Regalos de Navidad...
En Navidad, todos suelen dar regalos, menos una mujer. Ella vivía en el alto de un cerro y nunca daba regalos a nadie. Tampoco recibía regalos y nadie sabía mucho de ella.
Un día, un grupo de niños se arriesgó a acercarse a la vieja casa. Era víspera de Navidad y querían ver como celebraba la mujer esta hermosa fiesta.
No fue sin sorpresa que vieron que no había ninguna decoración. Absolutamente, nada: la casa, en color gris y negra, no presentaba ninguna señal de fiesta.
Entonces, escucharon un ruido y la puerta se abrió.
- ¿Por qué me buscan jóvenes?
Algunos niños alcanzaron huir, pero dos se quedaron delante de la mujer, totalmente pálida y con aire cansado, como si se hubiese trasnochado.
Los que se quedaron no contestaron nada.
- ¿Vinieron a recoger sus regalos de Navidad? - les preguntó la mujer a los dos niños que se quedaron aún más sorprendidos, pues ella nunca daba regalos a nadie.
Simplemente admitieron con la cabeza.
- Muy bien, esperen aquí y no se vayan a ir.
La mujer volvió a cerrar la puerta. El tiempo pasó, los dos niños se miraban inquietos, asustados, no sabían si debían correr o que hacer.
Cuando la puerta se abrió nuevamente, en los brazos de la mujer había dos angelitos esculpidos muy bonitos.
En su cara había una sonrisa no muy demarcada.
- Esto es para ustedes. Siempre estuve esperando que alguien viniera a buscar regalos, o a darme regalos, pero todos tienen miedo de mí. Perdí toda mi familia, esta casa es lo único que tengo y paso el tiempo haciendo estas estatuas. Tómenlas, llévenlas consigo y que pasen una feliz navidad.
Desde este día, se volvió una tradición llevar regalos a la mujer del cerro y volver cargados de estatuas de ángeles y otras hermosas figuras.
Aún después de morir, la población continuó llevando regalos y los dejaban a la puerta de la vieja casa.
Dicen que al volver, los que habían entregado regalos con un corazón inocente como un niño encontraban una hermosa estatua sobre su cama.
En esta Navidad, rompe las barreras y habla con las personas, aún con las que aparentemente sean muy extrañas.
No midas tus riquezas por aquello que tiene mucho valor, sino por aquello que no cambiarías por nada del mundo.
-Anónimo-
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