HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Entre todas las flores el girasol es una humilde flor.
No tiene la belleza de la rosa, ni el aroma picante del clavel. Carece del erótico misterio de la orquídea y de la majestad del lirio. No posee el tono de la jacaranda, color ojos de mujer; ni la albura del nardo; ni la inocencia de las azucenas; ni el lujo de la magnolia: ni el romanticismo de la camelia: ni la poesía del nomeolvides; ni la sencillez de la violeta, ni la traza nupcial del alcatraz.
Nadie sabe, sin embargo, que si existe el Sol es porque el girasol existe. En efecto, Dios hizo al Sol para que pudiera girar el girasol. El día que desaparezca el último girasol, con él desaparecerá también el Sol.
Cuidemos, pues, los girasoles.
Quizá no los necesitemos mucho, pero al Sol sí lo necesitamos...
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