Hay un camino que corre a través de las montañas del estado de Vermont.
Los que usan el camino pueden disfrutar de un paseo tranquilo y hermoso
sobre un terreno difícil. Para que esto fuera posible, algunas personas tuvieron
que trabajar arduamente para trazar la ruta, quitar los árboles y allanar los
puntos áspero.
En cierta forma, todos los cristianos son constructores de caminos. Estamos
pavimentando el camino de la fe para la próxima generación. La fidelidad
de nuestra vida puede determinar cuán difícil será la trayectoria.
¿Tendrán ellos que reparar el daño que le hemos hecho al camino?
¿Podrán construir caminos nuevos para que los demás hallen la senda que lleva a Dios?
Para ser buenos constructores de caminos debemos prestar
atención al consejo que hallamos en la Palabra de Dios.
El escritor de Hebreos nos instruyó a vivir en paz y a ser
santos (12:14), a cerciorarnos de que nadie se perdiera
la gracia de Dios, y a no permitir que la raíz de amargura
creciera y causara problemas (v.15).
Los que han acudido a Jesús tiene una deuda de gratitud
con aquellos que han hecho “sendas derechas” para nuestros
andar de fe (v.13). A su vez, nosotros debemos recordar
a los que nos van a seguir y hacer sendas derechas para
ellos. Practiquemos nuestra fe de manera que sea fácil para
los demás acudir a Jesús y seguirle.
¿Qué clase de constructor de caminos eres tú?