Las “cosas” no nos pueden hacer felices. 

Las “cosas” no nos pueden hacer plenamente felices, porque los hombres estamos hechos para encontrar la felicidad en el trato con una persona, y por ello las cosas materiales nos pueden entretener un poco, pero no nos dan la felicidad.

Y las criaturas, las personas, tampoco nos pueden dar la felicidad completa porque nuestro corazón está hecho para Dios, está hecho para acoger al Infinito, y las personas son limitadas y finitas.

Es bueno que tengamos esto bien presente para no poner nuestro corazón y nuestra alma en las cosas materiales o en las personas, porque todas estas caducan y nosotros nos quedamos solos y vacíos.

Pongamos, en cambio, a Dios en el centro de nuestra alma, y estaremos seguros de que nunca nos faltará la verdadera felicidad, porque Dios no muere, nadie nos lo quita, es nuestro, nos ama y es la misma FELICIDAD.

Entonces usemos bien de las cosas materiales, pero mirando a las eternas; amemos mucho a todas las personas y a las criaturas, pero siempre amemos más al Creador, que es nuestro último fin, y es quien nos puede devolver, en la eternidad, a los seres que hemos amado mucho en la tierra.