Conviérteme, Señor 
  
Si alguien necesita libertad, y puedo ayudar: 
conviérteme en un pequeño libertador. 
Si me creo mejor que nadie 
y pienso que mi vida es perfecta: 
impregna mi corazón de humildad. 
Si pienso que, tu llamada, es para otros: 
convierte, mis oídos sordos, 
en escucha atenta a tus Palabras. 
  
Si caigo en el error de pensar 
que el pecado es cosa de viejos: 
dame una conciencia clara 
para diferenciar lo bueno de lo malo. 
Si me canso de caminar 
y me detengo en la búsqueda de tu rostro: 
convierte mi cansancio en fuerzas 
redobladas de inquietud apostólica. 
Si, en el camino hacia la Pascua, 
no me alimento de tu Eucaristía: 
convierte mi debilidad en aprecio 
por tu Cuerpo y tu Sangre. 
  
Si este tiempo de gracia 
no tiene relevancia en mi vida: 
haz, Señor, que lo convierta 
en un momento de reflexión. 
Si me creo libre de todo, 
cuando en realidad vivo esclavo 
de mucho: convierte mis sensaciones 
en gusto por conocer la libertad 
de estar junto a Ti. 
Si me siento sólo y abatido, 
deprimido o angustiado: 
convierte mi soledad en seguridad 
de saber que Tú siempre me buscas. 
  
Si pregunto demasiado sobre Ti 
o exijo otro tanto de tu mano: 
convierte mis caprichos 
en comprender y entender tu voluntad. 
Si, como la higuera, no doy frutos 
porque me aprisiona la seducción: 
convierte mi seca vida en algo fructífero. 
Si siento que, Tú estás cerca, 
pero no vivo según tus designios: 
conviérteme en un instrumento para tu alabanza. 
Si me dejo llevar por la falsa apariencia: 
convierte mis impulsos en pensamientos rectos. 
Si acepto las ofertas paganas que surgen 
en la vida cotidiana: conviérteme a Ti 
y haz que valore lo que en verdad merece la pena.