El Rosario nos permite contemplar a Cristo con los ojos de María, y mientras vamos rezando las Avemarías, van pasando ante los ojos del alma los momentos más importantes de la vida del Señor.

El Rosario es una oración cristológica, porque tiene a Cristo por centro, y conocer a Jesucristo es en lo que consiste la salvación, como el mismo Señor lo ha dicho. Por eso cada vez que rezamos el Rosario meditando los misterios de la Vida de Jesús, estamos conociendo y adentrándonos en los misterios de Dios, con lo que ganamos mucho conocimiento y por ende aumentamos en el amor a Dios, porque nadie puede amar lo que no conoce, y para amar a Dios es necesario primero conocerle, y el rezo del Rosario es un excelente medio, si no el mejor, para conocer a Dios.

Cuando tengamos un momento libre, recemos el Rosario, sin apuros, sin impaciencias, dejándonos llevar por la cadencia de las oraciones repetidas una y otra vez, que nos pacifican el alma; y mientras tanto vayamos mirando con los ojos del corazón los actos y obras de Jesús, las escenas de nuestra salvación. Si hacemos así, de cada rezo del Rosario saldremos renovados, con paz y con nuevas fuerzas para enfrentar los problemas de la vida.