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Estudios Biblicos: LA ETAPA DEL AMOR ESTABLE- parte I
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De: simplementeGrace  (Mensaje original) Enviado: 19/01/2010 00:53

El Matrimonio:

“La etapa del amor estable”

Por: Roberto Durán

Introducción

 Hemos hablado recientemente a cerca del matrimonio y sus etapas. En esta edición, abordaremos la tercera etapa, la cual se conoce como la etapa del amor “estable”.

A manera de introducción, quisiera comparar el matrimonio con un par de zapatos. Probablemente a usted le inquiete esta comparación pero creo que la aplicación es válida, déjeme explicarle.

 Cuando usted compra un par de zapatos, probablemente le incomoden un poco sus pies (primera etapa); pero finalmente logra amoldar los zapatos. Con el uso se da cuenta que esos zapatos son útiles para su trabajo o para ir y venir en todas sus actividades, los ha pisado y conoce dónde usarlos (segunda etapa).

 Llega el momento en que esos zapatos, por tanto uso, son más cómodos, pero a la vez ya no son “tan bonitos”, están un poco desgastados, raspados, arrugados. De tal manera que cualquiera que vea esos zapatos ya muy usados dirá: esos zapatos están viejos. Sin embargo, ¡son cómodos!

 ¿Por qué hacemos esta comparación de los zapatos con esta etapa del matrimonio? Porque así como resultan cómodos los zapatos, en la tercera etapa en el matrimonio, la pareja ya ha tenido suficiente tiempo para conocerse entre sí.

 Existen dichos muy comunes en el pueblo mexicano, como: “¿Me pegas primero o comemos?”

 Quizás a tono de juego o burla en muchas parejas se toman este tipo de dichos, pero lo que dejan entrever es que ya hay un conocimiento de todas sus problemáticas, sus formas de ser, de su carácter de sus reacciones en momentos determinados.

 Es decir, se sabe perfectamente cómo va a reaccionar el cónyuge. En ese sentido hay un conocimiento de la persona, se conocen sus gustos, las cosas que les desagradan, etc.

 “Conocí a mi esposo con el paso del tiempo”

 Una mujer casada ya, con más de 12 años de matrimonio, me comentaba que ella tenía diferentes disgustos con su marido por algunas preferencias que él tenía. Ella decía lo siguiente:

 “A mi esposo le gusta mucho ver el fútbol y tomar cerveza, y en ese momento no le gusta que nadie le moleste. Para mi era más importante pasar un tiempo agradable con los hijos, salir juntos o platicar, pero yo sabía que cada vez que interrumpíamos a mi esposo para hacerle estas peticiones él inmediatamente se molestaba.

 

Entonces con el tiempo fui comprendiendo que si yo no molestaba a mi esposo mientras hubiera fútbol y tomara su cerveza, nuestra vida y nuestra relación no tendría problemas, al menos en ese tiempo.

 

He conocido a mi esposo con el paso del tiempo. También sé que a mi esposo le gusta ir con sus amigos el fin de semana. El viernes, yo sé que mi marido va a llegar un poco tarde porque va con sus amigos a tomar una copa, o a ver una película o simple y sencillamente tomar un café para platicar.

 

Si yo me molesto con mi esposo por esta causa seguramente va a haber un problema muy grande. Con el paso del tiempo he aprendido a respetar a mi esposo con sus preferencias y sus gustos”.

 Las personas se van conociendo más profundamente y por eso dicen que se han acoplado mejor y que llevan una vida más estable. De igual manera el marido sabe qué cosa le agrada y qué le desagrada a su esposa. Por ejemplo, comentaba un hombre:

 A mi esposa le gusta que yo le lleve a un restaurante el fin de semana o cada quincena. Yo ya sé que si no le cumplo este gusto seguro voy a tener dificultades con ella. Sé que a mi esposa le gusta esto y ya me evito de muchas complicaciones en la vida.”

  “Hemos podido sobrellevarlo”

 Si nosotros evaluamos todo lo que estas parejas están diciendo, al conocer sus gustos, preferencias, disgustos, etc., pareciera que han encontrado la llave de la felicidad, pareciera que el matrimonio se encuentra estable y no hay ninguna dificultad.

 Después de las tormentas, de la falta de dinero, del trabajo, de la presión de sacar a los niños adelante, de esa etapa de acoplamiento en la que había una forma de ser y que por cualquier cosa había problemas y pleitos, ahora pareciera que ese mar en tempestad ha llegado a un tiempo de quietud, de tranquilidad y de paz.

 Pero hay una frase que podemos utilizar correctamente para entender porqué se da este fenómeno en esta etapa del matrimonio. Esta frase podemos determinarla por lo que las mismas parejas han dicho “hemos podido sobrellevarlo”.

 Sobrellevar no significa que las parejas sean felices, o que están viviendo satisfactoriamente el matrimonio, o que están en plenitud como pareja.

 Para algunos, sobrellevar es “no tengo problemas en tiempo presente”, para otros es “llevamos las cosas normales, como siempre las hemos llevado”, o “no he tenido conflictos con mi cónyuge”. Pero la verdad es que nosotros hemos malinterpretado esta etapa.

 Al confundirla pensamos que eso es la estabilidad en la pareja y pensamos que no hay un más allá.

 “No tenemos problemas”

 Cuando nuestros hijos, por ejemplo, no nos dan problemas, llevan buenas notas en la escuela, no hay reportes, llamadas de atención o signos de alarma, entonces los padres dicen “yo no tengo problemas con mis hijos, ellos están bien, van bien en la escuela, no tenemos ningún problema”.

 Continuamente he visto a los padres, en esa quietud, en ese decirse a sí mismos “yo no tengo ningún problema con mis hijos”, porque no ocasionan problemas.

 Pero si vamos a un análisis, nos damos cuenta que efectivamente no hay ningún problema; pero ya una vez que se comienza a platicar con el joven se da cuenta que hay una ausencia de la figura paterna y materna.

 Los jóvenes no son felices, los niños están abandonados, se les deja ver la televisión por largas horas y no hay esa relación satisfactoria, familiarmente hablando.

 Si tenemos el concepto de que solamente cuando hay problemas entonces tenemos que ponernos en alerta, estamos completamente equivocados.

 La verdad es que desarrollar una familia sana requiere más allá que el simple hecho de decir “no tenemos problemas”, o “creo que las cosas ahí van”. El propósito de esta edición es examinar la realidad.

 ¿Por qué no hay conflictos?

En esta tercera etapa, del “amor estable”, ciertamente no hay conflictos. Una vez platiqué con una mujer que me comentaba que tenía más de un año sin vida conyugal con su marido. Cuando yo escuché esas palabras me sorprendió, me quedé impresionado.

Posteriormente estuve atendiendo a otras parejas que tenía problemas similares, dos meses o tres sin tener vida conyugal, y todas coincidían en este dicho: “Lo único que nos interesa y lo único que nos une ahora son nuestros hijos; no nos une otra cosa”.

 ¡Qué sorprendente: estas personas no tenían problemas ni pleitos, porque ya estaban viviendo un divorcio!

 Las esposas tenían muchísimas cosas que reprochar del marido, sus defectos eran abundantes. Cuando se les preguntaba qué les disgustaba de su marido ellas contestaban:

 “…es que mi esposo es iracundo, se molesta por cualquier cosa, es una persona egoísta que solo piensa en sí mismo y que cada vez que llega del trabajo sólo está pensando en que lo atendamos.

 

Nunca tiene tiempo para pensar en nosotros, para preocuparse por nuestras necesidades, no ve por los hijos, es una persona desobligada, él piensa que con traerles de comer es suficiente y me deja toda la responsabilidad y toda la carga a mí”.

De igual manera el esposo tenía muchísimas cosas que argumentar en contra de la esposa, por ejemplo:

“Mi esposa está muy amargada, siempre está reclamando, se queja de todo, continuamente está molestándome, no se da cuenta todo lo que he tenido que trabajar para sacar adelante la familia. Mi esposa es una anticuada, tiene ideas muy arcaicas, no piensa en la necesidad que yo tengo”.

 Si evaluamos las ideas del marido y de la esposa, hay muchísimas cosas que se están dando en el matrimonio, provocando amarguras por asuntos no resueltos; entonces llega un momento en el que prefieren no hablar y precisamente ahí es cuando las personas dicen: “mi matrimonio es estable”.

 “¿Para qué hablo si terminaremos en pleitos?”

 La actitud de la esposa en esta etapa es: “¿para qué me meto en problemas con mi esposo cuando está mirando el fútbol, si ya sé que voy a tener un pleito con él si le molesto?”

 O al revés, el esposo dice: “si yo no le cumplo ya sé que voy a tener un problema”, y las personas prefieren mejor no hablar y decir: “ya no quiero problemas con mi esposo o esposa”.

 En este sentido viene una “tranquilidad” o aparente “reposo”; aparentemente se llevan bien, sin embargo, lo que está pasando es un gran conflicto cuando las personas ya no desean enfrentar las situaciones que les desagradan.

He conocido muchas mujeres que cuando comienzan a hablar de sus maridos tienen una larga lista de defectos qué contar, y siempre les pregunto: “Señora, ¿usted ha hablado respecto de esta situación con su esposo?”

 Las respuestas son muy variadas, pero hay muchas similitudes en lo que estas mujeres expresan. Sobre todo coinciden en esta respuesta: “¿para qué lo hablo si al tratar de hablar con mi esposo lo único que he encontrado son enojos y pleitos?” O, “¿para qué voy a arreglar esta situación con mi esposo si sé que él no va a cambiar?”

 ¡Pero pensar así es terrible! Porque si las esposas o esposos están pensando que ya no va a haber un cambio para bien, entonces ya no hay una esperanza que pueda sacar adelante el matrimonio.

 En una ocasión hicimos una encuesta con aproximadamente 80 parejas respecto de la problemática matrimonial. El cuestionario tenía preguntas muy sencillas, y estas fueron las respuestas más frecuentes:

 ¿Cómo está tu matrimonio? “Bien, ha mejorado bastante la relación con mi esposo, creo que vamos superando los obstáculos”. ¿Cómo te llevas con tu pareja? “Bien, vamos superando, las cosas van cambiando para bien”. ¿Es estable su matrimonio? Era otra pregunta y las respuestas eran: “antes había muchos pleitos, ahora las cosas van mejor, ya no hay tantos”.

 La verdad es que todo esto es un engaño. Sonará drástica la palabra engaño, pero es la realidad.

  Estabilidad engañosa

 ¿Por qué hablamos de un engaño? Porque no es solamente la cuestión de no tener problemas, sino que la evaluación más correcta es: ¿es usted feliz en su matrimonio? ¿Hay una relación satisfactoria con su esposa en este tiempo? ¿Hay romanticismo? ¿Hay un deleitarse en esa relación matrimonial? Esto es lo importante!

 El engaño del cual le hablo es un engaño en el cual muchas parejas en esta etapa caen por diferentes factores. El sobrellevar, entendamos, no significa que las personas estén realmente en una verdadera relación satisfactoria.

 Aquí es donde yo quisiera que pudieras profundizar en tu vida, en tu matrimonio, en tu relación como pareja.

 ¿Prefieres no tener problemas con tu esposo, lo prefieres dejar en la televisión con tal de que no haya un pleito? Prefieres eso y seguir viendo a tu familia totalmente descuidada, prefieres evadir el momento por evitar un pleito, un disgusto.

 A lo mejor estás pensando: “bueno, me estoy evitando problemas”, pero la verdad lo único que se estás haciendo es sobrellevar las cosas. Pregúntate: ¿Somos felices? ¿Nos buscamos?

 Tristemente, dentro del corazón de las parejas está una incredulidad, porque piensan: “mi esposo nunca va a cambiar”.

 Las parejas que desean tener un matrimonio feliz con una relación satisfactoria, van más allá de eso, buscan la estabilidad a través de una relación más romántica, más satisfactoria, más feliz.

 ¿Quién manda: papá, mamá o los hijos adolescentes?

 A todo esto podríamos añadir otro factor que comienza a presionar la relación matrimonial, como son los hijos adolescentes. El tema de la adolescencia es amplio, pero queremos hablar de cómo afecta la relación de los adolescentes en el matrimonio.

Tiene usted problemas con sus adolescentes? ¿Le han ocasionado dolores de cabeza en su matrimonio? ¿Los adolescentes han provocado pleitos entre ustedes como matrimonio? ¿Quién manda: el esposo, la esposa o los adolescentes? Son preguntas interesantes.

 

Si usted se siente identificado con lo que estoy diciendo, seguro es que su relación matrimonial no es del todo muy adecuada. Cuando se convive con adolescentes, la infinidad de situaciones que se dan con nuestros muchachos es muy grande.

 Pregunté ¿quién manda: el esposo, la esposa o los adolescentes? Lo pregunto porque los adolescentes en esta etapa quieren tener una vida auto suficiente, libre de la presión de la autoridad de papá o de mamá, quieren esa libertad, y la van a estar demandando continuamente.

 Pero en este caso y en muchos de los casos, no hay una sola autoridad, sino que hay dos o más autoridades.

 Por ejemplo, el adolescente ve que su mamá es una persona que le permite todo, pero el esposo es una persona estricta, disciplinada y no quiere que el hijo vaya a tales lugares. En este caso el adolescente va a estar continuamente apoyándose en su mamá para pedir los permisos.

 Esto va a generar conflictos, porque el esposo va a llegar diciendo: “oye, ¿por qué dejaste ir a esta muchacha a esa fiesta?” Y la esposa le va a contestar: “cálmate, no seas tan estricto”. Esto va a ser causa de continuos conflictos por no ponerse de acuerdo los esposos. En este sentido hay dos autoridades.

 El matrimonio sin autoridad

Cuando en un matrimonio, en esta etapa, hay dos autoridades, una flexible y la otra rígida ¿con quién cree que los adolescentes van a ir continuamente? La respuesta es obvia: irán con la persona más flexible porque su deseo es obtener los permisos para divertirse.

 Pero cuando no existe una sola autoridad que pueda respaldar al matrimonio, dirigiendo, tomando decisiones, entonces eso va a ser causa continua de problemas y de pleitos matrimoniales, y pleitos también con los hijos.

 Para ello primeramente le recomendamos lo siguiente: es necesario platicar con su esposa, con su esposo y ponerse de acuerdo.

 No se puede tomar una decisión si el esposo no avala esa decisión. Si no se platica, si no se llega a cosas completas, si los jóvenes no ven una única autoridad, entonces habrá un conflicto en la relación matrimonial.

Ahora bien, si el adolescente comienza a entender que hay una sola autoridad en casa, entonces entrará en un estado de estabilidad emocional y de madurez.

Los adolescentes están buscando personas que les den la imagen correcta para seguir en la vida, están buscando expresar sus deseos, expresar su libertad. Es una etapa en la cual ni son niños ni son personas adultas. Es un estado en el que buscan esa independencia, buscan esos modelos.

 ///(continuara)

 



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