Santa María de Guadalupe se proclama madre nuestra en el Tepeyac
Estamos en mayo, un mes especialmente querido por nuestra Madre María y nuestras mamás. Les agradecemos nos hayan acunado en la vida y en la fe y deseamos vivir nuestra fe, en este año tan particular, con el mismo regocijo que los niños manifiestan a sus mamás al darles sus pequeños obsequios, algunos de aquéllos hechos por ellos mismos. Nos unimos a estos goces y nos esforzaremos en venerar debida y santamente a nuestra Madre común. Ella se le manifestó a Juan Diego diciéndole que era “Madre suya y de todos cuantos habitaban en estas tierras y de cuantos confiaban en Ella”. Agradezcámosle a Dios esta voluntad suya que nos llena de alegría y energía para seguir viviendo como verdader@s hij@s suy@s. Aprovechemos estos últimos días de la Pascua para recibir más fuertemente al Espíritu Santo unidos a Ella y para proclamar que Jesucristo es el Señor para gloria del Padre. El Concilio Vaticano II declaró a María como Madre espiritual del género humano. Esta verdad, vivida por la Iglesia desde los primeros tiempos, ha tenido una dimensión extraordinaria en México y por eso hoy nos dedicaremos a considerar esta verdad. Dispongámonos para hacerlo.
María le dice a Juan Diego: “Soy Madre tuya y de todos los que habitan en esta tierra como siendo uno.” (N.M. 30).
Aquí, en esta tierra y donde hoy es la capital de México y en México mismo, Ella inicia su manifestación en América de una manera muy providencial, como Madre de todos. ¡Qué alegría saber que Dios mismo ha escogido para casa de María las inmediaciones del cerrito del Tepeyac en donde tuvo las tres primeras apariciones! Cuando vayamos a ver ese sitio recordemos que la cuarta aparición la hizo en las faldas del cerro, por donde está la capilla del Pocito y la antigua capilla de indios, hoy capilla de San Juan Diego. Es el sitio desde donde Dios ha proclamado a María como Madre de todos los pueblos, como lo había hecho Jesús en la cruz al dejarle a su cuidado a San Juan Evangelista. ¡Gocemos esta espléndida y gozosa noticia..!Jaculatoria apropiada: Santa María de Guadalupe, nuestra Madre espiritual, acógenos en tu regazo, Madre sin igual.
Segunda consideración: María le declara a San Juan Diego su maternidad espiritual universal (N.M. 30). María es Madre de tod@s porque Dios lo dispuso así, por ese plan maravilloso que ha tenido para favorecernos al máximo. Ella quiere cumplir con su misión universal y para América la inicia desde aquí, desde México. ¿Podríamos tener mejor noticia para México? ¿Qué hacer para sentirnos verdader@s hij@s de María? ¿Cómo llevar a otr@s esta alegre noticia?
Tercera consideración: María le dice a Juan Diego que Ella se mostrará para tod@s como verdadera Madre (N.M. 31). Esta explicitación de nuestra Madre es muy consoladora: todos somos sus hij@s, así nos acepta y nos quiere, y por eso vela por nosotros con “su mirada compasiva, su amor maternal” para cada un@. ¿Buscamos tiempo para estar con nuestra Madre, para alabarla, honrarla y darle gracias? ¿Le ofrecemos nuestra vida, nuestras buenas obras? ¿Tratamos de llevar a Ella a otr@s para que Ella los acerque a Jesús? Confiemos siempre en su amor maternal; nunca nos fallará.
Cuarta consideración: María le dijo a Juan Diego que en el Tepeyac escuchará nuestros llantos y tristezas. Tenemos en el Tepeyac a nuestra Madre por una disposición divina especialísima. Allí nos la dejó para que nos apoyara, nos sirviera en nuestras necesidades como Madre piadosa. ¡Y bien que lo ha cumplido y lo seguirá haciendo! Después de Dios es la que mejor nos puede escuchar, acoger, aconsejar. ¡Es tan difícil encontrar a quien nos quiera escuchar..! Abrámosle el corazón. Nadie nos entenderá como Ella. Tengámosle mucha confianza. Desahoguemos ante Ella nuestras penas y tristezas; seguro nos atenderá como lo hizo con Juan Diego y Juan Bernardino.
Quinta consideración: María se comprometió maternalmente con Juan Diego y con nosotros al decirle que “curará y remediará todas nuestras penas, miserias y dolores.” (N.M. 32b). Ésta sí que fue promesa fuerte y ¡bien que la ha cumplido durante nuestra historia patria! Ella es, como lo dijo San Bernardo, la Omnipotencia suplicante. Aunque nos abrumen nuestras penas, los dolores, nuestros pecados, las infamias de otr@s, recurramos con toda confianza a Ella.
Encomendémosle a quienes en esta América estén ahora más agobiados por la pobreza, la falta de trabajo, las injusticias y corrupciones y tantas cosas más. Ella nos ayudará a superarlas. Nos dice el Concilio Vaticano II en la octava parte de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium: La Luz de todas las personas” (número 62) en una frase muy bella: “Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la Patria bienaventurada. Por eso la Iglesia la invoca como Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora.”. Que Ella, nuestra Amorosa Madre, nos enseñe y ayude a vivir los valores que vive en favor nuestro.
Apoyos bíblicos: San Juan 2, 1-11 y 19, 25-27; Salmo 27(26).
Citas del Concilio Vaticano II: Todo el capítulo VIII del documento citado “La Luz de todas las personas” números 52 a 69; Constitución “Sacrosanctum Concilium: Este Sagrado Concilio” número 103; Decreto “Presbyterorum ordinis: Sobre el ministerio y vida de los presbíteros” número 18b; Decreto “Apostolicam Actuositatem: Sobre el apostolado de los seglares” número 4k