Quince minutos con el Divino Niño Jesús

 

Querido Niño Jesús, ya se acerca el Día del amigo en mi país, el 20 de julio, y en ese día ¡cuántos son los que se reúnen a festejar entre amigos! No hay lugar en las plazas, ni en los restaurantes ni en los lugares de diversión, porque están todos los sitios ya reservados. Pero las iglesias están casi vacías. Los Sagrarios donde estás Tú, Pequeño Grande, están desiertos. ¿Y no eres Tú el Gran Amigo de los hombres? ¿Por qué entonces te dejamos tan solo ese día del amigo, y en todos los demás días?

No caemos en la cuenta de que tu amistad es lo más precioso que nos has dado, pues ser amigos de Dios es la felicidad más grande en la vida y lo será también después de la muerte.

Divino Niño Jesús, quiero este Día del Amigo, festejar nuestra amistad, que de parte tuya, es perfecta, pero de parte mía, deja mucho que desear, porque no tengo la confianza en Ti, que Tú quisieras que tenga. Es por eso que te ruego que aumentes mi fe y mi amor hacia Ti, para que pueda gozar de tu compañía en todos los momentos de mi vida, especialmente en los más difíciles y dolorosos, para que, como hacen los buenos amigos, estemos juntos en las buenas y en las malas, siendo siempre fieles en todo.

Prometo, Jesús Niño, en ese día, ir a Misa y recibirte en la Comunión, que será la mejor forma que tendremos de festejar el día del amigo, porque Tú no tienes otro deseo que el de venir a morar en mi alma, en mi corazón, y yo quiero recibirte para agasajarte y entretenerme contigo, con tu dulzura sin igual.

Niñito Jesús, Tú eres mi mejor Amigo, y por eso te quiero confiar todas mis cosas, contándote, a los pies del Sagrario, todo lo que me pasa a mí y a mis seres queridos, porque no hay nada más dulce que pasar el tiempo entre amigos.