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   Todos sabían que era indiscutiblemente un contrabandista. Era incluso célebre por ello. Pero nadie había logrado jamás descubrirlo y mucho menos demostrarlo. Con frecuencia, cruzaba de la India a Pakistán a lomos de su burro, y los guardias, aun sospechando que contrabandeaba, no lograban obtener ninguna prueba de ello. 
 Transcurrieron los años y el contrabandista, ya entrado en edad, se retiró a vivir apaciblemente a un pueblo de la India. Un día, uno de los guardias que acertó a pasar por allí se lo encontró y le dijo: 
 - Yo he dejado de ser guardia y tú de ser contrabandista. Quiero pedirte un favor. Dime ahora, amigo, qué contrabandeabas. 
 Y el hombre repuso: 
 - Burros. 
 * El Maestro dice: Así el ser humano, en tanto no ha purificado su discernimiento, no logra ver la realidad. 
 Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle          Fondo/Copyright©2010_By/Marilu_All rights reserved  |