| Si ya no vienes, ¿para qué te aguardo? Y si te aguardo, di por qué no vienes,
 verde y lozana zarza que mantienes
 sin consumirte el fuego donde ardo.
 
 Cuánto tardas, amor, y cuánto tardo
 en rescindir los extinguidos bienes.
 Ya quién me salve no lo sé, ni quienes
 clavan el alma dardo sobre dardo.
 
 A la mañana, que se vuelve oscura,
 sigue la noche, que se vuelve clara
 a solas con tu sed, que hiere y cura.
 
 No quisiera pensar si no pensara
 que, privado que fui de tu hermosura,
 me olvidara de mí si te olvidara.
 ANTONIO GALA |