Si entendiéramos en realidad lo que sucedió la noche en que Jesús nació, no titubearíamos en nuestra devoción a Él. Nunca querríamos ser menos de lo que Él nos ha llamado a ser. Y tampoco buscaríamos lograr más de lo que el Señor ha dispuesto. El concepto de tener lo máximo de todeo nos parecería extraño. La idea de tener fama y fortuna palidecería frente a la de vivir para siempre en la luz del santo amor de Dios. Adoraríamos al Salvador, no simplemente con nuestras precipitadas oraciones sino con todo nuestro ser.
Si entendiéramos de verdad lo que Dios hizo por nosotros por medio del nacimiento de Su Hijo, caeríamos de rodillas delante de Él en adoración. Nos abrumaría el hecho de saber que el Dios de este universo nos ama tanto que envío a Su Hijoa a la tierra para vivir y, al final, morir por nosotros. Cuando Cristo nació, los cielos estallaron en cánticos, alabanzas y adoración:
"Gloria a Dios en las alturas", cantaron los ángeles, "y en la tierra paz buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2:14). Y la reacción de los pastores, maravillados por lo que habían visto, fue alabar al Señor yendo de prisa al lugar de Su nacimiento.
Jesucristo es nuestra seguridad eterna. Ningún éxito puede dar la sensación de paz que Él ofrece. Pase lo que pase en su vida, Dios le ama y tiene un plan maraviloso para su futuro (Proverbios 24.14). No importa que usted tenga ocho u 88 años de dad, dígale a Jesús:
"Señor te necesito. Sin Ti no puedo hacer nada. En esta Navidad, te ruego que abras los ojos de mi corazón para que yo pueda verte y experimentar la gloria de Tu nacimiento."
En el mismo instante que confiese su necesidad de Él, algo sucederá dentro de usted. Dios comenzará a hacerse presente en su vida, En vez de sentirse amenazado y ansioso, sentirá alivio, sabiendo que el mismo Dios que tiene su vida en Sus manos no se adormece ni se duerme jamás (Sal 121.4).
Jesús —No el bebé que nació en Belén, ni tampoco el motivo para los himnos y villancicos, sino el Hijo de Dios— es el regalo de vida eterna y Alguien que es digno de toda nuestra adoración y alabanza, por los siglos de los siglos. Amén
...y día y noche no cesaban de decir: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir. —Apocalipsis 4:8
Un corazón a tono con Dios no puede más que cantarle alabanzas!
"Señor te necesito. Sin Ti no puedo hacer nada. En esta Navidad, te ruego que abras los ojos de mi corazón para que yo pueda verte y experimentar la gloria de Tu nacimiento."
Cuando Cristo dejó el cielo para convertirse en un bebé, su objetivo fue darnos paz para con Dios al reconciliarnos con el Padre celetial. Su muerte en la cruz pagó completamente nuestra deuda de pecado, y nuestra relación con Dios fue restaurada. Ahora, Él nos ofrece paz divina —una tranquilidad interior que llena nuestros corazones y mentes, no importa cuáles sean nuestras circunstancias.
¿Se caracteriza su vida por una serena seguridad que guarda su corazón y su mente durante todo el día (Fil 4:6-7), o las circunstancias estresantes le dejan deprimido o ansioso? Trate de apartar tiempo cada día para fijar sus ojos en Jesús, y deje que Él sane su corazón y tranquilice su espíritu.
Jesucristo el testigo fiel. Jesús vino a la Tierra para revelar más plenamente el carácter y los caminos del Padre (Jn 14.9) Los milagros que realizó confirmaron su afirmación de ser el Hijo de Dios
Siervas preciosas que tengan una navidad en familia llena de amor, paz y gozo, que Jesús nazca en los corazones de todos aquellos miembros de nuestra familia que aun no le conocen. Que Dios nos use para llevarles una palabra de ánimo, de esperanza y de amor.
Inyectemos la fe a todo aquel que está triste y que se sienta derrotado o fracasado, Dios es un Dios de segundas oportunidades y es necesario que lo conozcan como nosotras le conocemos.
Que Dios nos de sabiduria y de su gracia para llegar a sus corazones y poder ganar sus almas para El, Que toda la Gloria sea para El!!!!!
...y día y noche no cesaban de decir: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir. —Apocalipsis 4:8
Un corazón a tono con Dios no puede más que cantarle alabanzas!