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YO SOY TODOS MIS CAMINOS
Hoy hablaremos de la definición de libertad. Elegirse. Aunque la elección de cada uno no siempre sea la más acertada, y algún experto la contemple de afuera y vaticine que será de pésimas consecuencias. El Estado utópico podría prever lo mejor para cada uno y de este modo programar la eficiencia de todos.
¿Ser libre e ineficiente?
Así somos nosotros, así preferimos ser. Preferimos equivocarnos. Lo propio de la persona, su bien más genuino, está compuesto de la totalidad de sus aciertos y la totalidad de sus errores. El error o ineficiencia, visto desde la máquina social, puede ser la felicidad de este hombre que aparentemente elige mal.
Ser una clavija redonda en un agujero cuadrado constituye un mal engranaje. Pero de eso se trata: la libertad es la zafada del engranaje.
Jean Paul Sartre pone este párrafo en boca de su personaje Orestes:
"He relizado mi acto, y este acto era bueno. Lo llevaré sobre mis hombros... y cuanto más pesado sea de llevar, más me regocijaré, pues es mi libertad."
Cuando el hombre, asume sus actos, entonces los hace suyos y, al hacerlo, ejerce su libertad.
Libertad no es elegir lo que a uno se le antoja. Ahí quizá comienza la libertad. Pero se realiza cuando eso que uno ha elegido lo carga sobre los hombros y dice: "es mío, yo me hago cargo de la carga, lo elijo antes de hacerlo y después de hacerlo". Puede el hombre, inclusive, reconocer que se ha equivocado, que obró mal, que hubo un error. Ése es el segundo momento, el de la responsabilidad y el de la rectificación, cualquiera que sea.
No es capricho la libertad. Ni es inspiración luminosa. Es todo el camino de uno, en todos sus momentos, con toda la responsabilidad de cada caso.
Un camino propio, diferente de los caminos de los otros. Ésa es la genialidad de la vida hecha obra: el camino.
No hay camino, como dice Machado; es cierto, pero hay caminos, en plural. Yo soy todos mis caminos. Y al echar la vista atrás se ve la senda, es cierto, que no se recorrerá más, pero no te desprendes de ella, es tuya, tú la hiciste, es un sector de tu creación, hijo mío, no te la puedes quitar de encima, te pertenece, le perteneces, no como destino, no en cuanto fatalidad, pero sí como manifestación de tu ser en el mundo: ése es tu ser. Vuelve Orestes y comenta:
"Todavía ayer andaba al azar sobre la tierra, y millares de caminos huían bajo mis pasos, pues pertenecían a otros. Los tomé todos prestados..."
Nacen los hijos y empiezan a tomar caminos prestados, de sus padres, que a su vez, los tomaron prestados de otros; no son propios, son ajenos, tal vez buenos, tal vez inadecuados.
Sigue Orestes, después de haber tomado caminos prestados:
"Pero ninguno era mío. Hoy no hay más que uno y Dios sabe adónde lleva: pero es mi camino."
Mi camino. Tu camino. Su camino.
No es mi verdad, sino mi acceso a la verdad. Es mi autenticidad.
No puedo usar tus pies, ni tus ojos, ni tus sentidos. Debo usar los míos, y conocer cuáles son los míos, reconocerlos, porque en tanto contacto con caminos prestados ellos se van adhiriendo a la piel y se les hacen huellas y se les vuelven rostros y uno se mira en el espejo y no siempre sabe, como en el baile de disfraces, quién es.
El miedo a los hijos se reduciría notablemente si supiéramos la verdad de lo que es verdad y de lo que es antojo, vanidad, narcisismo de papá o de mamá.
Entonces uno diría con toda claridad qué es lo que piensa, qué es lo que opina.
Lo subjetivo de uno ha de dejar espacio a la explosión de la subjetividad del otro, por ejemplo, de los hijos.
Lo objetivo- y eso debe ser bien medido y ponderado- es aquello que el mundo, la sociedad, en sus grados de humanidad más cristalizados, considera superior o inferior. Ahí están los mandamientos. Los ordenamientos sin los cuales sería imposible compartir la vida con otros seres y, por tanto, sobrevivir.
Del libro: " El miedo a los hijos", de Jaime Barylko.
Si lees profundamente este artículo, creo que opinarás como yo: es admirable la inteligencia de este autor; es asombrosa su versatilidad, su manera de analizar tan minuciosamente la mente humana. Puedes pensar como él o no, eso es propio de cada uno. Pero yo admiro muchísimo la inteligencia y la capacidad de comprender a todo ser humano más allá de toda lógica.
Te espero en el próximo capítulo...
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