Deja
Si los mínimos dedos de la lluvia 
tiemblan sobre tu rostro y se deslizan; 
si te envuelve el embozo 
de la ligera capa de la brisa; 
si el espejo sonríe 
cada vez que le miras; 
y se elevan del mar múltiples senos 
hacia la clara luz de manos tibias; 
deja a mis dedos dibujar tu imagen 
en prolongada, trémula caricia; 
deja a mis brazos circundar los hombros 
en actitud tajante, posesiva; 
a mi rostro flotar en los radiantes, 
oscuros círculos de tus pupilas; 
y entera libertad en estas manos, 
que anhelantes están de hacerte mía.
 
Francisco Alvarez Hidalgo