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Mujer. no estas sola: Sola... si, pero acompañada
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: simplementeGrace  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2009 02:30

Sola... sí, pero acompañada
por Licda. Dina Saldivar de Escobar
Las siguientes reflexiones se dirigen al área de las amistades y con ellas la autora busca ayudar a las personas que caminan solas a llevar una vida en plenitud para Dios. En ocasiones hace más referencia a las mujeres por su condición de mujer.

Sí, existen grandes posibilidades para las personas que han optado por la soltería y para aquellas que todavía no han escogido a su cónyuge y que por los estereotipos latinoamericanos se cree que ya han tomado bastante tiempo para pensarlo. La soltería tiene posibilidades para desarrollar relaciones interpersonales profundas, que edifiquen y que sean maduras.

Las siguientes reflexiones se dirigen al área de las amistades y con ellas la autora busca ayudar a las personas que caminan solas a llevar una vida en plenitud para Dios. En ocasiones hace más referencia a las mujeres por su condición de mujer.

La confianza

He conocido a personas que no tienen confianza ni en Dios, ni en los demás, ni en sí mismas. Temen ser defraudadas. Se consumen en forma solitaria y estéril. Su vida es triste, sombría y pesimista. ¿De qué otra forma podría ser si viven en una ininterrumpida incertidumbre, ansiedad y temor? Dios no quiere esa clase de vida para sus hijos. Cristo vino para «que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» (Jn 10.10)

Es difícil sostener una vida en donde se desconfía de todo el mundo. Yo sé que muchas veces los demás nos defraudan; pero aseguro que vale la pena el riesgo. Además, si comenzamos confiando en Dios, nos será más fácil confiar en los demás, pues si ellos llegaran a defraudarnos no alcanzarían a destruir nuestra vida, porque nuestra confianza en última instancia está en Dios. Si nuestro presente y futuro están en Sus poderosas y amorosas manos, no tenemos por qué temer lo que nos «pueda hacer el hombre» (He 13.6).

Lo anterior está íntimamente ligado con las amistades, porque si no podemos confiar en los demás, jamás podremos ser y tener amigos. Y las personas solteras deben tener amistades pues estas son necesarias para tener una vida equilibrada e integrada. Además, la amistad siempre enriquece.

Estoy convencida de que las personas solteras deben tener amistades de ambos sexos. Eso sí, deben tener sabiduría para discernir entre una relación de amistad y cualquier otro tipo de relación.

Una persona amiga es aquella que comparte su vida contigo, que te observa antes que mirarte. Se comunica contigo al hablar, te escucha aun si no usas palabras, y sabe callar cuando tú quieres hablar. Para esta persona tu felicidad es tan preciada como la suya. Te da sin que le pidas. Camina hombro a hombro junto a ti. Te acepta como eres y, muchas veces, a pesar de lo que eres. Es cariñosa y se ofrece a ti sin pedir nada a cambio. Confía en ti, como en sí misma. Te alienta en momentos difíciles, y, sin estar de acuerdo con todas tus ideas, te comprende, respeta tu individualidad y te estimula a que te realices. Al participar en tu vida, nunca estorba, y por otro lado, te acompaña aun sin estar a tu lado. Corrige tus errores por amor, no por el puro gusto de criticar. Sufre tu dolor y goza tu alegría. Te admira y respeta por lo que eres y no por lo que tienes. Considera insustituible tu ser íntimo y se olvida de tu exterior cambiante. Margina sus intereses en favor de los tuyos. Te deja estar sola sin abandonarte.

Reciprocidad y relatividad

Debemos tener presentes dos principios acerca de la amistad: la reciprocidad y la relatividad. La reciprocidad porque no hay amistad real sin intercambio mutuo y la relatividad porque ninguna relación humana puede satisfacer a plenitud nuestro ser. En nosotros existe un vacío que sólo Cristo puede llenar, y por consiguiente, no podemos ser todo para alguien y nadie puede proporcionarnos la totalidad de lo que necesitamos. Por eso, no podemos pedirles a las personas cercanas a nosotros más de lo que puedan dar.

También es conveniente tener varios amigos, aunque no muchos, porque se necesita tiempo para desarrollar una amistad. Las amistades son una rica fuente para desarrollar importantes y valiosos rasgos en nuestra personalidad, como por ejemplo, la lealtad, el sentido del humor, el altruismo, la adaptación a otra personalidad, el compañerismo, etcétera.

Es necesario dejar por sentado que puede haber una excelente relación de amistad entre una mujer y un hombre, un hombre y un hombre, y una mujer con una mujer sin que tenga que mediar alguna clase de relación amorosa o sensual. Se debe permitir que las buenas amistades se realicen con buena disposición y sinceridad. Las relaciones de amistad entre personas del mismo sexo ayudan a enriquecer el conocimiento de otras personas y permiten tener una perspectiva diferente de uno mismo como persona que vive en un continuo proceso de formación.

Las mujeres, al decidir tener amistad con un hombre, deben renunciar a la coquetería y a las esperanzas de otra índole. Nuestro deseo de casarnos es muy válido, pero no es válido pensar en el matrimonio todo el tiempo y con todos los hombres con quienes nos relacionemos. Aprendamos a ver a los hombres como personas y no sólo como posibles cónyuges. Créeme, te lo digo por experiencia. Los hombres pueden llegar a ser maravillosos amigos cuando en verdad confían en ti y se convencen de que no los estás esperando en la iglesia vestida de blanco. Hemos de valorar la amistad masculina como algo ricamente recompensado en sí mismo, y reconocer que a través de ella ampliamos nuestro conocimiento y comprensión de la naturaleza humana, nuestra mente es estimulada con el tipo de razonamiento masculino, y hasta espiritualmente nos enriquecemos.

Los límites de la amistad

Este punto tiene que ver con el no ejercer, en tu amistad con un hombre, actitudes y requerimentos que son exclusivos de personas casadas. Por ejemplo, el dedicarle demasiado de tu tiempo, el estar constantemente cocinándole cosas de su gusto, lavar y plancharle la ropa, hacer sus trabajos «extras», permitirle llorar constantemente sobre tu hombro y cosas por el estilo.

¡Ojo!, en sí mismas esas actitudes no son erróneas, deben existir en toda amistad. Pero, ¿se hacen con todas las personas o sólo con una en especial? ¿Con qué frecuencia? ¡Manténte alerta! No te engañes a ti misma. La atención excesiva hacia una amistad masculina en particular, por lo general, se basa en una sutil esperanza de matrimonio.

Es imprescindible sentarse a analizar y recapacitar sobre la situación. Vale la pena que te preguntes: ¿Qué intenciones tengo? ¿Y qué ilusiones? Dependiendo de las respuestas, tal vez sea necesario dialogar con esta persona que ha llegado a ser tan especial sobre el camino a seguir, teniendo ambos una visión amplia y despejada de la situación.

La amistad entre una mujer soltera y un hombre casado, o una mujer casada y un hombre soltero, ¡es peligrosa! Muchas veces resulta ser un arma de fuego que pensábamos que estaba descargada, pero ¡qué va! ¡Tenía suficientes balas!

En ocasiones se siente más atracción por una persona casada que por una soltera. Como alguien dijo: «Las mejores personas para casarse ya están casadas». ¿Sabes por qué? Porque una persona casada, a través del trato con su cónyuge ha aprendido a tratar a una persona del sexo opuesto. Ha desarrollado su sensibilidad hacia las necesidades de su cónyuge y ha limado ciertas asperezas y egoísmos que poseía de su soltería. ¡Cuidado! El ser cristiano no es una protección contra la tentación.

La amistad con personas casadas debe darse con ambos cónyuges. Es decir, hemos de amarlos a los dos, y confiar en ambos por igual. Si con alguno de ellos tenemos mayor intimidad, siempre debe ser con el del mismo género. Si por alguna razón no nos es posible ser amiga de la esposa, es preferible alejarnos de ambos. Aprendamos a vislumbrar los peligros y evitarlos. Dejemos de considerarnos tan fuertes como para poder huir de la tentación ya estando dentro de ella. Pablo lo dijo muy claro: «El que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Co 10.12).

Es cierto, Cristo nos ayuda a vencer los ataques de Satanás, pero muchas veces uno busca la tentación: «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.» (Stg 1.13–14)

Nuestra actitud en toda amistad debe ser siempre sabia y prudente para no desobedecer a Dios, y para no lastimar ni a los demás ni a nosotras mismas. Dios ha prometido darnos sabiduría: «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Stg 1.5). Pidámosela para usarla en nuestras relaciones interpersonales a lo largo de toda nuestra vida, estemos solteras o casadas.

Tomado y adaptado del libro Caminando sola de Dina Saldívar de Escobar, Ediciones Las Américas (ELA), 1996.

Usado con permiso. La autora es mexicana, psicóloga y licenciada en teología.

© Apuntes Pastorales, edición julio – septiembre de 2002, Volumen XIX Número 4

 

 

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