|          EL AMOR QUE CALLA Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro;
 pero te amo y mi amor no se confía
 a este hablar de los hombres, tan oscuro.
 Tú lo quisieras vuelto en alarido, y viene de tan hondo que ha deshecho
 su quemante raudal, desfallecido,
 antes de la garganta, antes del pecho.
 Estoy lo mismo que estanque colmado y te parezco un surtidor inerte.
 ¡Todo por mi callar atribulado
 que es más atroz que el entrar en la muerte!
 
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