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Estudios Biblicos: EL AUTOCONTROL EN EL HOGAR
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De: simplementeGrace  (Mensaje original) Enviado: 11/06/2009 00:16
AUTOCONTROL PARA PALABRAS Y EMOCIONES DESTRUCTIVAS

 Vivir con alguien que tiene “genio ligero” no es una experiencia muy agradable. ¿A quién le gusta vivir al pie de un volcán activo? ¿A quién le gusta que le echen encima lava caliente en forma regular? Al principio puede parecer novedoso, pero después de un tiempo produce temor. ¿A quién le gusta estar sobre una bomba de tiempo que explota a intervalos frecuentes? ¿A quién le gusta ser el objeto de frecuentes expresiones de amargura resentimiento, enojo, ira y clamor? ¿A quién le gusta que le griten? ¿Quién se deleita en vivir con una persona que no puede controlar su genio violento? ¿A quién le resulta fácil comunicarse abiertamente con alguien que se irrita y ofende fácilmente y es quisquilloso y rencoroso? El antiguo dicho: "Palos y piedras pueden quebrar mis huesos, pero las palabras jamás me hieren" es totalmente falso.

La Biblia tiene mucho que decir acerca del poder destructivo de hablar mal. Las Escrituras afirman que nuestras palabras pueden ser tan peligrosas, dolorosas y destructivas como "golpes de espada", y "llama de fuego" (Pr 12.18; 16.27; Stg 3.5–8). Además dice que nuestras palabras pueden ser como un gran mazo o una flecha puntiaguda que produce ruina, devastación, destrucción y muerte.

A causa de una falta de control se han infligido muchas heridas, se han dado golpes dolorosos, muchos matrimonios han sido envenenados o saboteados. Con frecuencia, una de las dos partes recibe un ataque de palabras con odio, violentas, rencorosas, precipitadas, amargas, o mordaces que la dejan abatida, maltrecha, golpeada y sin esperanza. ¿Cuál es el resultado? Se cierran las vías de comunicación y la relación matrimonial se deteriora.

El matrimonio de Juan y María estaba en una grave condición. Muchas veces habían considerado el divorcio y María nuevamente estaba convencida de que esta era la única solución. Al sentarse en la oficina del consejero, la hostilidad era tan densa que se podía cortar con un cuchillo. María parecía abatida y totalmente derrotada, tenía la cabeza baja y actuaba como un conejo asustado. Sus ojos revoloteaban de un lugar a otro y no quería mirar de frente a los que estaban allí. Muy pronto se hizo evidente que Juan tenía un genio violento sobre el cual no ejercía ningún control. Normalmente reaccionaba ante conflictos de opiniones, críticas, o dificultades de cualquier índole. Se ponía de pie, caminaba de un lado a otro y hablaba en un tono de voz muy alto, y en forma irritada, dogmática, y a la defensiva. Esto se había tornado un hábito, y había tenido efectos devastadores sobre la actitud de su esposa hacia sí misma y hacia la vida, y también sobre su propia relación. Ella respondía a su genio violento en forma errónea, pero él había provisto el entorno donde estas hierbas mortales habían crecido. La falta de control sobre sus emociones, sus palabras mordaces, degradantes, condenatorias, críticas y turbulentas habían creado una atmósfera donde la comunicación con sentido y peso había dejado de existir. Su matrimonio nos sirve como trágica ilustración del hecho de que el auto-control de las palabras y emociones es un requisito para una buena comunicación.

AUTOCONTROL ANTE LA TENTACION DE GUARDAR SILENCIO

Hay también otras dos formas de auto-control que son igualmente importantes para una buena comunicación. Una es la habilidad de controlarse cuando esté tentado a permanecer en silencio o a poner mala cara. Es posible que en ocasiones "el silencio es oro", pero si esa es la forma en que normalmente responde a la oposición, al conflicto, a diferencias de opinión honestas, crítica o desacuerdos, nunca podrá desarrollar una íntima relación con la otra persona.

Una mujer estaba orgullosa de que jamás había levantado la voz a su esposo, ni tampoco había tenido desacuerdos verbales con él. En cambio, cuando surgía un conflicto, permanecía callada. Cuando su esposo se volvió más frío con ella y tenía menos que decirle, ella no lo podía comprender. Había sido siempre tan sumisa, o por lo menos, así lo creía.

Lo que esta mujer no comprendió era que su marido no quería una mujer silenciosa como esposa. Él quería una compañera, una ayuda, alguien con quien pudiese hablar, alguien con quien poder discutir inteligentemente los problemas. Deseaba a alguien que estimulara y calmadamente desafiara o aclarara sus ideas al presentarle otro punto de vista, pero su esposa nunca hizo eso. Permanecía callada.

El punto no es que una mujer deba discutir, gritar y alborotar. Debe tener un espíritu afable y apacible (1 Pe 3.3–4). Sin embargo, las Escrituras dicen que la mujer ideal para Dios, abre "su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua" (Pr 31.26).

La tentación de responder siempre a los desacuerdos con silencio debe evitarse si se desea mantener una buena comunicación. En cambio, debe ejercerse el auto-control, los problemas deben enfrentarse, y se debe dialogar ampliamente con calma y respeto acerca de los desacuerdos y conflictos.

AUTOCONTROL ANTE LA MANIPULACION

Otro aspecto importante del auto-control es el dominio de las "lágrimas de cocodrilo" o "lágrimas manipuladoras".

Le pregunté a un pastor amigo: "¿Qué obstáculos hay para una buena comunicación entre tú y tu esposa?" De inmediato me respondió: "Lo que realmente me molesta es cuando ella se pone a llorar. Cuando hace eso no sé qué hacer, ni que decir, ni como manejar la situación. Me doy por vencido y las vías de comunicación se cortan".

No creo que este hombre se refería a lágrimas de simpatía o de preocupación o tristeza por el pecado. Pienso que se refería a lágrimas de autocompasión, lágrimas de cocodrilo, manipuladoras, que se derraman porque la persona no quiere enfrentar los problemas o está herida porque alguien está en desacuerdo o la desaprueba.

Para algunos de nosotros resulta fácil llorar cuando nos sentimos heridos, o cuando surgen conflictos, o cuando alguien expresa una opinión desfavorable. Entonces el llorar se convierte en nuestra forma natural, habitual de responder a situaciones difíciles. Debemos pedir ayuda al Espíritu Santo para controlarnos y cambiar nuestra respuesta porque las lágrimas de cocodrilo o de manipuleo atascarán los circuitos de una buena comunicación matrimonial.

Cuando hablamos de controlar nuestro genio o nuestras palabras o lágrimas, nos referimos al control de los obstáculos o barreras que evitan una buena comunicación.

Cuando Pablo se refiere a las relaciones interpersonales cristianas, en Efesios dice: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca… Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia” (Ef 4.29, 31).

EN CAMINO HACIA EL CONTROL

Estas reacciones deben controlarse, debemos quitarlas de nuestra vida si queremos experimentar una genuina unidad en la relación matrimonial. Sin embargo, no es suficiente controlar estas reacciones negativas. Según Pablo no solo debemos despojarnos de ciertas actitudes sino también debemos revestirnos de otras. No solo debemos dejar de reaccionar incorrectamente; también debemos comenzar a actuar de acuerdo a la Biblia.  Debemos reemplazar las prácticas pecaminosas con otras santas y justas.

Con referencia a una buena comunicación esto significa que debemos reemplazar nuestro espíritu enjuiciador, crítico, exigente, entrometido, envilecedor, rencoroso por un espíritu comprensivo, alentador, paciente, y dispuesto a aceptarlo todo. Efesios 4.2 nos exhorta a vivir "con toda humildad, mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor".

El versículo 29 del mismo capítulo nos manda a usar palabras «buenas, para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes».

El versículo 32 nos instruye a ser «benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».

En un contexto donde existen las actitudes y acciones descritas por Pablo, el resultado inevitable será una buena comunicación. A una esposa no se le dificultará ser franca y sincera si tiene un marido humilde, manso y paciente. A una mujer no le resultará difícil comunicarse libremente con su esposo si sabe que él será paciente y comprensivo en lugar de condenarla y rebajarla.

Del mismo modo, un esposo se abrirá más y compartirá su vida, si su esposa utiliza solo palabras buenas y de beneficio según la necesidad y la ocasión; una esposa que perdona generosamente y que procura ayudar. En una atmósfera de comprensión, sin amenazas, el esposo no se siente en la necesidad de fingir, ponerse una máscara o engañar o encubrir sus temores, frustraciones, faltas y ansiedades. Él sabe que su esposa lo aceptará tal como es y por lo que es y que lo ayudará en lugar de juzgar y condenarlo.

Decir que una buena comunicación requiere un espíritu comprensivo y paciente no significa que los esposos deban pasar por alto el error o la maldad. Las Escrituras nos advierten sobre términos medios y reprenden a aquellos que llaman bueno a lo malo. Habrá ocasiones cuando el esposo no estará de acuerdo con su mujer y tendrá que señalarle su error o pecado (Ef 5.25–27). Habrá ocasiones cuando la esposa actuará de la misma forma con su marido. Safira se equivocó al acompañar a Ananías en su malvado plan, ella debió amonestarle en amor y rehusar cooperar en el pecado (Hch 5.1–11).

Pablo no nos dice que pasemos por alto el pecado o que seamos partícipes del mismo cuando nos insta a ser tolerantes y pacientes unos con otros. Al contrario, alienta una actitud de total entrega, lealtad, fidelidad, sensibilidad, y generosidad mutua. Lo que él quiere es un amor por la otra persona que "todo lo que sufre, todo lo que cree, todo lo que espera, todo lo soporta"; un amor que no se puede apagar; un amor que verdaderamente piensa en el bien del otro.

Graciela



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