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LA BAILARINA ESPAÑOLA 
  
El alma trémula y sola Padece al anochecer: Hay baile; vamos a ver La bailarina española. 
  
   Han hecho bien en quitar El banderón de la acera; Porque si está la bandera, No sé, yo no puedo entrar. 
   Ya llega la bailarina: Soberbia y pálida llega: ¿Cómo dicen que es gallega? Pues dicen mal: es divina. 
   Lleva un sombrero torero Y una capa carmesí: ¡Lo mismo que un alelí Que se pusiése un sombrero! 
   Se ve, de paso, la ceja, Ceja de mora traidora: Y la mirada, de mora: Y como nieve la oreja. 
   Preludian, bajan la luz Y sale en bata y mantón, La virgen de la Asunción Bailando un baile andaluz. 
   Alza, retando, la frente; Crúzase al hombro la manta: En arco el brazo levanta: Mueve despacio el pie ardiente. 
   Repica con los tacones El tablado zalamera, Como si la tabla fuera Tablado de corazones. 
   Y va el convite creciendo En las llamas de los ojos, Y el manto de flecos rojos Se va en el aire meciendo. 
   Súbito de un salto arranca: Húrtase, se quiebra, gira: Abre en dos la cachemira, Ofrece la bata blanca. 
   El cuerpo cede y ondea; La boca abierta provoca; Es una rosa la boca: Lentamente taconea. 
   Recoge, de un débil giro, El manto de flecos rojos: Se va, cerrando los ojos, Se va, como en un suspiro... 
   Baila muy bien la española; Es blanco y rojo el mantón: ¡Vuelve, fosca a su rincón El alma trémula y sola! 
  
  
Jose Martí 
  
  
  
  
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