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   Íbamos en la noche con tu sueño y el mío,donde empiezan tus ojos y termina la sombra.
 Y allá, bajo los puentes, iba cantando el río
 la inquietud que se olvida y el dolor que se nombra.
   Vivir es una ciencia, pero amar es un arte;y, puesto que quien ama va viviendo su muerte,
 nadie sabrá que un día te besé sin besarte,
 ni que te he poseído también, sin poseerte.
 Y supe que la nieve puede ser una brasa,
 aquella tibia noche de silencio y de seda,
 y que, antes que una nube fugitiva que pasa,
 quiero ser en tu vida la raíz que se queda.
 
 II
 Ibamos en la noche con tu sueño y el mío,
 y la luna crecía, como si nos mirara,
 mientras junto a nosotros iba cantando el río
 todo lo que callábamos bajo la noche clara.
 
 El amor, que embellece todas las cosas bellas,
 sobrevive a las culpas, pero no a los reproches:
 y yo seré en tu vida como son las estrellas,
 que durarán brillando lo que duren las noches...
 Y amaré en tu sonrisa todo lo que tú amas,para que tus recuerdos se unan a mis olvidos,
 al igual que esos árboles que enlazaron sus ramas,
 y que unidos florecen hasta morir unidos.
 III
 Es dulce ir en la noche con tu sueño y mi sueño
 y sentir que mi mano te besa si te toca;
 y es grande esta ternura de sentirse pequeño,
 cuando el sueño termina donde empieza tu boca.
 
 Y ver crecer la noche temblorosa de frío,en esta sofocante plenitud del verano,
 oyendo el melancólico monólogo del río
 que dice dulcemente lo que callas en vano.
   Y luego estar contento y a la vez estar triste,viendo pasar? el agua sin que nunca esté ausente,
 mujer que estás conmigo después que ya te fuiste,
 pues te vas y te quedas, igual que la corriente...
     Incluido en Nada llega tarde (Antología poética). José Ángel Buesa. Introducción y Selección de Pablo Valladolid y Victoria Pereira "Lía". Prólogo de Carilda Oliver Labra. Prefacio de Pepe Domingo Castaño. Editorial Betania. Colección Antologías.   |