases morales, espirituales e intelectuales para la vida. La crianza de nuestros hijos, sin embargo, nos demanda fuerza de carácter, determinación y, sobre todo, constancia en cada aspecto de la vida, además de cómo administramos en nuestros hogares las normas de Dios.

Nuestra obligación moral puede cumplirse conforme enseñamos a nuestros hijos las verdades que se hallan en Efesios 5.1–7. Lea estos versículos y anote las cosas que debemos enseñar a nuestros hijos para que sigan y eviten.

Efesios 5.1 dice que debemos imitar a Dios «como hijos amados». Esto da por sentado que nuestros hijos también deben tratar de imitar a sus padres: ¡nosotros! Basado en este pasaje, ¿qué necesitaría cambiar en su vida para ser un ejemplo digno de imitarse?

Sin duda, habrá ocasiones en que nuestros hijos no nos comprenderán cuando procuremos poner en práctica la voluntad de Dios para criarlos. Pero anímese. La Biblia incluso nos da una pauta a seguir durante los años de la minoría de edad de nuestros hijos. Lea Gálatas 4.1, 2. ¿Qué luz arroja esto sobre cómo debemos tratar a nuestros hijos en sus primeros años?

¿Cómo se pueden poner en práctica estos versículos en una atmósfera de amor?

¿Qué piensa que pudieran ser los beneficios de que a un niño se le trate como «siervo» en el hogar (según se describe en el pasaje de Gálatas) antes que como a un igual?

Lea Marcos 10.43, 44. ¿Cómo pudieran relacionarse estos versículos con los de Gálatas? ¿Cómo es que aprender a «ser un siervo» en su infancia puede ayudar a nuestros hijos en su capacidad de «ser grandes» en su edad adulta?

Lea estos versículos que nos dicen otros aspectos de la norma moral de Dios. Anote lo que debemos aprender.

Miqueas 8.8

Santiago 2.9

Mateo 5.8; 1 Juan 3.3

Juan 4.23, 24; 15.26

Deténgase ahora mismo y pídale al Señor que le muestre cómo puede aplicar en el hogar sus normas morales en una atmósfera imparcial y de amor.

Hace poco, en una conversación con mi hijo adolescente, me percaté otra vez de la importancia y prioridad de mi tarea espiritual como madre. Mientras hablábamos le dije que, aun cuando me interesaba su bienestar físico, sus emociones, sus calificaciones, sus deportes, todo lo relacionado con su vida, me interesaba más su alma; porque esa es la única parte que durará por la eternidad. Por primera vez él empezó a ver cómo todo lo demás palidece en comparación con ese aspecto de nuestras vidas.

Efesios 5.8–14 nos dice cómo podemos cumplir nuestra responsabilidad espiritual. Lea este pasaje y anote lo que el Señor dice que debe ser parte de una vida piadosa.

Infundir estas verdades en el corazón de nuestros hijos es una prioridad suprema y de siempre, porque nuestra más grande necesidad es la salvación. Y esto se aplica también a nuestros hijos.

El valor del ser humano se puede inferir del precio que se pagó para redimir al hombre (Jn 3.16; 1 Co 6.20). Dios el Hijo, a través de quien los mundos fueron creados, se hizo carne y murió por los pecados del género humano. El hecho de que voluntariamente derramara su sangre y muriera por nosotros revela no solamente el valor de la personalidad humana, sino también la importancia de la salvación. A través de Cristo, los creyentes son perdonados, justificados y, por el nuevo nacimiento, renovados en la imagen de Dios. Los hombres y las mujeres caídos sólo pueden producir las obras de la carne. Sólo el Espíritu, a través del nuevo nacimiento, puede renovar y recuperar aquello que la caída destruyó (Jn 3.5, 6). Para alcanzar el más alto potencial humano y tener vida abundante, debemos aceptar a Cristo por la fe.

Para comunicar a plenitud la importancia de la dimensión espiritual de nuestras vidas y disfrutarlas al máximo, debemos estar dispuestos a reconocer que la parte espiritual e invisible de la vida es real, quizás aún más que la física y tangible. Lea estos versículos para ver lo que la Biblia enseña respecto a nuestras vidas en el campo invisible.

Romanos 1.20

2 Corintios 4.18

Colosenses 1.15, 16

Hebreos 11.27

Ver el mundo invisible, mediante el poder del Espíritu Santo, es lo que nos da la perspectiva para tratar a cada uno de nuestros hijos de acuerdo a su nivel de necesidad, comprensión y madurez, haciendo impacto en cada ataque que Satanás intentará lanzar contra sus vidas. Y al enseñarles estos principios de la vida, pueden empezar a aplicarlas en sus vidas de modo que cuando no estén bajo nuestro cuidado, su crecimiento espiritual no se detenga.

Iniciamos nuestra influencia espiritual en nuestros hijos cuando son pequeños al presentarlos en dedicación al Señor. Lea acerca de la dedicación de Samuel y de Jesús. ¿Qué lecciones obtendría a partir de estos ejemplos? ¿Es la dedicación un acontecimiento de una vez en la vida o hay alguna aplicación que podemos hacer todos los días?

1 Samuel 1.19–28

Lucas 2.22–24

Lea los siguientes versículos y haga una lista de otros principios espirituales que debemos infundir en nuestros hijos.

Salmo 31.23

Salmo 138.2

Proverbios 16.20

Efesios 6.1

Santiago 4.10

¿Cree que al exigir a nuestros hijos que nos respondan con estos rasgos les ayudará a hacer lo mismo con el Señor como su Padre celestial al llegar a la madurez? Si vamos a exigir que nuestros hijos reaccionen con estas características, explique la importancia de autodesarrollarlas en nuestras vidas.

Ahora lea Efesios 5.15–21 mientras exploramos cómo poner en práctica nuestro deber intelectual al criar a nuestros hijos. Ya hemos definido «intelecto» como la capacidad de razonar o discernir. Esto hace que nuestra responsabilidad paterna no sea sólo lograr que nuestros hijos respondan con acciones, sino ayudarlos a desarrollarse en personas que piensan, que razonan, que pueden hacer decisiones sabias basadas en la Palabra de Dios.

Lea Efesios 5.15–21 y haga una lista de cómo el Señor nos dice que debemos andar en sabiduría.

«No seáis insensatos», nos exhorta el versículo 17, «sino entendidos». Proverbios 1.20–4.27 describe a la sabiduría como una mujer hermosa y que discierne, a la cual debemos abrazar y aferrarnos durante nuestra vida. Busque, lo más pronto que pueda, tiempo para leer todo este pasaje de la Biblia, pero por ahora lea 4.7–13 y anote cómo la sabiduría exalta a la persona.

Lea estos otros versículos bíblicos y haga una lista de las maneras en que debemos relacionarnos con el Señor (y enseñar a nuestros hijos a relacionarse con Él) desde un punto de vista intelectual.

Salmo 78.5–8

Salmo 119.15

Proverbios 9.10

2 Timoteo 3.15

Santiago 1.5

Todo esto puede ser una tarea intimidante, ¡incluso para el padre de corazón más firme! Pero el Señor no nos ha dejado sin estímulo. Lea los siguientes versículos y anote cómo el Señor ha prometido ayudarnos a lograr lo que nos ha puesto delante.

Deuteronomio 33.27

Salmo 18.35

Isaías 41.10

Isaías 46.4



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