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 PEQUEÑA DEL AMOR
 Pequeña del amor, tú no lo sabes,
 tú no puedes saberlo todavía,
 no me conmueve tu voz
 ni el ángel de tu boca fría,
 ni tus reacciones de sándalo
 en que perfumas y expiras,
 ni tu mirada de virgen
 crucificada y ardida.
 
 No me conmueve tu angustia
 tan bien dicha,
 ni tu sollozar callado
 y sin salida.
 
 No me conmueven tus gestos
 de melancolía,
 ni tu anhelar, ni tu espera,
 ni la herida
 de que me hablas afligida.
 
 Me conmueves toda tú
 representando tu vida
 con esa pasión tan torpe
 y tan limpia,
 como el que quiere matarse
 para contar: soy suicida.
 
 Hoja que apenas se mueve
 ya se siente desprendida:
 voy a seguirte queriendo
 todo el día.
 Jaime Sabines 
 
  
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